EL MOVIMIENTO BLOGGER, ESTA LLAMADO A SER EL CATALIZADOR MORAL DE LOS GOBIERNOS, ANTE LOS OJOS DEL MUNDO
RAUL RIVERO: La rebeldía y la maquinaria del alboroto
Raúl Rivero
Madrid – Para todas las campañas que el régimen cubano diseña y subvenciona con los recursos de la sociedad que tiene prisionera, la oposición pacífica tiene una respuesta serena y generosa. Consiste en levantarse todos los días, con la policía apostada en la esquina o con un mitin de repudio en la puerta de la casa, a trabajar por los cambios radicales que quieren para el país donde nacieron.
Frente a la obstinación de un gobierno que trata de defender en sus panfletos y con sus cómplices foráneos que realiza una práctica decorosa en la defensa de los derechos humanos, los hombres y mujeres que luchan por la democracia dentro de la isla son la muestra viva de las violaciones oficiales de esos derechos.
Lo son, además, los presos políticos, las damas de blanco que están encarceladas y enfermas (como Niurka Luque Álvarez, apresada en marzo pasado) y una mayoría enorme, obligada a callar, que denuncia a los violadores con su silencio.
Cuando un país que en más de medio siglo no ha podido garantizar ni el desayuno de las familias, decide enviar al extranjero un avión con figurones, guatacas y chechermencheres graduados, lo que hace es un gesto hacia la nada porque sus mensajeros están contaminados por la falta de credibilidad y las pendencias de sus promotores.
Mientras esas gestiones desesperadas levantan la algarabía pasajera de una nota en las noticias del día, en Santiago de Cuba, en Santa Clara, Placetas, Matanzas, Ciudad de La Habana y Pinar del Río, por ejemplo, los líderes opositores, los activistas de base, el periodismo independientes, blogueros, artistas irreverentes y otras personas del interior profundo, han salido a cumplir con otra jornada de enfrentamiento directo y sin protagonismos frente a quienes ahora tratan de tapar el sol con un CUC.
Todo ese bullicio programado, que incluye las bienales de arte y encuentros mundiales de expertos en piropos, tiene entre sus objetivos primordiales el de pasarle por encima, ignorar y dejar al olvido a esos cubanos que desde sus sitios remotos, lejos de los reflectores de la prensa y en medio de condiciones precarias, se niegan a abandonar su labor pacífica por la libertad de Cuba.
Esos escándalos quieren, también, elevar la graduación de los lentes de quienes están empeñados en ver cambios en la sociedad cubana o en los ilusos que se han creído (porque quieren creer) la historia de la actualización o el reciclaje del socialismo. Para ellos es un recado liberal y novedoso que se autorice a un hombre a que abra una fonda o que otro se haga la idea de que es un comerciante porque puede vender en su casa un pedazo de pan con queso blanco.
El griterío artificial se apaga solo. La oposición pacífica sigue su marcha porque no es un capricho de nadie ni el fruto de una campaña de propaganda. Es una necesidad de los cubanos.
Frente a la obstinación de un gobierno que trata de defender en sus panfletos y con sus cómplices foráneos que realiza una práctica decorosa en la defensa de los derechos humanos, los hombres y mujeres que luchan por la democracia dentro de la isla son la muestra viva de las violaciones oficiales de esos derechos.
Lo son, además, los presos políticos, las damas de blanco que están encarceladas y enfermas (como Niurka Luque Álvarez, apresada en marzo pasado) y una mayoría enorme, obligada a callar, que denuncia a los violadores con su silencio.
Cuando un país que en más de medio siglo no ha podido garantizar ni el desayuno de las familias, decide enviar al extranjero un avión con figurones, guatacas y chechermencheres graduados, lo que hace es un gesto hacia la nada porque sus mensajeros están contaminados por la falta de credibilidad y las pendencias de sus promotores.
Mientras esas gestiones desesperadas levantan la algarabía pasajera de una nota en las noticias del día, en Santiago de Cuba, en Santa Clara, Placetas, Matanzas, Ciudad de La Habana y Pinar del Río, por ejemplo, los líderes opositores, los activistas de base, el periodismo independientes, blogueros, artistas irreverentes y otras personas del interior profundo, han salido a cumplir con otra jornada de enfrentamiento directo y sin protagonismos frente a quienes ahora tratan de tapar el sol con un CUC.
Todo ese bullicio programado, que incluye las bienales de arte y encuentros mundiales de expertos en piropos, tiene entre sus objetivos primordiales el de pasarle por encima, ignorar y dejar al olvido a esos cubanos que desde sus sitios remotos, lejos de los reflectores de la prensa y en medio de condiciones precarias, se niegan a abandonar su labor pacífica por la libertad de Cuba.
Esos escándalos quieren, también, elevar la graduación de los lentes de quienes están empeñados en ver cambios en la sociedad cubana o en los ilusos que se han creído (porque quieren creer) la historia de la actualización o el reciclaje del socialismo. Para ellos es un recado liberal y novedoso que se autorice a un hombre a que abra una fonda o que otro se haga la idea de que es un comerciante porque puede vender en su casa un pedazo de pan con queso blanco.
El griterío artificial se apaga solo. La oposición pacífica sigue su marcha porque no es un capricho de nadie ni el fruto de una campaña de propaganda. Es una necesidad de los cubanos.
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