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martes, 22 de mayo de 2012

Rafael Correa, el sucesor de Hugo Chávez | El Politico

Venezuela, Ecuador: Rafael Correa, el sucesor de Hugo Chávez | El Politico

EL MOVIMIENTO BLOGGER, ESTA LLAMADO A SER EL CATALIZADOR MORAL DE LOS GOBIERNOS, ANTE LOS OJOS DEL MUNDO

 
La enfermedad de Hugo Chávez ha provocado que se ponga en cuestión no solo su liderazgo en Venezuela sino el que hasta ahora ha tenido en América Latina. El “socialismo del siglo XXI” tuvo su mayor momento de auge entre 2005 (elección de Evo Morales) y 2009 (golpe de Estado contra Manuel Zelaya) pero desde entonces no ha conseguido nuevos adherentes en la región.
Muchos miran, en estos momentos, hacia Rafael Correa como el hombre que puede tomar el testigo de Hugo Chávez como líder principal y referente del “socialismo del siglo XXI” en caso de que la enfermedad del presidente venezolano siga avanzando.
Correa reúne las condiciones intelectuales (posee un doctorado en Economía de la Universidad de Lovaina -Bélgica) y de liderazgo necesarios para convertirse en ese referente. Es el mejor preparado académicamente (mejor que Evo Morales o Daniel Ortega), tiene carisma y gran capacidad oratoria y en su país mantiene una solida posición, a diferencia de lo que le ocurre a Evo Morales acosado por las protestas sociales.
El Presidente ecuatoriano, por el momento, rechaza que se le sitúe como líder latinoamericano “del chavismo sin Chávez” en la región: “esa es otra de las grandes equivocaciones, créanme que a mí no me interesa liderar absolutamente nada, lo que me interesa es servir, y ya tengo bastante trabajo con todo lo que tenemos que hacer en Ecuador”.
El mandatario atribuye a “inventos de la prensa que Chávez lo que buscaba era liderar, y si no está Chávez, entonces Correa … Creo que todos buscamos servir a nuestras patrias pequeñas, Venezuela, Ecuador, Bolivia, Argentina, y a la patria grande, nuestra Latinoamérica, y ahí estaremos siempre sirviendo sin que nos interese liderar absolutamente nada”.
Correa y el “socialismo del siglo XXI”
Pero lo que es incuestionable es que Rafael Correa se ha convertido en uno de los que más ha hablado del concepto “socialismo del siglo XXI”. Ya en 2007, proclamó el surgimiento de una “América Latina socialista del siglo XXI … Como un milagro se han derrumbado los gobiernos serviles, las democracias de plastilina, el modelo neoliberal, y ha empezado a surgir la América Latina altiva, libre, soberana, justa y socialista del siglo XXI”.
Un socialismo del siglo XXI que para Rafael Correa debe tener un claro contenido nacionalista y a la vez latinoamericanista, con un claro sesgo antiimperialista.
En palabras de Correa: “¡Cómo ha cambiado América Latina!, y seguirá cambiando, porque lo que vivimos no es una época de cambios, sino un cambio de época. El servilismo, el entreguismo están siendo tirados por nuestros pueblos al basurero de la historia”.
Además, ese socialismo del siglo XXI que propugna el correísmo es antineoliberal: “la noche neoliberal está llegando a su fin, el nuevo día ha comenzado” y una alternativa viable ante las crisis de las economías capitalistas occidentales. Para Correa, el mundo vive un “cambio de época“, pues la crisis “es estructural”.
En Ecuador el socialismo del siglo XXI tiene nombre propio, Revolución Ciudadana que es definida por Correa como un “cambio radical, profundo y rápido de las estructuras vigentes. Sobre todo los cambios en las relaciones de poder, es el gran desafío de América Latina en el siglo XXI, por lo menos en la primera etapa de este siglo. Y el cambio definitivo de las relaciones de poder. Éste estaba en unas cuantas manos y unas cuantas élites que siempre nos han explotado en contubernio con poderes extranjeros, y debe pasar al poder de las grandes mayorías, lo cual a su vez se traduce en la calidad de Estado. Pasar de esos Estados burgueses a verdaderos Estados populares”.
Algunos analistas como Simón Pachano ha destacado que detrás del concepto de “socialismo del siglo XXI” que esgrime Correa en realidad no hay nada: ”más allá de la retórica estatista de la nueva Constitución, hasta el momento no hay señales de grandes transformaciones y de decisiones trascendentales en la economía. El anunciado socialismo del siglo XXI no aparece más que en los discursos del Presidente y corre el riesgo de convertirse en la irónica consigna de un programa de ajuste o, peor aún, en el anuncio del fin de un experimento cargado de retórica”.
Discurso latinoamericanista y antiyaquinki
Para convertirse en líder regional Correa tiene dos de las características que encumbraron a Hugo Chávez (un mensaje latinoamericanista y antiimperialista). Además, como Chávez tiene capacidad oratoria, carisma y un pasado que le avala. Pero carece eso sí de lo más importante, el petróleo.
El gobierno chavista habría otorgado 82.000 millones de dólares en subvenciones y ha subsidiado a más de 40 países entre 2005 y 2011 gracias a unos ingresos petroleros de los que carece el ecuatoriano.
Rafael Correa fundamenta su liderazgo en una reacción a las políticas de los años 90, el neoliberalismo privatizador y que abrió las economías al comercio.
Unas políticas que tuvieron un cariz regional y una influencia norteamericana: ”Creo que es tiempo de esperanza en América Latina: “cosas buenas están ocurriendo en esta América morena, mestiza e indígena: la derrota política, económica y social del Consenso de Washington. Por fin América Latina, después de décadas, se atreve a generar pensamiento propio: el Socialismo del Siglo XXI. Ahora, atrevernos a pensar, atrevernos a proponer, ya es un paso adelante, un símbolo del cambio que está viviendo la región”.
Por lo tanto, ve su lucha no solo como ecuatoriana sino en clave latinoamericana pues en su opinión los gobierno de izquierda en Latinoamérica enfrentan similares retos y enemigos: “el proceso de cambio en América Latina tienen grandes resistencias que si no se manifiestan es que no dejaron de existir pero están esperando la oportunidad para liquidar esos procesos de cambio por todos los medios … su interés es detener los procesos de cambios”.
Una lucha que enfrentaría a estos gobiernos no solo con Estados Unidos sino con las elites nacionales: “son intentos de desestabilización orientados a los gobiernos de verdadero cambio. Para la oligarquía latinoamericana, para los grupos norteamericanos más reaccionarios, para los ‘halcones’ norteamericanos, la democracia en América Latina es buena hasta que ellos digan que hay que cambiarla. La democracia no les interesa en absoluto, lo que les interesa es mantener sus privilegios, mantener sus posiciones de poder”.
Y ese problema, en la visión de Correa, es un fenómeno regional: “por eso, permanentemente, los países progresistas de la región, los de verdadero cambio, tenemos que soportar conspiraciones que usted ha señalado: Venezuela en 2002, Bolivia en 2008, Honduras, exitoso, en 2009, fracasado en Ecuador, en 2010. Todos golpes de Estado atípicos”.
Este año ha asumido un especial liderazgo al negarse a acudir a la Cumbre de las Américas por la no presencia de Cuba (“Un país americano, por capricho de otro país, excluido de la Cumbre de las Américas, entonces que se llame cualquier otra cosa, conversatorio con Estados Unidos, pero que no se llame Cumbre de las Américas”)…
… y su reto directo a Estados Unidos (“¿Quién es él para convertirse en árbitro del bien y el mal o decidir qué es dictadura, qué es democracia? ¡Ya basta! Yo creo que la historia nos ha enseñado bastante sobre la doble moral que ha tenido Estados Unidos en cuanto a relaciones internacionales”).
Sin petróleo, la capacidad de proyección del correísmo a nivel regional no va a ser sencilla pero su mensaje por la forma y el fondo tiene capacidad de llegada.
Se trata de un territorio abonado y acostumbrado a los mensajes nacionalistas y antiimperialista (“nos explotaron demasiado. O sea con el neoliberalismo, y después con el señor [George W.] Bush. El señor Bush fue el mejor elector en América Latina, debemos de estarle agradecido. Muchos de los gobiernos progresistas de la región llegaron al poder gracias a él, en respuesta o en rechazo a sus políticas … América Latina perdió hasta la dignidad, la autoestima, a nadie le sorprendía que viniese un burócrata del FMI a decirnos qué hacer, a revisarnos las cuentas. Ahora, baja un burócrata del avión y por el mismo avión se va de regreso”).
ROGELIO NÚÑEZ – Infolatam |@ElPoliticoWeb

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