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lunes, 6 de agosto de 2012

Jens Aron Modig salió de Cuba con el rabo entre las piernas y ni un pésame a la familia de Payá y harold le ha enviado el sueco pendejo!!

EL MOVIMIENTO BLOGGER, ESTA LLAMADO A SER EL CATALIZADOR MORAL DE LOS GOBIERNOS, ANTE LOS OJOS DEL MUNDO

Algunas aclaraciones sobre mi Carta Abierta a Jens Aron Modig.

by Zoé Valdés ¡Libertad y Vida!

Una persona que por primera vez comenta en mis blogs -en este específicamente- desde que los abrí un 14 de octubre del 2004, dejó un comentario en mi Carta abierta a Jens Aron Modig sobre los recientes sucesos en Cuba, las muertes de Oswaldo Payá y Harold Cepero, y su implicación directa por presencial.
Esta persona se queja de que yo haya escrito una carta tan poco sensible dirigida a una persona que -según él- debe estar pasando por numerosos traumas, y termina al final diciendo que al venir esa carta de mi parte él tiene que "ceñir" o fruncir (es la palabra correcta) el ceño, me imagino yo en tono de extrañeza o sospecha.
Primeramente no consta de manera pública que Modig se encuentre traumatizado, nadie ha expedido un certificado médico que verifique ese sea su estado real. Es, al parecer, sólo una suposición de dicho comentarista.
Quiero aclarar que hice un enorme esfuerzo al escribir una carta, dirigida a una persona que no conozco personalmente, y publicarla de manera abierta, pero creo que la situación lo exigía, sobre todo de mi parte. ¿Por qué de mi parte? Llevo años -probablemente muchos más que los que lleva Modig- defendiendo públicamente los DDHH en Cuba, soy una escritora que he publicado en el mundo entero desde el año 1993, y estoy escribiendo desde mis 17 años, de forma pública y sabida por todos, estoy en todo mi derecho de decidir a quien le escribo y de defender, como defiendo en esa carta, mis puntos de vista. Lo he hecho no solamente en relación a Cuba, igualmente lo hice con otros países y realidades en las que estoy involucrada por la defensa de los DDHH, como prueba mi curriculum personal. Esos esfuerzos los hago -todo lo enorme que puedan ser definidos- impelida por la urgencia en la que viven otros que no pueden defender como sí pueden personas como Modig, que viven en países libres y pueden expresarse abiertamente, sin que nadie interfiera por ellos. Yo no escribí a nombre de Modig, yo le escribí a Modig. Yo no me puse en su piel, me puse en la piel de otros, de los que él dejó allá en Cuba abandonados a su suerte.
Es probable que Jens Aron Modig sea, como señala el comentarista, una "persona pública" en Suecia. Oswaldo Payá Sardiñas era una persona pública mundialmente reconocida. Pésele a quien le pese, yo también lo soy. Jens Aron Modig ha salido a la palestra mundial a raiz del asesinato de Payá y de Cepero, fuera de eso nadie lo conocía a esa escala. Yo personalmente he dirigido cartas privadas y abiertas a presidentes, ministros del interior de Francia, ministros de la cultura, y alcaldes, así como a hombres políticos, desde hace años. Todos -menos los Clinton- me han oído y respondido cortésmente atendiento a mis demandas. Las más relevantes: la que le envié de manera pública a Bill Clinton, en el momento del affaire Elián González, y que fue firmada por más de mil personas. Una de las más recientes, la que le envié a su señora, Hillary Clinton,. en relación a la visita de Mariela Castro y sus setenta tracatanes a Estados Unidos; más hacia atrás en el tiempo, la enviada al presidente Nicolas Sarkozy, sobre la situación de Ariel Sigler Amaya, Ricardo González Alfonso y Orlando Zapata Tamayo (aún vivía), cuando los tres estaban encarcelados. Me consta, a través de los familiares de Ricardo González Alfonso, que tras esa carta, el embajador de Francia en Cuba se acercó a la familia de éste. Aquí una de sus cartas de respuesta a la mía.
El comentarista señala que Modig en estos momentos está sumamente traumatizado e insinúa que mi carta podría dañarlo aún más. Este señor me imagino que no se ha enterado que cuando existen muertes por medio, los testigos presenciales, estén o no afectados, deben afrontar su parte de responsabilidad de inmediato, sea a través de sus abogados, médicos tratante o voceros, o de sí mismos si el tribunal lo impone, y afrontar las especulaciones de la prensa, responder las misivas que reciba de todas partes y desde todos los ángulos, y sobre todo, debe estar preparado para afrontar un tribunal.
No es mi carta quien le hará daño a Modig, eso lo sabemos, lo que ha hecho daño a Modig es haber estado allí, en el infierno castrista, y haber presenciado, dormido o despierto, o medio dormido, o casi despierto, dos muertes. El que haya sido interrogado por la DSE, tampoco es mi culpa. Y el haber tenido que abandonar de la manera en la que se lo impusieron aquella desgracia fue su salvación a medias. Nada de eso es mi culpa. Sin embargo, yo creo que lo que más daño le hará a Modig, a la larga, es no decir la verdad de manera clara y de vivir guardando un secreto que es probable que sólo beneficie a sus verdugos, tal como ocurre en estos países donde existen las leyes y la justicia. Y lo que le hará todavía más daño es rehuir a enviar unas palabras -no sea más que de sostén que también le apaciguarán mucho el espíritu a él- a la familia que lo acogió con toda confianza (en un país donde la confianza es un bien muy raro y por lo tanto muy preciado) y quienes han perdido más que a la cabeza de la familia, han perdido al padre, al esposo, al hermano. Sin contar al grupo de cubanos del MCL que perdió a su líder. Así como todos los cubanos, que hemos perdido a una persona que iría a ser sin dudas una figura relevante, porque descollante ya lo era, en la política futura del país. Lo mismo digo de la familia de Harold Cepero, de la que todavía no sabemos nada. Todos nosotros también estamos traumatizados, sumamente tristes, y desconcertados al notar que una persona como Modig quede en silencio, sin una frase de aliento o de apoyo a la familia, y mucho menos a los cubanos, una de las razones por las que él mismo confesó que se hallaba en Cuba. Creo que sinceramente es algo que no le costaría tanto a nadie.
No le costaría tanto a nadie, y mucho menos a una persona como él, preparado para hacer el trabajo que hace, que él mismo no negó, el de ser solidario con las personas que lo necesitan, el de crear niveles y espacios de confianza, así como participar de movimientos juveniles que aspiran a la libertad y a la democracia.
Como Modig he conocido a muchos de esos jóvenes, saben lo que arriesgan, y conocen el peligro, saben que en un momento determinado tendrán que elegir entre sus intereses personales o sus ambiciones políticas como líderes de algo en lo que creen. Nadie les exige que en ese instante deban situarse de una parte en la que él sea privado de sus intereses personales y derechos individuales, nadie les pone una pistola en la sien. Ellos son libres de elegir, como hizo Modig una vez aliviado con sus pies puestos en suelo europeo. Pero estamos seguros que no fue el caso cuando sus pies estaban en suelo cubano, y así como vimos que en la última entrevista de Ángel Carromero, detrás se agitaba un fondo de tela floreado con una abertura en el medio, justo detrás de su cabeza, ¿qué hay detrás de esa cortina? Sólo los que han pasado por eso podrán testimoniar, él pasó por eso.
Una gran cantidad de personas ha estado de acuerdo con mi carta, sólo una persona la ha refutado añadiendo que "ciñe las cejas". Soy yo la que frunce el ceño al leer el comentario, como si no estuviéramos acostumbrados a que incluso en el exilio existen personas cuyo "trabajo" es refutar lo que digamos y además "ceñir las cejas", ¿cobran por eso? No lo sé, pero deberían sentirse tan traumatizados o más que Modig.
Hablando de traumas. Este señor no se ha referido un segundo a lo que deberán estar sintiendo las familias de Payá y de Cepero. Al trauma de los hijos de Payá, a esas dos mujeres solas que han debido enfrentar todo dipo de difamaciones, calumnias, y mentiras, y no solamente después de la muerte, sino desde mucho antes, durante años, así como las amenazas directas, y reales, que le hicieron a Payá, y a la familia. Mucha pena por Modig, eso sí, lo que se traduce en toda la crueldad por la familia Payá y la familia de Cepero. Come on! Se les nota demasiado el plumero, de cualquier colorido que éste lleve.
Zoé Valdés.

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