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domingo, 13 de mayo de 2012

Las malvinas y Fidel Castro

Cuba en Sucesión: La Congoja de Fidel Castro y Las Faulkvinas

La Congoja de Fidel Castro y Las Faulkvinas

En el primer párrafo de una de sus tantísimas defecciones, Fidel Castro pretende “deducir” el nombre del mandatario de Canadá. Tengo la completa seguridad que Fidel Castro conoce perfectamente el nombre del Primer Ministro de Canadá.

Lo que quiere dar a entender es, que no lo considera honorable y mucho menos amigo suyo. De ahí que intente (vanamente) de minimizarlo. A no ser que la enfermedad que padece y los muchos años que lleva a cuestas, le estén afectando la prodigiosa memoria que lo caracterizaba.

No debemos dejar de señalar la inmensa falta de respeto hacia la comunidad internacional, cuando en ese mismo párrafo “observa” que los casi 200 Estados que componen la Organización de Naciones Unidas son supuestamente independientes.

Ya en el segundo párrafo comenzamos a percibir las venenosas intenciones del maquiavélico ancianito cuando dice que en la segunda mitad del siglo pasado tuvo el “privilegio” de aprender y apreciar que los canadienses fueron siempre respetuosos y hasta hacían negocios con él, sin intervenir en los asuntos internos de la dictadura totalitaria neofeudal.

En el tercer párrafo explica que la dictadura (por él liderada) no afectó los intereses canadienses y que los gobiernos (canadienses), que se sucedieron con los años, no fueron cómplices económicos o bélicos de los Estados Unidos.

En el cuarto párrafo dice que Canadá no fue miembro de la Organización de Estados Americanos (organización que expulsó de su seno al desgobierno de los hermanos Castro Ruz por no avenirse a los principios de la carta). Prosigue diciendo que en esos años algunos líderes canadienses le visitaron. Pone como ejemplo a Pierre Elliot Trudeau, que lo visitó en Cayo Piedra del Sur. No menciona a la mujer de Trudeau.

En el quinto párrafo Fidel Castro supone que la OEA es una organización integrada por Estados soberanos, pero que tal afirmación “como otras muchas” encierra un gran número de mentiras.

Vamos a ver: ¿Reconoce Fidel Castro que el régimen que impera en Cuba hace que el país no sea soberano? Por supuesto que no. Lo que pretende la Bestia Ilustrada es pasarnos el gato y el bla, bla, bla del “espíritu de lucha” y “la esperanza de un mundo más digno” bajo un sistema neofeudal.

La OEA es una organización panamericana. Nada hay que suponer. Después de tan macabra suposición nos pretende llevar a la conclusión que los países de Europa, Asia u Oceanía no pueden pertenecer a la OEA si tuvieran colonias en el hemisferio occidental. Es preciso aclarar que la OEA es una organización solo para Estados americanos.

El caso de Canadá se diferencia solo en que el Jefe del Estado es la Corona Inglesa. La diferencia estriba en que cada cierto tiempo los canadienses acuden a elecciones libres y eligen diferentes primeros ministros y no como sucede en Cuba donde las elecciones amañadas resultan siempre en los mismos jefes de Estado y de Gobierno.

En el séptimo párrafo debemos responder a Fidel Castro que el Reino Unido no forma parte de la OEA, aunque él (con mucha mala fe lo ponga en duda).

Es entonces que llega el octavo párrafo y Fidel Castro se desplaya. De forma sarcástica llama “honorable”  al Ministro de Relaciones Exteriores de Canadá, solo porque éste no se decide a decir si apoya o no al gobierno argentino en el espinoso tema de las islas Faulkland.

¿Cuáles son las pretensiones de Fidel Castro? ¿Qué el Gobierno canadiense tome posiciones?

Creo que el gobierno canadiense hace muy bien en desear que reine la paz entre ambos países.

La soberanía de estas islas ha estado en conflicto entre el Reino Unido y la República Argentina desde 1833. Para la ONU la soberanía se encuentra en litigio, pero permite que la administración continúe en manos del Reino Unido.

Argentina, por supuesto, no reconoce la soberanía británica.

Un poco de historia:

En 1764 el conde francés Louis Antoine de Bougainville estableció Port Louis en la isla Soledad y tomó posesión de las islas en nombre del rey de Francia.

Ante la protesta española, en 1766 Francia accedió a evacuarlas y reconoció la soberanía española sobre el archipiélago, con la condición de indemnizar a Bougainville.

Los 115 colonos franceses quedaron bajo el gobierno de Felipe Ruiz Puente, que procedió a construir una capilla y otros edificios, estableciéndose la Gobernación de las Islas Malvinas.

Paralelamente, los británicos, en una expedición liderada por el comodoro John Byron, fundaron Port Egmont en la isla Trinidad del grupo de las islas Sebaldinas.

España logró la retirada de los británicos en el marco de los acuerdos llamados Convenciones de Nutka.

En 1811 las Malvinas fueron evacuadas por los españoles, quedando desiertas hasta 1820, siendo sólo visitadas por barcos balleneros de diversas nacionalidades.

 En 1820 el gobierno de Buenos Aires envió una fragata a tomar posesión y reafirmar sus derechos en las Malvinas, como sucesión de España.

Desde 1823 concedió a Luis María Vernet la explotación de recursos de las islas. El 10 de junio de 1829 se creó la Comandancia Política y Militar de las Islas Malvinas con asiento en la isla Soledad y jurisdicción en las islas adyacentes al cabo de Hornos. El 30 de agosto de 1829 Vernet fundó Puerto Luis.

Las actividades de contralor que Vernet llevó a cabo contra barcos balleneros hicieron que la corbeta de guerra Lexington de los Estados Unidos destruyera las instalaciones de Puerto Soledad.

El 2 de enero de 1833 llegó la fragata de guerra británica HMS Clio, al mando del capitán John James Onslow, quien comunicó al jefe argentino que iba a reafirmar la soberanía británica y retomar posesión de las islas en nombre del rey de Inglaterra.

El capitán de la goleta Sarandí, José María Pinedo, no se consideró en condiciones de resistir y optó por embarcar a sus hombres y retornar a Argentina.

Al día siguiente desembarcaron las fuerzas británicas, izaron su pabellón y arriaron el que había dejado Pinedo, tomando posesión de las Malvinas.

Hasta aquí la historia.

Ciento cuarenta y nueve años más tarde, los argentinos se percataron de que habían abandonado las islas (no quiero mencionar la palabra cobardía) sin oposición bélica o política e invadieron las islas provocando un enfrentamiento en el cual resultó hundido un buque añejo, por el cual los ingleses no tienen nada de que excusase. Los ingleses perdieron varios buques al ser atacados por la aviación argentina y aun están esperando excusas.

Sinceramente creo que el caso de las islas debe ser tratado en la ONU tal y como viene sucediendo con los territorios no autónomos bajo la supervisión del Comité de descolonización, con el fin de eliminar el colonialismo. Esta situación es examinada anualmente desde 1965.

A partir de este momento Fidel Castro comienza a desvariar. Se refiere a las transnacionales canadienses; los daños que los yanquis le imponían a Canadá y el daño que las empresas canadienses ocasionaban a millones de personas.

Nada dice Fidel Castro sobre el sistema de servidumbre semi esclava en que los empleados cubanos, contratados por una agencia empleadora del desgobierno, trabajan en las firmas canadienses.

El resto del artículo es corte y pega.

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