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Un Mártir de la Fe asesinado
El Obispo Teodoro George Romzha fue atropellado por un camión que embestía contra la carreta donde viajaba el religioso. No murió del impacto, pero falleció en el hospital de una inyección.
La Segunda Guerra Mundial dio a los soviéticos, por los Acuerdos de Yalta, miles de kilómetros de las naciones vecinas. Checoslovaquia perdía parte de la Transcarpatia, que era ocupada por tropas soviéticas, pasando la zona a ser anexada a Ucrania.
El proceso de sovietización comenzó sin demora. La orden era unificar las iglesias bajo el patriarcado ortodoxo moscovita. Varios obispos de las Iglesia Ucraniana Rutena y Uniata (Iglesia católica de rito oriental) se negaron a aceptar la obediencia al Patriarca de Moscú por lo que el clero fue arrestado y enviado a la Siberia por el NKVD (la abuela del KGB).
El obispo de Mukachevo, Teodoro George Romzha, quien estudió en Roma en el Colegio Pontificio Rossicum, y quien fuera ordenado sacerdote desde 1936, sabía los dilemas de vivir en una zona codiciada, pues su terruño había pertenecido primero al imperio austro-húngaro, luego a Checoslovaquia y finalmente a la URSS.
Los arrestos de los religiosos católicos de rito oriental se sucedían a diario. La suma de detenidos entre los sacerdotes fue de mil cuatrocientos y más de 800 monjas. El seminario de Uzhgorod, donde se preparaban los futuros cleros, fue cerrado y el obispo de Mukachevoera estuvo constantemente acosado por los comisarios políticos locales. Las autoridades comunistas de Kiev, con Nikita S. Jruschev al frente, le acusaban de ser “un agente del Vaticano” con nexos con los nacionalistas ucranianos. El obispo era considerado una amenaza para la estabilidad política de la región, que recién pasaba a ser parte de la Unión Soviética.
El 27 de octubre de 1947 sufrió un accidente de tránsito que le costó la vida. Un camión militar, lleno de soldados se abalanzó sobre la carreta donde viajaba el obispo de 36 años, más dos monjes y dos seminaristas. Todos quedaron con vida, aunque los organizadores del atentado pensaron que habían muerto y les abandonaron en el camino. El obispo regresaba a su parroquia después de consagrar en una aldea vecina.
Campesinos locales les hallaron y condujeron al hospital local de Mukachevo. Las órdenes de la Lubianka era terminar con el obispo que se negaba a sovietizar a sus fieles.
Una enfermera le suministró la inyección letal el 1 de noviembre, tres días después del accidente, bajo la mirada atenta de un médico del NKVD, el coronel Georgi M. Mairanovski, quien viajó a Ucrania desde Moscú para organizar el “procedimiento”.
Todo el crimen fue detallado por el ex agente de los servicios de espionaje soviético, general Pavel A. Sudoplatov en sus memorias “Operaciones Especiales”, que se publicaron ya desintegrada la URSS. Romzha fue sacerdote por 10 años y nueve meses, y obispo durante tres años y un mes.
El Papa Juan Pablo II cuando visitó la ciudad ucraniana de Lviv en junio del 2001, beatificó al padre Romzha y lo proclamó mártir de la Fe de la Iglesia moderna bizantina y patrón de las nuevas misiones.
La Segunda Guerra Mundial dio a los soviéticos, por los Acuerdos de Yalta, miles de kilómetros de las naciones vecinas. Checoslovaquia perdía parte de la Transcarpatia, que era ocupada por tropas soviéticas, pasando la zona a ser anexada a Ucrania.
El proceso de sovietización comenzó sin demora. La orden era unificar las iglesias bajo el patriarcado ortodoxo moscovita. Varios obispos de las Iglesia Ucraniana Rutena y Uniata (Iglesia católica de rito oriental) se negaron a aceptar la obediencia al Patriarca de Moscú por lo que el clero fue arrestado y enviado a la Siberia por el NKVD (la abuela del KGB).
El obispo de Mukachevo, Teodoro George Romzha, quien estudió en Roma en el Colegio Pontificio Rossicum, y quien fuera ordenado sacerdote desde 1936, sabía los dilemas de vivir en una zona codiciada, pues su terruño había pertenecido primero al imperio austro-húngaro, luego a Checoslovaquia y finalmente a la URSS.
Los arrestos de los religiosos católicos de rito oriental se sucedían a diario. La suma de detenidos entre los sacerdotes fue de mil cuatrocientos y más de 800 monjas. El seminario de Uzhgorod, donde se preparaban los futuros cleros, fue cerrado y el obispo de Mukachevoera estuvo constantemente acosado por los comisarios políticos locales. Las autoridades comunistas de Kiev, con Nikita S. Jruschev al frente, le acusaban de ser “un agente del Vaticano” con nexos con los nacionalistas ucranianos. El obispo era considerado una amenaza para la estabilidad política de la región, que recién pasaba a ser parte de la Unión Soviética.
El 27 de octubre de 1947 sufrió un accidente de tránsito que le costó la vida. Un camión militar, lleno de soldados se abalanzó sobre la carreta donde viajaba el obispo de 36 años, más dos monjes y dos seminaristas. Todos quedaron con vida, aunque los organizadores del atentado pensaron que habían muerto y les abandonaron en el camino. El obispo regresaba a su parroquia después de consagrar en una aldea vecina.
Campesinos locales les hallaron y condujeron al hospital local de Mukachevo. Las órdenes de la Lubianka era terminar con el obispo que se negaba a sovietizar a sus fieles.
Una enfermera le suministró la inyección letal el 1 de noviembre, tres días después del accidente, bajo la mirada atenta de un médico del NKVD, el coronel Georgi M. Mairanovski, quien viajó a Ucrania desde Moscú para organizar el “procedimiento”.
Todo el crimen fue detallado por el ex agente de los servicios de espionaje soviético, general Pavel A. Sudoplatov en sus memorias “Operaciones Especiales”, que se publicaron ya desintegrada la URSS. Romzha fue sacerdote por 10 años y nueve meses, y obispo durante tres años y un mes.
El Papa Juan Pablo II cuando visitó la ciudad ucraniana de Lviv en junio del 2001, beatificó al padre Romzha y lo proclamó mártir de la Fe de la Iglesia moderna bizantina y patrón de las nuevas misiones.
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