TIEMPO DE PALABRA
"La presencia del candidato opositor ha creado un interesante polo gravitacional"
CARLOS BLANCO , WWW.TIEMPODEPALABRA.COM | EL UNIVERSAL
domingo 22 de julio de 2012 12:00 AM
La revolución aburre
No es un hombre enfermo. Es un sistema enfermo, arruinado, que huele piche. Nada puede esconder el atrevimiento Chávez de querer permanecer por lo menos 20 años en el poder (él dice que más); casi una generación completa. Hay varios trastornos atravesados en ese hecho: un hombre se considera indispensable, lo cual quiere decir que no ve a nadie a su alrededor con las aptitudes de sustituirlo; pero, peor aún, no se ve a sí mismo como una persona corriente, que podría caminar libremente por alguna calle de Venezuela, ni siquiera como una referencia ajena al poder, a la que los ciudadanos consulten o admiren; sólo se piensa en el poder y pensarse fuera de éste se le convierte en tragedia personal.
Un segundo trastorno es el de la corte que lo acompaña. Los venezolanos han sido respondones, alebrestados, rebeldes; y la verdad es que suena muy raro esa sumisión ruinosa de los colaboradores del Presidente que no se cansan de exaltar sus virtudes, valores, características, cualidades, sin que la exhibición de adulancia les provoque un mínimo rubor. Unos tarajallos, creciditos, con alguna experiencia existencial, derretidos en torno a las virtudes que le han descubierto al Comandante. Uno ha llegado a decir que todos quieren ser como él; el de más allá moquea cada vez que el hombre hace un arrumaco sentimental; todos ríen de los miserables chistes que hace su jefe a costa de quienes le adversan. Por lo bajo algunos manifiestan hastío, pero nadie se atreve a una conversación -ni siquiera confidencial- porque el último que se atrevió a proponer en un pequeño grupo que se discutiera la sucesión presidencial fue denunciado por un acuseta presente.
Un tercer trastorno es el de centenares de miles de venezolanos que siguen a Chávez. Sin duda hay miedo, pero también hay apoyo. A pesar de que el régimen ha hecho un indudable esfuerzo redistributivo dado el elevado ingreso fiscal, la situación de pobreza continúa en forma aguda en términos de calidad de vida. La pobreza medida por el ingreso ha disminuido pero el índice de miseria (desempleo más inflación) es muy elevado. Sin embargo, es constatable que hay un alto porcentaje de venezolanos que aun con esa situación sienten que Chávez los representa. Faltan estudios sobre este tema para ver hasta qué punto el resentimiento que revela el caudillo, la procacidad como forma de relación humana, el irrespeto al prójimo, el sarcasmo ejercido por el poder contra quien no lo tiene, son formas que tienen resonancia con elementos culturales profundos de un sector importante del país.
¿MIENTE O SE LO CREE?. Son evidentes las promesas incumplidas y muy especialmente las incumplibles. Sin embargo, las hace una y otra vez sin que el músculo de la vergüenza se le mueva. Podría atribuirse a impudicia, la del guapo retrechero que junto a otros malandros, escarnece a la joven pareja que pasa por la esquina, le espeta una insolencia o le da un agarrón a la muchacha. Sin embargo, hay más. Así como existe un mundo virtual que implica otra dimensión de la existencia; existe también el mundo discursivo del poder: existe lo que Chávez nombra. Las promesas de las casas van creando una realidad que es la de los "posibles", las viviendas que serán, los empleos que serán, los sueldos que serán, las universidades que serán, las estaciones aeroespaciales que serán... El mundo de lo que habrá de ser en forma progresiva se convierte en una realidad irreal en la que los ciudadanos circulan, se adjudican propiedades, se disputan derechos. Claro que habrá casas como las de Ciudad Caribia o las monstruosidades de la Av. Libertador de Caracas, espacios urbanos que serán invivibles para los viejos y los nuevos habitantes, pero que son el testimonio fugaz, incompleto, del país lleno de viviendas que el discurso promete para todos cuantos las necesiten.
En ese mundo de espejos, en el cual una vivienda tangible se reproduce indefinidamente en los fragmentos de azogue, retoña la promesa revolucionaria. Son partículas de realidad que chocan unas con otras y que en la energía que despliegan mantienen el discurso del Comandante, siempre dispuesto a hacer lo que no ha hecho y tal vez hasta le conviene no hacerlo para poder prometerlo en cada rotación del planeta.
HASTÍO. Ha producido cansancio. El país voltea hacia otro lado. Aparte de los opositores firmes y radicales, esa franja de la sociedad que ha apoyado el bochinche bolivariano o que descree de todos o que se encuentra en la labor agotadora de la sobrevida, pareciera mirar en la búsqueda de una salida. En ese lugar parece instalado Henrique Capriles, como para ser visto por los que quieren ver.
La presencia del candidato opositor ha creado un polo gravitacional interesante, hacia el cual se desliza no sólo los que por razones políticas se oponen al gobierno sino muchos que quieren cambio: cambio de rostros, de lenguaje, de colores, de actitudes, de sonidos, de estridencias, de miedos,...
El Gobierno sabe que Capriles marcha hacia lo que es más que una propuesta política y se torna una especie de llave de salida ante una situación opresiva que para muchos se ha vuelto irresistible por tóxica y violenta. Al margen de las encuestas, es obvio que Capriles viene en ascenso. Esta evolución es la que explica la violencia verbal de Chávez y sus parejeros contra él.
En este punto es que el candidato opositor y su grupo privado de asesores tienen la obligación de prevenirse frente a las zancadillas. Haber aireado un supuesto comunicado militar para impedir que Capriles fuera escuchado en los cuarteles entra dentro del campo de los errores que una franca excusa puede cubrir; pero, haber firmado el acuerdo propuesto por Chávez, por vía interpuesta del CNE (en contra del de Capriles) es un descalabro. Si el candidato le ha dicho al mundo que el CNE no es confiable; si todo el mundo sabe que no es verdad que las elecciones son, limpias y transparentes, si la MUD acordó no firmar ese acuerdo, ¿qué sentido tiene haber ido a firmarlo por trascorrales? Quién decidió?
La candidatura de Capriles crece. El trecho que queda es difícil y decisivo. Es una opción producto de la deliberación libre de la sociedad democrática que consideró que era su mejor abanderado. Nadie tiene derecho -y lo voy a decir en forma deliberadamente confusa y vaporosa- a sacrificar lo que representa Capriles en función de intereses parciales; ni siquiera el candidato tiene ese derecho. La oposición le dio el mandato de reunir las fuerzas, liderarlas, enfrentarlas a Chávez y vencer; no le dio el mandato de construir un partido, ni proyectarse para 2018, ni servir de portaviones a nadie. Un mandato similar y fuerte se le dio en el pasado a E. Mendoza, luego a M. Rosales. De cumplirse, que Dios, la Patria y todo lo que respire, se lo agradezcan; si no, que se lo demanden con furia.
Twitter @carlosblancog
No es un hombre enfermo. Es un sistema enfermo, arruinado, que huele piche. Nada puede esconder el atrevimiento Chávez de querer permanecer por lo menos 20 años en el poder (él dice que más); casi una generación completa. Hay varios trastornos atravesados en ese hecho: un hombre se considera indispensable, lo cual quiere decir que no ve a nadie a su alrededor con las aptitudes de sustituirlo; pero, peor aún, no se ve a sí mismo como una persona corriente, que podría caminar libremente por alguna calle de Venezuela, ni siquiera como una referencia ajena al poder, a la que los ciudadanos consulten o admiren; sólo se piensa en el poder y pensarse fuera de éste se le convierte en tragedia personal.
Un segundo trastorno es el de la corte que lo acompaña. Los venezolanos han sido respondones, alebrestados, rebeldes; y la verdad es que suena muy raro esa sumisión ruinosa de los colaboradores del Presidente que no se cansan de exaltar sus virtudes, valores, características, cualidades, sin que la exhibición de adulancia les provoque un mínimo rubor. Unos tarajallos, creciditos, con alguna experiencia existencial, derretidos en torno a las virtudes que le han descubierto al Comandante. Uno ha llegado a decir que todos quieren ser como él; el de más allá moquea cada vez que el hombre hace un arrumaco sentimental; todos ríen de los miserables chistes que hace su jefe a costa de quienes le adversan. Por lo bajo algunos manifiestan hastío, pero nadie se atreve a una conversación -ni siquiera confidencial- porque el último que se atrevió a proponer en un pequeño grupo que se discutiera la sucesión presidencial fue denunciado por un acuseta presente.
Un tercer trastorno es el de centenares de miles de venezolanos que siguen a Chávez. Sin duda hay miedo, pero también hay apoyo. A pesar de que el régimen ha hecho un indudable esfuerzo redistributivo dado el elevado ingreso fiscal, la situación de pobreza continúa en forma aguda en términos de calidad de vida. La pobreza medida por el ingreso ha disminuido pero el índice de miseria (desempleo más inflación) es muy elevado. Sin embargo, es constatable que hay un alto porcentaje de venezolanos que aun con esa situación sienten que Chávez los representa. Faltan estudios sobre este tema para ver hasta qué punto el resentimiento que revela el caudillo, la procacidad como forma de relación humana, el irrespeto al prójimo, el sarcasmo ejercido por el poder contra quien no lo tiene, son formas que tienen resonancia con elementos culturales profundos de un sector importante del país.
¿MIENTE O SE LO CREE?. Son evidentes las promesas incumplidas y muy especialmente las incumplibles. Sin embargo, las hace una y otra vez sin que el músculo de la vergüenza se le mueva. Podría atribuirse a impudicia, la del guapo retrechero que junto a otros malandros, escarnece a la joven pareja que pasa por la esquina, le espeta una insolencia o le da un agarrón a la muchacha. Sin embargo, hay más. Así como existe un mundo virtual que implica otra dimensión de la existencia; existe también el mundo discursivo del poder: existe lo que Chávez nombra. Las promesas de las casas van creando una realidad que es la de los "posibles", las viviendas que serán, los empleos que serán, los sueldos que serán, las universidades que serán, las estaciones aeroespaciales que serán... El mundo de lo que habrá de ser en forma progresiva se convierte en una realidad irreal en la que los ciudadanos circulan, se adjudican propiedades, se disputan derechos. Claro que habrá casas como las de Ciudad Caribia o las monstruosidades de la Av. Libertador de Caracas, espacios urbanos que serán invivibles para los viejos y los nuevos habitantes, pero que son el testimonio fugaz, incompleto, del país lleno de viviendas que el discurso promete para todos cuantos las necesiten.
En ese mundo de espejos, en el cual una vivienda tangible se reproduce indefinidamente en los fragmentos de azogue, retoña la promesa revolucionaria. Son partículas de realidad que chocan unas con otras y que en la energía que despliegan mantienen el discurso del Comandante, siempre dispuesto a hacer lo que no ha hecho y tal vez hasta le conviene no hacerlo para poder prometerlo en cada rotación del planeta.
HASTÍO. Ha producido cansancio. El país voltea hacia otro lado. Aparte de los opositores firmes y radicales, esa franja de la sociedad que ha apoyado el bochinche bolivariano o que descree de todos o que se encuentra en la labor agotadora de la sobrevida, pareciera mirar en la búsqueda de una salida. En ese lugar parece instalado Henrique Capriles, como para ser visto por los que quieren ver.
La presencia del candidato opositor ha creado un polo gravitacional interesante, hacia el cual se desliza no sólo los que por razones políticas se oponen al gobierno sino muchos que quieren cambio: cambio de rostros, de lenguaje, de colores, de actitudes, de sonidos, de estridencias, de miedos,...
El Gobierno sabe que Capriles marcha hacia lo que es más que una propuesta política y se torna una especie de llave de salida ante una situación opresiva que para muchos se ha vuelto irresistible por tóxica y violenta. Al margen de las encuestas, es obvio que Capriles viene en ascenso. Esta evolución es la que explica la violencia verbal de Chávez y sus parejeros contra él.
En este punto es que el candidato opositor y su grupo privado de asesores tienen la obligación de prevenirse frente a las zancadillas. Haber aireado un supuesto comunicado militar para impedir que Capriles fuera escuchado en los cuarteles entra dentro del campo de los errores que una franca excusa puede cubrir; pero, haber firmado el acuerdo propuesto por Chávez, por vía interpuesta del CNE (en contra del de Capriles) es un descalabro. Si el candidato le ha dicho al mundo que el CNE no es confiable; si todo el mundo sabe que no es verdad que las elecciones son, limpias y transparentes, si la MUD acordó no firmar ese acuerdo, ¿qué sentido tiene haber ido a firmarlo por trascorrales? Quién decidió?
La candidatura de Capriles crece. El trecho que queda es difícil y decisivo. Es una opción producto de la deliberación libre de la sociedad democrática que consideró que era su mejor abanderado. Nadie tiene derecho -y lo voy a decir en forma deliberadamente confusa y vaporosa- a sacrificar lo que representa Capriles en función de intereses parciales; ni siquiera el candidato tiene ese derecho. La oposición le dio el mandato de reunir las fuerzas, liderarlas, enfrentarlas a Chávez y vencer; no le dio el mandato de construir un partido, ni proyectarse para 2018, ni servir de portaviones a nadie. Un mandato similar y fuerte se le dio en el pasado a E. Mendoza, luego a M. Rosales. De cumplirse, que Dios, la Patria y todo lo que respire, se lo agradezcan; si no, que se lo demanden con furia.
Twitter @carlosblancog
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Escriba aqui su comentario y respete las normas y la ortografía. Gracias