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Mi amistad con Eloy
LA HABANA, Cuba, octubre, www.cubanet.org -Cuando en 1972 tuve mis primeros contactos con la Prisión Histórica de los Plantados, integrada por miles de luchadores contra el comunismo y surgida en Cuba desde los mismos inicios de la dictadura de Fidel Castro, comencé a interesarme por la figura política y la leyenda de Eloy Gutiérrez Menoyo.
Luego supe de su actitud valiente en los calabozos de castigo, de sus huelgas de hambre, de sus escritos literarios, que en 1990 fueron robados de mi casa durante un registro de la Seguridad del Estado, de sus años de exilio y por último, su regreso a Cuba en 2003, para quedarse, algo que muchos no comprendimos entonces.
Pero gracias a un acercamiento más profundo pude conocer la personalidad de este hombre que, en mi opinión, es todo historia, todo heroísmo, todo honestidad y sencillez. En 2007, cuando nos encontramos en una acera habanera y le di el abrazo que le debía durante más de treinta años, comenzó nuestra bella amistad.
Entonces pude percatarme de que seres como él no abundan en este mundo lleno de egoísmos personales, ambiciones pueriles y mezquinas y una gran mediocridad. Eloy estaba por encima de todo eso.
Un día, así me lo contó, despertó por la mañana en su casa de Miami, bien amado y rodeado de comodidades, y descubrió que todavía le faltaba algo por hacer. Tomó un avión, se bajó en el aeropuerto de La Habana y expresó su deseo de vivir en Cuba, donde fundaría una organización opositora y pacífica contra la dictadura castrista, a pocos metros de la vivienda del dictador.
En cierta ocasión le pregunté si no había fracasado, transcurridos varios años, sin poder ver el fruto de su trabajo.
-Puedo esperar –respondió. Estas dictaduras siempre terminan.
De esta forma, Eloy, ese amigo que perdí para siempre este 26 de octubre, comenzó a enfermar, no sé si sólo de cuerpo o mucho más de alma y espíritu.
Hace apenas unos días, la última vez que hablamos, me comentó que sabía que su aneurisma le impediría ver la libertad de Cuba.
-Es lo que más lamento, amiga. Morir antes de ver a mi Cuba libre de opresión, de tantas injusticias, de tantas violaciones a los derechos ciudadanos, de un mal trabajo de gobierno.
En esa ocasión no me mencionó su anécdota con Lina Ruz, la madre del caudillo, que hace algún tiempo me había contado. Pero quizás la recordó.
Me contó Eloy que en 1959 se encontró a Lina Ruz en una iglesia, rezando, ella le dijo que estaba muy preocupada por Fidel y por Cuba.
-¿Preocupada por qué, Lina? –le preguntó, sin comprender. A Fidel lo protege una gran parte del pueblo. No hay ningún peligro.
-No, no se trata de eso, Eloy –le respondió la mujer-. Es que recuerdo como era mi hijo cuando niño: destrozaba todos los juguetes, en vez de jugar con ellos. Me pregunto si eso mismo hará con nuestro país.
En ese país destrozado que presagió Lina Ruz en 1959, a punto hoy de hundirse en el mar, ha muerto hoy uno de los hombres que más luchó por nuestra libertad y por ello pasó casi la tercera parte de su vida en una celda.
Información relacionada con este texto. Léala aquí.
Testamento político de Eloy Gutiérrez Menoyo entregado antes de morir a su hija Patricia. Documento de descarga
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