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martes, 28 de febrero de 2012

Futuro de Cuba sin Chavez al frente de #Venezuela

EL MOVIMIENTO BLOGGER, ESTA LLAMADO A SER EL CATALIZADOR MORAL DE LOS GOBIERNOS, ANTE LOS OJOS DEL MUNDO

Podrían reeditarse en Cuba los peores momentos del Período Especial: los apagones, la disminución drástica del transporte público, la paralización de las plantas industriales que lograron mantenerse o arrancar gracias a la ayuda venezolana, la inestabilidad en  la entrega de los pocos productos alimenticios normados subsidiados por el estado y repartidos a través de la libreta de racionamiento, la drástica disminución de la calidad de los servicios turísticos y otros, a consecuencia de la falta de petróleo.

El descontento ya existente se podría generalizar y las protestas callejeras se podrían hacer masivas. La represión y el uso de las fuerzas de respuesta rápida y antimotines, solo agravarían la situación. Las amenazas al pensamiento diferente, cada vez serían más contraproducentes.
Si se llegara a crear un clima de hostilidad y represión generalizada, podría ser el fin de proceso revolucionario y se abriría el camino a la plena restauración del viejo régimen. La posibilidad de una intervención directa del imperialismo se haría presente.
Foto: Caridad
Los únicos responsables serían los que se han resistido a dar participación real en el poder al pueblo y a los trabajadores y han preferido la represión al diálogo.

Ante la crisis que podría acercarse, la única forma en que el gobierno-partido podría ofrecer una solución nacional, sería compartiendo verdaderamente el poder con los trabajadores y el pueblo, en cada centro de producción o servicios, en cada barrio, región  o municipio.

Tendría que desarrollarse aceleradamente  el programa amplio de participación de los trabajadores en el control directo sobre la dirección, la gestión y las utilidades de las empresas, fomentar el cooperativismo aceleradamente y abrir todas las puertas al trabajo por cuenta propia. Eso demandaría un radical cambio en los cuadros principales y en los métodos de dirección.

Paralelamente, tendría que avanzarse en un proceso de democratización del modelo político actual, que posibilite la elección democrática directa de todos los cargos públicos, la realización de referendos para la aprobación de los presupuestos participativos y las nuevas leyes,  la plena libertad de expresión y asociación que facilite a las fuerzas de izquierda derrotar políticamente las tendencias burocráticas y pro-capitalistas dentro y fuera del estado y organizar a los trabajadores y al pueblo en formas democráticas directas para ejercer el poder en los barrios, los municipios, la nación.

Una vez creados los Consejos de Trabajadores que dirigirían las empresas estatales, de acuerdo con nuevas formas de autogestión y cogestión, los colectivos de trabajadores deberían tener la plena capacidad para defender sus intereses, política y materialmente.

En fin, desarrollar un programa económico, político y social verdaderamente socialista y democrático.
Foto: Caridad
Hay lecciones históricas de los acontecimientos en la URSS y el “campo socialista”, que deben recordarse: al no contemplar los intereses de los trabajadores, al no compartir con ellos el poder real, el económico, al no permitir que los trabajadores dejaran de ser asalariados, para convertirse en libres asociados, en la nueva clase revolucionaria, el poder burocrático terminó perdiendo el apoyo de sus propios asalariados y en el momento de su aislamiento, los obreros terminaron colaborando con las fuerzas de la oposición restauradora capitalista, por la sencilla razón de que los capitalistas privados, pagan mejor que los capitalistas del estado y dan más libertades formales.

Hoy todavía, los trabajadores cubanos,  cansados de ser culpados de la situación actual por “indisciplinados”, colmados de paciencia, podrían aceptar la oferta de compartir el poder; pero el estado todo-poseedor y todo-decisor, tendría que saber que sería el comienzo del fin verdadero del burocratismo y la corrupción sistémica, de las prebendas estatales, de los tiempos ilimitados en los cargos, de los grandes presupuestos militares y de seguridad, el fin de estatalismo centralizado, para el nacimiento, entonces sí, del proceso de democratización y socialización del poder económico y político, de la revolución social pendiente, de la Cuba con todos y para el bien de todos, democrática y libertaria, con la que soñó Martí.

Sin la ayuda venezolana, la única forma de evitar la restauración del viejo régimen, es hacer verdaderamente efectivo, sin subterfugio alguno, el poder económico y político de los trabajadores y el pueblo.

Aún, el gobierno-partido tiene donde escoger: con el pueblo y con los trabajadores, o el “precipicio que estamos bordeando”.

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