DE LA DICTADURA
A LA
DEMOCRACIA
Un Sistema Conceptual para la Liberación
por
Gene Sharp
Traducción al Español por Caridad Inda
¿DE DÓNDE SE DERIVA EL PODER?
Conseguir la libertad
con paz, por supuesto que no es tarea fácil. Va
a requerirse para ello una gran
destreza estratégica, organización y
planificación. Sobre todo, requiere poder. Los demócratas no pueden
esperar derribar la dictadura y establecer la libertad política sin la
capacidad de ejercer su propio poder en forma eficaz.
¿Pero cómo es posible
esto? ¿Qué clase de poder podrá la
oposición democrática movilizar
para destruir
la dictadura y su vasta
red militar y policiaca? La respuesta
se encuentra en una com-
prensión del poder político
generalmente ignorada. Llegar
a este
conocimiento intrínseco no es tarea demasiado
difícil. Algunas
verdades fundamentales son muy
sencillas.
La fábula del "Amo de los Monos"
Una parábola china del siglo XIV, atribuida a Liu Ji, por ejemplo,
destaca muy bien esta interpretación descuidada acerca del poder
político:7
En el estado feudal de Chu, un viejo vivía de tener monos
a su servicio. Las gentes lo llamaban
"ju gong": el Amo de
los Monos.
Todas las mañanas
el viejo reunía a todos los monos en su
patio y ordenaba al más viejo
que condujera a los demás
a
la montaña a recoger
fruta de los árboles
y matas. La regla
era que cada mono tenía
que darle al viejo la décima parte
7Esta historieta, originalmente titulada "Rule by Tricks" ("Gobernar por Tretas"), es
del Yu-Li-Zi, de Liu Ji (1311-1375). La traducción original se publicó en Nonviolent
Sanctions: News from the Albert Einstein
Institution (Sanciones Noviolentas: Noticias
de la Institución Albert Einstein), (Cambridge, Mass.) Vol. IV, No. 3 (Invierno 1992-1993) p. 3.
de lo que recogiera. Los que no lo hacían
eran brutalmente
azotados. Todos los monos sufrían amargamente, pero
no se atrevían a protestar.
Un día, un monito les preguntó
a los otros; "¿Fue el viejo
quien sembró los árboles y las matas?" Los otros le
respondieron: "No;
brotaron solos." El monito les dirigió
otra pregunta: "¿No podemos nosotros coger la fruta sin
permiso del viejo?" Los otros replicaron: "Sí, todos
podemos hacerlo." El monito siguió: "¿Entonces por qué
tenemos que depender
del viejo? ¿Por qué tenemos
que
servirlo?"
Antes que el monito hubiera
terminado su discurso
todos
los monos de pronto se sintieron iluminados, y
despertaron.
Esa misma noche,
al observar que el viejo
se había quedado
dormido, los monos rompieron las barreras del vallado
donde se hallaban
encerrados, y destruyeron el recinto
por
completo. También
se apropiaron de cuanta fruta
el viejo
tenía guardada y se la llevaron
al bosque, y nunca más
volvieron. Al fin el viejo murió de inanición.
Yu-Li-Zi dice: "Algunos hombres en el mundo gobiernan
a su pueblo mediante tretas y no por principios rectos.
¿No son éstos iguales al amo de los monos? La gente no
se ha dado cuenta de su embrutecimiento.
Apenas se les
ilumine el conocimiento, las tretas
dejarán de funcionar."
Los recursos que necesita el poder político
El principio es sencillo. Los dictadores requieren la ayuda de los
gobernados, sin la cual no pueden ni disponer de las fuentes
de poder
ni conservarlas. Entre las fuentes
del poder político
se encuentran
las siguientes:
• La autoridad - la creencia entre la gente de que el régimen es
legítimo y que tiene el deber moral de obedecerlo;
• Los recursos humanos - la cantidad e importancia de las per-
sonas y grupos que obedecen
a los gobernantes, cooperan
con ellos o los apoyan;
• El conocimiento y las destrezas - los que el régimen
necesita
para llevar a cabo acciones
específicas, y que le son sumi-
nistrados por las personas y grupos que cooperan con él;
• Los factores intangibles - los factores
sicológicos e ideológicos
que pueden mover a la gente a obedecer y apoyar a los
gobernantes;
• Los recursos materiales - hasta qué punto controlan los
gobernantes la propiedad o tienen acceso a ella, los recursos
naturales, el sistema económico y los medios de
comunicación y transporte; y
• Las sanciones - castigos con los que se amenaza,
o que se
aplican a los desobedientes o a los que no colaboran, para
asegurar su sumisión y cooperación, necesarias ambas para
que exista el régimen y para que ponga en práctica sus
políticas.
Todas estas fuentes,
sin embargo, dependen de la aceptación
del régimen, del sometimiento y obediencia de la población al mismo
y de la cooperación que le brindan
innumerables personas y muchas
de las instituciones de la sociedad. Estas fuentes no están
garantizadas.
Una plena cooperación, obediencia y apoyo, harán más
asequibles los recursos que el poder
necesita, y, en consecuencia,
fortalecerán la capacidad de obrar de cualquier gobierno.
Por otra parte, el negarles a los agresores y dictadores la
cooperación popular e institucional disminuye y puede anular
el
acceso a las fuentes de poder de las que dependen los gobernantes.
Sin acceso a tales recursos, el poder de los gobernantes se debilita, y
finalmente se disuelve.
Naturalmente, los dictadores son sensibles a las acciones
o ideas
que amenazan su capacidad de obrar como les dé la gana. Por lo
tanto, ellos están
dispuestos a amenazar
y castigar a quienes los
desobedezcan, les hagan huelgas o dejen de cooperar con ellos. No
obstante, aquí no acaba el cuento. Ni la represión ni cuantas
brutalidades se cometan
siempre resultan en la recuperación del
grado de sumisión y cooperación que el régimen necesita para
funcionar.
Si, a pesar de la represión,
se pueden restringir o recortar du-
rante un tiempo
suficiente los recursos de los que depende el poder,
los resultados pueden ser la incertidumbre y la confusión dentro de
la dictadura. Es probable que sobrevenga entonces
un notable
debilitamiento de su poder. Con el tiempo, el quitarle los recursos
al poder producirá la parálisis y la impotencia del régimen y, en
casos muy severos, su desintegración. El poder de los dictadores se
ira muriendo, lenta o rápidamente, de inanición política.
Por lo tanto, el grado de libertad o tiranía que existe bajo
cualquier gobierno es en gran medida un reflejo de la relativa
determinación de los súbditos de ser libres , y de la voluntad
y
capacidad de éstos de ofrecer resistencia a los esfuerzos que el
gobierno haga por esclavizarlos.
Contradiciendo la opinión popular, aún las dictaduras
totalitarias dependen de la población y las sociedades que gobiernan.
Como apuntó el politólogo Karl W. Deutsch
en 1953:
El poder totalitario es fuerte sólo si no tiene que ejercerse
con mucha frecuencia. Si el poder
totalitario tiene que
imponerse sobre toda la población y en todo momento,
no es probable que se mantenga vigoroso por mucho
tiempo. Como los regímenes
totalitarios requieren más
poder que cualquier otro tipo de gobierno para
relacionarse
con sus gobernados, tienen una necesidad
mayor de que los hábitos
de sumisión estén más amplia y
firmemente extendidos entre su pueblo. Más aún, tienen,
en caso de necesidad, que poder contar
con el apoyo activo
de porciones significativas de
la población.8
John Austin, el teórico inglés
del siglo XIX,
describió la situación
de una dictadura que se enfrentara
a un pueblo descontento. Aus-
tin argumentaba que si la mayoría
de la población estaba decidida
a
destruir al gobierno,
y se hallaba dispuesta a soportar la represión
que le impusiera por ello,
entonces el poder
del gobierno, incluyendo
aquellos que lo apoyaban, no podría preservar al odiado régimen,
inclusive si recibiera ayuda
del extranjero. No se podría someter
de
nuevo al pueblo desafiante a la obediencia y la sumisión
permanentes, concluía Austin.9
Mucho antes, Nicolás Maquiavelo había explicado que el
princípe "...
que tiene a todo el pueblo por su enemigo,
nunca puede
estar seguro, y mientras
mayor sea su crueldad, más débil se irá
volviendo su régimen".10
La aplicación política de estos principios la demostraron en la
práctica los heróicos noruegos que resistieron la ocupación nazi, y,
como se mencionó en el Capítulo Uno, los valientes polacos,
alemanes, checos, eslovacos y muchos más
que resistieron la agresión
comunista y su dictadura, y que finalmente contribuyeron a producir
el desmoronamiento del régimen
comunista en Europa. Este, por
supuesto, no es un fenómeno nuevo. Los casos de resistencia
noviolenta se remontan por lo menos hasta el año 494 a. de C., cuando
los plebeyos les negaron su cooperación a sus amos, los patricios
romanos.11 Los
pueblos en Asia, Africa, las Américas, Australasia
y
8Karl W. Deutsch, "Cracks in the Monolith" ("Grietas en el Monolito"), en la edición
de Carl J. Friedrich de Totalitarianism
(El Totalitarismo), (Cambridge, Mass: Harvard
University Press, 1954), pp. 313-314.
9John Austin,
Lectures on Jurisprudence or the Philosophy of Positive Law (Conferencias
sobre Jurisprudencia o Filosofía del Derecho Positivo), (5ta. edición, revisada y editada por Robert
Campbell, vol 2, Londres: John Murray, 1911 (1861
) Vol 1 P 296.
10Niccolo Machiavelli "The Discourses of the First Ten Books of Livy" ("Comentarios
a las Décadas de Tito Livio"), en The Discourses of Niccolo Machiavelli (Los Comentarios
de Niccolo Machiavelli), (Londres: Routledge y Kegan Paul,
1950), Vol 1, p 254.
11Ver Gene Sharp, The Politics
of Nonviolent Action
(La Política de la Acción
Noviolenta), (Boston: Porter Sargent,
1973), p 75 Y aquí y allá se encontrarán otros
ejemplos históricos.
las islas del Pacífico, así como en Europa han empleado
la lucha
noviolenta en distintos momentos.
Tres de los factores más importantes para determinar hasta
qué
grado estará o no controlado el poder del gobierno, son:
1) el deseo relativo por parte de la población de imponerle limites
al poder del gobierno;
2) la fuerza relativa de las organizaciones e instituciones independientes para quitarle colectivamente los recursos que
necesita el poder;
y
3) la relativa capacidad por parte de la población de negarle su consentimiento y apoyo.
Centros de poder democrático
Una de las características de la sociedad
democrática es que existe
una multitud de grupos e instituciones nogubernamentales. Ellas
incluyen, por ejemplo, la familia, las organizaciones religiosas, las
asociaciones culturales, clubes
deportivos, instituciones económicas,
sindicatos, instituciones estudiantiles, partidos políticos, pueblitos,
asociaciones de colonos,
clubes de jardinería, organizaciones de
derechos humanos, grupos musicales, sociedades literarias y
otras.
Estos cuerpos son importantes porque establecen sus propios
objetivos y también
porque ayudan a satisfacer las necesidades de
la sociedad.
Además, estos cuerpos tienen un gran significado político.
Suministran las bases grupales e institucionales para que la gente
pueda ejercer su influencia en la sociedad
y resistir la de otros grupos
o del gobierno cuando éstos claramente se inmiscuyan injustamente
en sus intereses, actividades y
propósitos. Los individuos aislados
que no son miembros de estos grupos, por lo general
se hallan
incapacitados para producir un impacto significativo en la sociedad,
mucho menos en el gobierno, y ciertamente no en una dictadura.
Por lo tanto, si la autonomía y libertad de tales cuerpos puede
ser suprimida por
los dictadores, la población quedará relativamente
indefensa. Además, si estas instituciones pueden ser controladas
dictatorialmente por el poder central,
o sustituidas por otras bajo
control de aquél, podrán ser utilizadas para controlar tanto a los
miembros individuales de éstas como a las áreas correspondientes
de la sociedad.
No obstante, si la autonomía
y libertad de estas instituciones
civiles independientes (fuera del control gubernamental) se pueden
mantener o recuperar, éstas serán de suma importancia para la
aplicación del desafío
político. El rasgo
común en los ejemplos
citados, donde las dictaduras han sido desintegradas o debilitadas,
ha sido la valiente aplicación masiva del desafío
político por la
población y sus instituciones.
Como hemos afirmado, estos centros de poder
sirven de bases
institucionales desde las cuales la población puede ejercer presión o
resistir los controles dictatoriales. En el futuro, serán una base
estructural indispensable para una sociedad
libre. El crecimiento
continuado y la independencia de las mismas, por consiguiente, es
a menudo el requisito
previo para el triunfo de una lucha de
liberación.
Si la dictadura ha tenido
éxito en destruir
o controlar los cuerpos
independientes de la sociedad, será
importante para los
que ofrezcan
resistencia, crear nuevos grupos sociales e instituciones
independientes, o tratar de recuperar el control de los cuerpos
sociales supervivientes o de los parcialmente controlados. Durante
la revolución húngara de 1956-57, apareció una multitud de "concejos
de democracia directa", que llegaron a juntarse
inclusive para
establecer durante varias semanas todo un sistema federal de
instituciones y gobierno. En Polonia, durante
las postrimerías de
1980, los trabajadores mantuvieron sindicatos ilegales
de Solidaridad
y, en algunos
casos, tomaron el control
de los sindicatos oficiales
dominados por los comunistas. Algunos de estos procesos
institucionales pueden tener consecuencias políticas muy
importantes.
Por supuesto, nada de esto significa que sea fácil debilitar o
destruir una dictadura, ni que cualquier
intento de hacerlo
tendrá
éxito. Desde luego no quiere decir que la lucha estará libre de
víctimas, porque los que todavía estén
sirviendo a la dictadura van
a contraatacar en un esfuerzo
por obligar a la población a regresar a
la cooperación y la obediencia.
Sin embargo, esta nueva percepción del poder significa, que la desintegración deliberada de una dictadura sí es posible.
Las dictaduras,
en
particular, tienen características específicas que las hacen
vulnerables al desafío político diestramente implementado.
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