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viernes, 22 de junio de 2012

CIHPRESS: Verdades perturbadoras desde Camaguey

CIHPRESS: Verdades perturbadoras

Verdades perturbadoras


Por Jorge Alberto Liriano Linares/ Hablemos Press.



Camagüey, 22 de junio.- Durante más de medio siglo la prensa oficialista ha servido como instrumento de manipulación, desinformación y desequilibro de la realidad. Después de 53 años, el humilde y laborioso pueblo cubano se adaptó a vivir en la mentira, el fraude y la corrupción. Los medios informativos al servicio del régimen cooperaron, como una epidemia de cinismo y doble rasero, en este sentido.

Tal es así que ya hoy no engañan a nadie, y muchos menos si se trata de un tema tan escabroso y despiadado como el del sistema penitenciario.

Como si cada familia humilde, en este país, no hubiese sufrido en carne propia el encarcelamiento de un ser querido; como si la población cubana desconociera como viven y son tratados los presos en el interior de las cárceles.

Dolorosamente, los cubanos tienen demasiados pasajes terribles haciendo sangrar sus heridas, como consecuencia del estado de represión y terror que se les impone; de hecho, los llamados Tribunales Populares son odiados por el pueblo, debido a su condición de instrumentos dóciles de represión.

¿Cuánto más pudiera odiar la fuerza represiva paramilitar, sus cuarteles de detención policial y sus innumerables centros de tortura y encarcelamiento?

Existen muchas verdades latentes dentro de esa gran maquinaria de horror, compuesta por el aparato represivo, el sistema judicial y el sistema penitenciario; verdades que perturban, horrorizan y desgarran sentimientos humanos, esos que la prensa oficial al servicio de la dictadura tiene prohibido publicar y que los pones contra la pared en entre dichos de ser o no ser, haciéndolos cómplices de torturadores y asesinos sin ningún tipo de escrúpulos.

Verdades irrebatibles, como la enorme cifra de niños, adolecentes, jóvenes, mujeres y ancianos que se hunden en la desesperanza y el desconsuelo de un sistema penitenciario carente de condiciones mínimas para la vida humana, donde prevalecen los altos niveles de violencia incontenibles, la insalubridad y el hacinamiento; donde impera la corrupción, el crimen despiadado, los maltratos físicos, las torturas físicas y sicológicas; donde prima la discriminación racial y el tratamiento brutal en detrimento de la integridad y dignidad humana de los condenados y familiares.

El pueblo cubano adolece de libertad y derechos, sufre la desinformación a que lo someten, pero tampoco es ciego, y sabe valorar el secretismo cómplice de la prensa y los diferentes medios informativos.

¿Cuántas veces la prensa oficialista denunció los cientos de personas que se suicidan o intentan suicidarse cada año, tras los muros de las cárceles? ¿Cuántas veces publicó la cifra de los que mueren en circunstancias extraña? Los que mueren por la carencia de asistencia médica; los que se auto-agreden desesperados, víctima de la impotencia, el odio y el estrés del medio.

¿Cuántas veces, la prensa de los que se auto-titulan respetuosos exponentes del derecho a la vida, denunciaron un solo caso de los miles de apaleados y tiroteados por la policía en las calles; de los miles de lesionados y asesinados por los militares, en su cruel y despiadada carga de represión y terror en los centro penitenciarios.

¿Cuándo los medios y redes sociales oficialistas dieron a conocer un solo caso de los miles de torturados en las tenebrosas celdas de castigo de las prisiones y centros de detenciones policiales, donde hasta nuestros días se siguen empleándose los métodos más espeluznantes, sádicos, crueles e irrazonables.

¿Cuándo los periodistas, al servicio del régimen, le dedicaron un simple y humanitario artículo a los miles de pacientes siquiátricos confinados en las cárceles; a los enfermos de SIDA, tuberculosis y cáncer; a los miles de discapacitados físicos; a los ciegos y adictos a la droga que hoy se hunden en la podredumbre de un sistema penitenciario que no reeduca ni rehabilita, y mucho menos construye, ni logra insertar a nadie en la sociedad?

¿Dónde está el apego a los principios y a la verdad, de que tanto se vanaglorian las marionetas de los medios oficialistas, cuando jamás le dedicaron unas líneas a los miles de fusilados y desaparecidos; a los cientos de condenados a cadena perpetua; a los miles de detenidos, de manera arbitraria; a los que jamás tuvieron el derecho a demostrar su inocencia en un proceso leal, justo y trasparente?

Cuándo la prensa oficial le dedicó un solo artículo a los que cumplen sanciones excesivas por delitos menores; a los miles de sancionados -injusta y arbitrariamente- que de tanto ser peloteados, por el burocratismo y la corrupción del sistema judicial, hoy viven sumidos en la angustia, la desesperanza, y en completo abandono legal.

De qué respeto, a la dignidad y el mejoramiento humano, se atreven a hablar los que trataron de confundir y tergiversar el vil asesinato del luchador Orlando Zapata Tamayo, quien falleció después de 83 días de huelga de hambre, sumido en total abandono en la celda de castigo de una prisión.

La historia se repitió, cuando fallece en idéntica circunstancias, este año, el opositor Wilman Villar Mendoza, luego de 50 días de huelga, y como si fuera poco, muere también en circunstancias extrañas Laura Pollán, paradigma de coraje y dignidad y líder de las Damas de Blanco.

Estas verdades resultan pruebas y exponentes de las violaciones sistemáticas del derecho internacional, y especialmente del derecho a la vida.

Critica ferozmente al enemigo histórico, Estados Unidos; hablan, cuestionan y comparan los crímenes violatorios en Chile, España y otros países, pero lo hacen sin mirarse por dentro, si fijarse en la paja en su propio ojo, y acuden con total cinismo a ejercer una propaganda mentirosa, demagógica, que ya no confunde a nadie. La verdad se impone, perturba y corruga el alma; el disfraz de humanista ya se torna trasparente ante tanta verdad presente, ya no confunde ni engañan.

El pueblo cubano conoce, vive y sufre la verdad junto a la humanidad, a la que tampoco pueden embaucar con sus falacias. Endeblemente, la crueldad y el horror de tantos crímenes definen al régimen cubano como el más perverso y connotado violador de la legislación internacional y los derechos humanos.

Como dice el viejo proverbio: “Si no puedes probar lo que dices es mejor que guardes silencio, periodista lacayo”

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