EL MOVIMIENTO BLOGGER, ESTA LLAMADO A SER EL CATALIZADOR MORAL DE LOS GOBIERNOS, ANTE LOS OJOS DEL MUNDO
“Es más difícil promover cambios en democracia que en dictadura”
Sinisa Sikman, ex líder del movimiento serbio Otpor, que forzó la caída de Slobodan Milosevic, y actual responsable de la 'academia' de la no violencia CANVAS, explica las ventajas de la lucha no violenta
Su ONG entrena a activistas de todo el mundo y ya ha colaborado en revoluciones pacíficas en 46 países diferentes
"Detrás de cada movimiento revolucionario exitoso hay mucho trabajo"
Las primaveras árabes han multiplicado el trabajo de CANVAS, Centre for Applied NonViolent Action & Strategies, la ONG comprometida con la promoción del conocimiento sobre la lucha no violenta creada por ex miembros de Otpor! (Resistencia!), el movimiento serbio que forzó la caída del presidente Slobodan Milosevic en el año 2000. Sus numerosos voluntarios imparten cursos de entrenamiento a activistas de todo el mundo que aspiran a cambiar la realidad de sus países, en democracia o dictadura, retomando el papel activo de una sociedad civil actualmente sometida a sus gobernantes. Sus responsables se esfuerzan por explicar que ellos no “exportan revoluciones”, ni tampoco “somos mercenarios de la CIA, como se ha escrito. Nuestra actividad es bastante académica”, explica Sinisa Sikman, uno de los más veteranos líderes de la ONG.
Su objetivo es compartir los conocimientos adquiridos tanto en Serbia como en otras revoluciones exitosas con quienes inician su propia revolución, siempre en la línea de las protestas pacíficas. Así lo hicieron en Egipto, donde trabajaron fuera de escena con los grupos juveniles que aglutinaron el malestar social y condujeron la insurrección. “Transferir el conocimiento no cuesta demasiado y ambas partes ganan. Parte de lo que pasó en Serbia o Egipto puede pasar en otros sitios, si la gente sabe cómo ocurrió”. Ahora bien, eso no implica que los entrenamientos de CANVAS (el propio Sinisa bromea diciendo que una revolución “no se puede entregar en una maleta”) sean garantía de éxito.
Invitado por el Instituto de Oriente de Beirut en el ciclo de conferencias Mundos Invertidos, acerca del ritmo cultura de la región árabe, Sikman mantuvo una entrevista con Periodismo Humano para analizar las revoluciones árabes y el potencial de cambio que tienen las protestas en los países occidentales.
CANVAS entrena a activistas de todo el mundo, ya provengan de países oprimidos por autocracias o de naciones democráticas. ¿Qué diferencia hay entre la labor de los activistas en democracia y en dictadura?
Es mucho más difícil trabajar en democracias, al menos en cierta forma. En dictaduras o regímenes opresores es más fácil tener un objetivo claro, unir a la gente en torno a una causa común como derrocar la dictadura o resistir a la opresión. Pero en los llamados países democráticos, no está tan claro quién es el verdadero enemigo. Pueden serlo las insitutuciones, pero ¿cuáles? Es todo más complejo, y eso requiere mayor preparación y planificación para construir una estrategia que se enfrente a ello.
En ese sentido, (las movilizaciones en) España, hoy, no parece muy diferente a Grecia o Estados Unidos: no veo una estructura real detrás ni estrategas que digan “vale, nos enfrentamos contra esto o estamos protestando contra esto otro”. No sé cuáles son las peticiones de esos movimientos sociales ni sé qué quieren conseguir con sus protestas. La razón es que probablemente no hay unidad ni una planificación estratégica detrás de las llamadas protestas espontáneas, y mientras sigan siendo espontáneas no habrá solución. Los movimientos sociales necesitan encontrar su verdadero objetivo, dejar de actuar de forma abstracta y presionar a las instituciones para que hagan su trabajo.
¿Cuál es su opinión de las movilizaciones que se están viviendo en España?
No soy un experto en España, pero prácticamente todos los movimientos similares, desde Occupy Wall Street hasta las revoluciones árabes, se enfrentan a un gran problema: algunos logran crear un movimiento [sostenible] y otros se limitan a quedarse organizando protestas. Occupy Wall Street se han quedado estancados en las protestas mientras que otros como los egipcios han logrado aglutinar a la comunidad para obtener un objetivo común y finalmente lograrlo. Ese es el principal problema que veo de los movimientos sociales en democracias, que no saben exactamente qué es lo que quieren, cómo quieren lograrlo ni hay una estructura común que respalde el plan.
La rapidez con la que se han sucedido las revoluciones árabes hace que se relativicen los resultados: son muchos los que ya, menos de dos años después, se muestran muy decepcionados.
Las revoluciones árabes son una inspiración, inspiraron a mucha gente en todo el mundo y eso es lo más positivo. Lo negativo es que nadie mira detrás de lo que pasó en Egipto o Túnez, donde alguna gente estuvo preparando minuciosamente el terreno e hicieron un trabajo previo a lo que ocurrió. Todo necesita tiempo. Lo que ocurrió en Egipto no se limita a 19 días, incluso si aquellos días fueron un ejemplo de lucha no violenta. La preparación de esos 19 días implicó muchos movimientos listos para luchar, que consiguieron resolver sus fallos, lograron unirse y consensuar lo que querían conseguir, sus métodos y sus tácticas para lograrlo. Hay mucho trabajo detrás de cada movimiento revolucionario exitoso.
¿En cuántos países está trabajando CANVAS?
Hasta ahora, hemos trabajado en 46 países diferentes, entre ellos revoluciones exitosas como Ucrania, Georgia o Maldivas. Enviamos activistas al Líbano tras la muerte de Hariri, cuando las movilizaciones populares lograron el final de la ocupación siria sin que se disparase un solo tiro, también en Egipto, y seguimos teniendo muchas luchas pendientes en todo el mundo. Ahora trabajamos en muchos sitios, incluido Siria, donde buscamos cómo ayudar a quienes quieren derrocar al régimen de una forma no violenta. Creo firmemente que, muy pronto, la gente en Siria será más realista y tratará de encontrar una forma de resolver el problema de una forma no violenta.
¿Cómo eligen en qué revolución en la que participan?
No elegimos, nos invitan. El único requisito es no aceptar gente que tenga antecedentes de violencia. Eso quiere decir que no vamos a entrenar a Al Qaeda si nos piden ayuda, pero si me preguntas si hay excepciones, podría hablar de la gente que ha luchado durante años contra la Junta Militar de Birmania: ellos decidieron luchar de forma no violenta. Como se explica en el libro de Erica Chenoweth and Maria J. Stephan Why Civil Resistance Works: The Strategic Logic of Nonviolent Conflict, está demostrado que la lucha no violenta es más eficaz y también más sostenible una vez que hay éxito. La lucha no violenta es más rápida a la hora de lograr objetivos. Cinco años después, las sociedades son más estables tras una revolución pacífica que tras una violenta. Examinan más de 300 casos en 106 años de revoluciones violentas y no violentas los resultados son chocantes, incluso para mí. Ese libro me persuade de que lo que hacemos es muy necesario no sólo para esta parte del mundo sino para todo el mundo.
¿Cómo animar a la resistencia pacífica en casos donde los manifestantes son reprimidos de forma violenta?
Elegir la lucha no violenta no significa que tu oponente vaya a optar por la no violencia. Por lo general, sí son violentos, y Siria es un ejemplo entre muchos. Allá donde veas un movimiento no violento, ves violencia del otro lado. Hay regímenes más o menos severos, pero si sigues las reglas de la lucha no violenta, si te apropias de los mínimos espacios políticos usando acciones de escaso riesgo para no poner vidas en peligro no tendríamos 30.000 muertos ni 300.000 refugiados fuera del país. Y esos 330.000 son importantísimos para la lucha. No quiero decir que hayan perdido la vida en vano pero, en cierto modo, los estrategas que iniciaron la revuelta los han perdido para sus fuerzas.
Mi consejo es comprometerse con la lucha no violenta. El FSA y la protección militar de las protestas no es lucha no violenta sino algo absolutamente diferente. Hay que intentar cortar todo contacto con el FSA y comprometerse con una lucha absolutamente pacífica. Al final del camino, allá donde se llegue, habrá negociaciones –lo cual también forma parte de la lucha no violenta- y se encontrará alguna salida. Cada vez que encuentro a un grupo nuevo procedente de Siria el lío es mayor que la vez anterior, así que les explico cómo preservar las vidas de su gente, seguir comprometidos tanto como se pueda evitando, en la medida de lo posible, la pérdida de vidas humanas. Los régimenes más duros, como el de Pinochet, también fueron vencidos por la lucha no violenta, por eso creo que incluso el dictador más sanguinario puede ser derrotado con ese método. Creo que si los sirios deciden tomar la vía no violenta y seguir contra [Bashar] Assad, incluso pese a la complejidad de la actitud internacional, la voluntad de los sirios prevalecerá.
En sus contactos recientes con la oposición siria, ¿cómo ha encontrado el ánimo de los activistas que iniciaron las protestas?
Ellos se sienten impotentes en este momento, aunque no es cierto, pueden hacer mucho menos que hace un año pero siguen pudiendo hacer cosas. Creen, en medio de todo este lío, que el FSA les está protegiendo: sucede porque el FSA ha suplido a la autoridad, toma las decisiones por la gente que está sobre el terreno. Es una historia complicada, pero mientras quienes optaron por la lucha no violenta sigan comprometidos con ella, las posibilidades serán mayores. No es posible convencer a nadie de que el FSA sólo protege a la gente. Por supuesto, hay muchas opiniones diferentes al respecto y mucha gente, especialmente en Sudáfrica, considera que la lucha no violenta no funciona sin un poco de violencia, pero yo estoy completamente en desacuerdo porque considero que un acto violento, por pequeño que sea, puede dañar toda una lucha pacífica y ponerla en entredicho.
Es sorprendente que los árabes haya roto el muro del miedo al régimen y que los europeos, que tenemos muchos motivos para levantarnos, no lo hagamos. ¿Cómo lo explica?
Hay momentos en los que la gente se harta de la basura que rodea a los políticos, y perdone mi lenguaje, por la crisis y demás. En dictadura es diferente porque están permanente oprimidos, pero hay un momento en el que todo estalla, ya sea porque alguien se queme vivo o por cualquier otro suceso. Hay mecanismos que pueden usarse para minimizar el miedo de la gente e incrementar la euforia. Uno es mediante el humor, lo que llamamos laughtivism, o activismo de la risa, porque cuando la gente bromea y se ríe, pierde el miedo. Llega un momento en que los opresores tratan de asustar a la gente y la gente se les ríe en la cara. Para ello se pueden usar graffiti, nuevos medios, chistes…
En democracia es muy diferente porque la gente no tiene la sensación de que pueda cambiar las cosas. Hay mucha apatía, los ciudadanos se sienten atrapados, creen que es suficiente con estar informados, seguir Twitter o Facebook y ser activo en el mundo virtual. Desafortunadamente se puede vencer al oponente en el mundo virtual: mientras no se transfiera la lucha al terreno real, se sufrirá una derrota. Cómo motivar esa transferencia del mundo virtual al mundo real es el principal reto de quienes quieren hacer cambios, de los estrategas. Lo importante es que la gente considere que su causa les afecta personalmente, porque si no, nunca se moverán. Hay que convencerles de que se trata de una causa real y motivarles para involucrarse. Hay que llevarles al activismo y es una simple estrategia comercial. Así es como funcionan las grandes empresas: saben cómo venderte su producto. Te informan, tocan tus emociones, te convencen de que su producto te hará una persona mejor, incluso si te están vendiendo cigarrillos. ¿Por qué no vender los valores del activismo para promoverlo? Habría más activismo si nos comunicásemos como los expertos en márketing. Esa es la forma de llevar a la gente de la ignorancia al activismo.
Imagino que esa es parte del entrenamiento. Están entrenando activistas de España?
No hemos tenido ninguna petición de entrenamiento desde España hasta ahora, si bien tuvimos un curso con gente de 19 países mediterráneos y había dos españoles, pero no sé en qué causa estaban trabajando. Pero lo que se impartía en los cursos era lo mismo que enseñamos a activistas de países en dictadura, porque la estrategia de la lucha no violenta es similar, las circunstancias son diferentes.
En España hubo un escándalo recientemente tras demostrarse que policías infiltrados habían contribuido a provocar la violencia policial.
Es una de las lecciones que aprendemos en dictadura, mucho antes de lo que se aprende en democracia. Para los gobiernos es más fácil enfrentarse a una protesta violenta que a una protesta pacífica porque eso les da la excusa para emplear más violencia, pero hay trucos para evitarlo. Desde el principio hay que extender la idea de que eso puede ocurrir, de que puede haber infiltrados, y pedir a los manifestantes que estén al tanto y que traten de parar cualquier actitud violenta desde el principio. Hay que explica que se trata de un movimiento pacífico y no de enfrentarse a la policía o provocar destrucción. Eventualmente, esos provocadores se lo pensarán dos veces a la hora de provocar disturbios si observan que los presentes son guardaespaldas de la lucha no violenta.
Fue lo que ocurrió en Egipto.
Bueno. Estaban entrenados para ello. (risas)
¿Cómo valorais desde CANVAS el papel de Internet en las revoluciones sociales?
Es una herramienta interesante, pero depende de cómo la uses. Aumenta la interacción con la gente y te permite llegar a mucha gente pero sigue siendo un mundo virtual. Lo más interesante del caso egipcio es que, cuando el Gobierno decidió cortar Internet, el número de gente en Tahrir se multiplicó porque querían ver lo que estaba ocurriendo y ya no podían seguirlo por Internet. En lugar de estar en casa siguiéndolo por el ordenador salieron a la calle. Por eso puede ser una trampa para los regímenes cortar la conexión a Internet.
Se les acusa de recibir fondos desde Estados Unidos, de ser un instrumento de la Administración para promover determinados cambios sociales.
El dinero viene de diferentes fuentes, pero nunca lo hemos buscado y no lo pedimos. Somos una oficina pequeña en Belgrado con tres empleados, los demás son voluntarios y no tenemos grandes gastos. A quienes nos piden entrenamiento les pedimos que se sufraguen los gastos, y si no pueden, tenemos amigos que pueden ayudar. No recibimos ningún dinero gubernamental y eso es una regla, sí hay donaciones de organizaciones privadas. El principal inversor es el director ejecutivo, un empresario serbio. Cuando damos conferencias, en el caso de que se nos retribuya, empleamos el dinero en cursos de entrenamiento o en la publicación de libros sobre resistencia no violenta. Nuestra misión es también promover el conocimiento, publicar libros sobre lucha no violenta, incluso tenemos la ambición de crear una academia de la no violencia. Es extraño que en cualquier lugar del mundo, si quieres entrenarte para matar gente, te puedes enrolar en una academia militar. Si quieres aprender a no matar gente, a emplear recursos no violentos para obtener resultados, no hay a dónde acudir.
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