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jueves, 5 de julio de 2012

EE.UU Obama y el Sistema de Salud para los Norteamericanos

EL MOVIMIENTO BLOGGER, ESTA LLAMADO A SER EL CATALIZADOR MORAL DE LOS GOBIERNOS, ANTE LOS OJOS DEL MUNDO


En los Estados Unidos de América cerca de 50 millones de personas – alrededor del 14% de la población- no tienen ningún tipo de cobertura sanitaria. Una cifra espantosa que significa, en la práctica, que buen número de ciudadanos norteamericanos no tiene realmente acceso a su sistema de salud. Excepto las urgencias, que están abiertas a todos.
A pesar de todo esto, el sistema es con mucho, el más caro del planeta. “Calculada por habitante y año, la suma asciende en torno a los 12.000 dólares (9.600 €), señala un universitario que ha estudiado el tema, los costes del sistema norteamericano son casi dos veces más caros que la media de los de los países industrializados”. Como dice, Uwe Reinhardt, experto reconocido de la Universidad de Princeton “tenemos una sanidad de varias velocidades, según los medios económicos de cada uno, y la gente tiene cada día más dificultades para conservar su cobertura sanitaria”. Nada extraño, pues, que la cuestión del seguro de enfermedad universal, sea un debate recurrente en EE.UU.
Una gran parte de las ayudas que todavía existen para los ancianos pobres (Medicaide y Medicare para los medicamentos) tienen su origen en la época de Kennedy y de su sucesor Jonson, los años 1960. Caballo de batalla del Partido demócrata desde hace años, el tema ha vuelto con fuerza a la escena política durante la pasada campaña presidencial que acaba de terminar con la victoria de Barack Obama, debida también, a sus promesas en este terreno. Será difícil hablar de cambios reales políticos y/o sociales en los Estados Unidos sin que se ponga encima de la mesa el tema (central de la campaña de Obama) del seguro de enfermedad y de su extensión. El problema, recurrente también, es que representa un importante asunto político, social e, indudablemente, financiero. Salvo para dos sectores, los ancianos y, más recientemente, los niños que tienen ayudas, el seguro de enfermedad en EE.UU. se basa en dos pilares exclusivamente privados.
El primero y más importante, es el seguro ligado al empleo, con participación del empleador. La gran mayoría de los estadounidenses que disponen de cobertura, unos 160 millones de personas, o sea no muy lejos de la mitad de la población y casi el conjunto de la clase media, se encuentran en esta situación que, sin embargo, está en retroceso. El resto de personas aseguradas lo son a título individual, con primas muy elevadas y con “franquicias” en caso de enfermedades crónicas o serias.
Obama, al contrario que su rival Mcain, y empujado, sin duda, por Hillary Clinton desde las primarias, ha llevado una campaña a favor de la extensión de la cobertura sanitaria, prometiendo crear las condiciones para que “cada estadounidense pueda acceder a ella”. Ahora bien, a diferencia de su contrincante Hillary, el presidente electo nunca ha hablado directamente de una cobertura sanitaria universal obligatoria.
Porque éste no es su proyecto, el suyo es el de un mercado “corregido”. Quiere poner en práctica, a nivel nacional, un sistema “incentivador”, que toma ejemplo del Estado de Massachusetts (ver cuadro).
Se trataría de que, gracias a fondos estatales y a una estructura de seguro médico proporcionada en última instancia por el Estado federal, asegurarse, tener un seguro médico fuera más atractivo y más barato.
Paralelamente, el modelo de Obama mantiene e incluso extiende la cobertura del empleador, que debe “entrar en el juego o pagar” (el “play o pay”). El coste de estas sumas aportadas al funcionamiento actual del mercado se estima según los expertos en al menos 100 mil millones de dólares (80 mil millones de euros) por año, más caro en tanto que se deben recuperar “los malos riesgos crónicos” con la caja de la seguros federal que deberá crearse. Se trataría, también, de abaratar las primas ordinarias. El nuevo presidente piensa financiar el presupuesto necesario, con, entre otras maneras, “una reducción de costes del propio sistema de salud, una bajada de los precios de los medicamentos, etc.” Queda por ver si, al evitar cuidadosamente prometer una cobertura universal y obligatoria, Obama ha hecho todo lo posible para no caer en la trampa que machacó el proyecto de Bill y Hillary Clinton, en los años 1993-1994, presentado entonces, como un plan faraónico y socialista por los republicanos.
En mejor coyuntura política Barack Obama, que debe hacer frente en sus inicios a la grave crisis financiera, deberá decidir cuándo y cómo pasa de las palabras a los hechos. Ahí está la clave…
NOTA
Massachusetts, pionero en la cobertura universal, va a hacer escuela…
Massachussetts es un pequeño Estado del noreste del país, que creó en 2006, la cobertura de enfermedad universal para sus habitantes. Que allí además es obligatoria.
Ahora bien, salvo en este último e importante punto, olvidado en el programa de presidente electo Obama, su proyecto está calcado, casi punto por punto, del modelo puesto en práctica en Massachusetts.
En resumen, se mantiene el sistema de cobertura asociado al empleo pero se añade a los agentes de este mercado (las aseguradoras) una caja de fondos pública y de subvenciones para ayudar a aquellos ciudadanos cuyos medios son insuficientes. En dos años, desde la entrada en vigor de esta ley, llamada Capítulo 58 y que, ironías de la historia, tuvo que firmar Mitt Romney, desdichado ultraliberal candidato republicano, por entonces gobernador del Estado. Los expertos y las asociaciones cívicas, hablan de cerca de 500.000 nuevos asegurados.
Concretamente, la tasa de personas no cubiertas se ha dividido por dos en el Estado : de más del 13 %, ha caído al 7%. Es la cifra más baja del país. A valorar por Obama y sus estrategas : el apoyo popular a este modelo, ya fuerte en sus inicios, ha crecido ampliamente, según recientes sondeos. Puede ser una señal política.


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