EL MOVIMIENTO BLOGGER, ESTA LLAMADO A SER EL CATALIZADOR MORAL DE LOS GOBIERNOS, ANTE LOS OJOS DEL MUNDO
Ultimas impresiones
El diez de septiembre, en este blog, escribí: “…los datos hasta ahora recogidos parecen indicar que, salvo un desastre inesperado o unos debates públicos catastróficos, el presidente ganará la relección”. El inesperado desastre ocurrió durante el primer debate presidencial en el cual Obama apareció sin energía, parecía distraído y no hizo el menor esfuerzo en rebatir los puntos de su rival ni siquiera mirarlo directo a los ojos. Romney, por el contrario, hizo gala de todas sus habilidades de negociante, presentándose asertivo, relajado y desafiando a su contrincante dirigiéndose directamente a él. Todo esto se lo hizo aún más fácil la dejadez exhibida por Obama. Mientras Romney se comportaba presidencial, Obama parecía un hombre agobiado por el peso del poder, incapaz de hilvanar varias frases coherentes.
Las estadísticas arrojadas por las encuestas en los días subsecuentes establecieron claramente el efecto que el evento mediático tuvo en la opinión pública y Obama perdió gran parte de su ventaja. Los demócratas se defendieron diciendo que Romney dijo muchas mentiras y nada substancioso, lo cual es cierto, y que no se trataba más que de una actuación. Pero es que precisamente de eso es lo de que se trata el asunto. Una imagen vale más que mil palabras. Inmediatamente vino el debate entre Biden y Ryan. El vicepresidente utilizó todo el arsenal que la da su vasta experiencia, pero el candidato republicano se defendió bien y se mostró desenvuelto, no dejó que lo humillaran por su juventud e inexperiencia. De hecho, aunque es probable que con respecto al contenido Biden se anotó una victoria por puntos, también se dejo llevar por su natural arrogancia y con demasiada frecuencia sonó paternalista y condescendiente. Obama después se recuperó y lució mucho mejor que Romney en los dos debates siguientes, pero esto no tuvo mucho efecto en las opiniones recogidas por las encuestas y el efecto del primer debate no fue borrado como se esperaba. Por otra parte, los sucesos del consulado de Libia han sido manejados de manera pedestre y han resultado un lodazal para el presidente y su equipo.
Estoy convencido que a estas alturas de la contienda, al menos ocho de cada diez personas que se encuentran aún indecisas, no pueden identificar a los Estados Unidos en un mapamundi. Los debates y las campañas no cambian las opiniones de los que de antemano están definidos, pero ese grupo de indecisos tardíos, lo más probable es que no tenga la menor idea de las posiciones de cada candidato con respecto a la línea política a seguir para el futuro del país. Esta mayoría de los titubeantes, carentes de información, probablemente por falta de interés o por escasez de cacumen, a la hora de tomar su decisión, que cuenta tanto como la de los ya definidos, se van a guiar por impresiones superficiales. Estados Unidos, que es el país en el cual más se ha desarrollado el cine y la televisión, es una nación eminentemente visual. Lo que entra por los ojos trae el mensaje más importante y permanente.
Esto debían saberlo de sobra los estrategas demócratas y los asesores de Obama, pero al parecer, absortos en su petulancia por estar convencidos de que tienen un proyecto coherente y que los republicanos han sido incapaces de elaborar un plan alternativo que no sea un regreso a un pasado que ya no existe, tienden a desdeñar las habilidades políticas de sus oponentes.
En estos momentos, aunque la tendencia de las matemáticas no ha cambiado y Obama sigue con ventaja con respecto a los votos electorales, su ventaja en los estados claves para obtener la victoria final se ha reducido a cifras tan pequeñas que caben dentro del margen de error de las encuestas por lo que, considerando que tiene la ventaja prestablecida de ser el presidente, esta diferencia estadística es casi insignificante. Su mayor esperanza es mantener el ánimo de sus seguidores y tratar de que los demócratas salgan a votar en masa por su partido. En estos momentos, al menos científicamente, el resultado de las elecciones es impredecible. La decisión de quién será el próximo presidente de los Estados Unidos, sea quien sea el ganador, pesa, tristemente, sobre los hombros de unos cuantos idiotas.
Roberto Madrigal
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