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lunes, 26 de diciembre de 2011

Cuba y su futuro: dos visiones. Esto es lo que viene!

Cuba y su futuro: dos visiones

Enviado por ei en diciembre 25, 2011 – 23:19 pm

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Diego Trinidad, Ph. D.

Durante este año de 2011 que termina, por primera vez en los últimos seis, solo he escrito dos cortos artículos sobre Cuba.  En realidad, no hay mucho ya que escribir al respecto, puesto que la situación presente es cada día más desesperada, pero a la vez, no se visualiza el final.  Sobre su incierto futuro, también hay poco que escribir.  Eliminada hace tanto años una solución violenta, sobre todo en forma de acciones desde el exterior, especialmente apoyadas—como una vez fueron—por algunos gobiernos de Estados Unidos, los cubanos que anhelan la libertad para Cuba se han encontrado por mucho tiempo en el triste estado de tener que esperar por la muerte de los dos hermanos que hace más de medio siglo controlan el poder en la isla. Pero como nada se puede hacer sino esperar, algunos cubanos del Exilio Histórico, varios por frustración, varios por convencimiento, y varios por perfidia o por intereses económicos, se han dedicado a tratar—inútilmente—de buscar un acercamiento con el régimen (o con algunos altos funcionarios que supuestamente son opositores secretos) como una solución para inducir cambios en el gobierno que eventualmente traerían por lo menos un poco más de libertad y prosperidad para el pueblo cubano.

En mi opinión, todos los que tratan de lograr un acercamiento con el régimen, por las razones que sean, están equivocados, pues lamentablemente mientras los hermanos Castro vivan, ninguno de esos altos funcionarios se atreverá a abogar por cambios dramáticos.  Esta no es solo una opinión, sino lo que se ha demostrado hasta ahora, sobre todo desde que el hermano menor tomó el poder hace seis años.  Cambios han habido, si, y los siguen habiendo.  Algunos inclusive han sido más que cambios cosméticos.  Pero seguimos limitados a esperar por la desaparición de dos seres para poder verdaderamente esperar cambios significativos.  Sin embargo, algunos de los que se aferran a seguir buscando un acercamiento con el régimen,  durante este verano se propasaron cuando le dieron la bienvenida a un mediocre cantante de la isla que no es más que un agente del régimen.  Entonces no pude resistir y escribí los dos artículos que pensaba serían los únicos del 2011.

Los que proponen un acercamiento con el régimen o con ciertos elementos que consideran "reformistas" dentro de él, desean ir aún más lejos; desean extender una mano amistosa a muchos que las tienen manchadas de sangre, desean el perdón y la reconciliación entre todos los cubanos, los del Exilio Histórico y los que viven en la isla, incluyendo los que van y vienen, y basan esas "buenas intenciones" en su profesado "cristianismo".  Predican que únicamente ofreciendo una reconciliación entre todos se puede lograr la reconstrucción de una nueva Cuba y un mejor futuro para todos los cubanos, de aquí y de allá.  Todos los que piensan así, caen en un grave error, ya que confunden y tergiversan la filosofía cristiana.  Pero más importante, porque esa posición de perdón unilateral a quienes no lo merecen es totalmente injusta, y sin justicia no se puede fundar una Cuba nueva y mejor.

La filosofía cristiana, a diferencia de la teología cristina, está basada en tres grandes principios que se encuentran en los evangelios y en las epístolas de quien fue en verdad el fundador de la nueva religión cristiana, Pablo de Tarso.  El Sermón de la Montaña de Jesús, contenido en los capítulos 5, 6 y 7 del Evangelio de Mateo y  la magna oración cristiana del Padre Nuestro, exponen esos tres principios básicos de la nueva religión: amar al prójimo como a uno mismo—aún a los enemigos; voltear la otra mejilla a los que nos maltratan y nos ofenden; y perdonar a los que nos agreden de palabra y de obra, sin importar la gravedad de las ofensas. Estos principios, como filosofía, son básicamente antihumanos, en el sentido que van contra la naturaleza humana y aún en contra de las creencias judías del Antiguo Testamento.  Por eso el maestro humano Jesús tuvo que ser convertido en el ser divino Jesucristo.  De esa manera, lo antihumano de los tres principios se convierte en lo divino de una nueva religión que predica el amor, la humildad y la misericordia. Entonces la filosofía cristiana se convierte en la teología cristiana de la nueva religión. Pero lo central de la nueva religión, lo revolucionario en sí, es el perdón y el amor. Y ese perdón NO es incondicional ni unilateral.  Ese perdón necesita de dos elementos básicos que son el verdadero y sincero  arrepentimiento y la honesta contrición del ofensor.  Solamente de esa forma puede otorgarse el perdón y puede haber un reconciliación.  Sin ese quid pro quo no puede haber reconciliación.  Y los que proponen esa reconciliación entre cubanos raramente incluyen el quid pro quo.  Por eso están equivocados y por eso no puede—ni debe– haber reconciliación incondicional y unilateral.  Todo esto es lo que escribí en esos dos artículos hace algunos meses, mi crítica de años a la posición de los que desean el diálogo y el acercamiento entre los cubanos del Exilio Histórico y los que controlan el poder en Cuba hace más de medio siglo.

Las dos visiones sobre el futuro de Cuba que visualizo no se basan en la reconciliación entre los cubanos, aunque eso haría el futuro, bajo cualquiera de las dos visiones, mucho más fácil y mejor. La primera visión, la más probable y la que ya está en camino hace cinco años (pues obviamente la transición del poder de un hermano al otro ha ocurrido exitosamente, aunque el mayor todavía vive), NO es la que prefiero.  Pero es la que probablemente prevalecerá, aunque puede tener algunas importantes variantes. Esa visión mantiene la naturaleza del régimen y sobre todo, mantiene a una pequeña cúpula en el control del poder político en Cuba.  Incluye reformas verdaderas, sobre todo en lo económico, pero no cambios ni aperturas políticas radicales.  Es una visión que ofrece mejoras económicas y un poco de libertad política y social, pero NO incluye ni la verdadera libertad ni la justicia.  Con la desaparición de los dos hermanos, ya sea por muerte o por escape, esta visión toma su camino más propiamente en manos de los herederos del régimen.  Quiero decir los hijos, hijas y familiares cercanos de los hermanos Castro, no solamente los altos oficiales del régimen.  Esos, si deciden (o los dejan) quedarse en Cuba, compartirán el poder por un corto tiempo, pero los herederos serán los líderes de la nueva Cuba. Como estos herederos no son realmente ideólogos, sino meros oportunistas, para ellos será mucho más fácil adoptar medidas que abran la economía cubana en cooperación con algunos cubanos exiliados de los que proponen un acercamiento.  De esa manera, pueden aprovechar la experiencia comercial y las conexiones que esos escogidos cubanos exiliados pueden ofrecer y pueden conseguir inversiones extrajeras, una vez más, limitadas y escogidas, con la consiguiente mejora económica que esas medidas pueden traer a Cuba.  Los exiliados escogidos NO participarán del poder político por mucho tiempo, no importa que ese sea uno de sus principales objetivos.  Poco a poco puede haber algún nivel de participación política entre los cubanos de la isla.  Se pueden crear algunos partidos políticos que acepten y se adapten a las condiciones ofrecidas por el régimen.  Por supuesto, la gran mayoría de los presos políticos serían liberados (aunque la amenaza de represión y cárcel no desaparecerá).  Con esas dos condiciones se cumplen las principales exigencias de la Ley Helms-Burton y el embargo económico, incluyendo la prohibición de financiamientos y préstamos no solo de organismos internacionales, sino de bancos americanos privados y hasta ayuda directa del gobierno de Estados Unidos, se termina.  Habrá más "democracia" en Cuba, y esta "democracia" es en definitiva lo que los proponentes de un acercamiento prefieren, en lugar de verdadera libertad y sobre todo, justicia en una Cuba futura.  Vendrán mejoras reales, aunque se demoren, y Cuba eventualmente se incorporará a la comunidad de naciones "libres".

La segunda visión es mucho mejor, pero mucho menos probable.  Contempla que la misma cúpula de herederos siga en el poder, aunque no se descarta la posibilidad de algún éxodo de algunos de ellos. Los dirigentes del régimen hace tiempo tienen preparados ciertos "refugios" en caso de querer o tener que abandonar el país. Se han mencionado específicamente México, Chile, España (Galicia) y la India.  Pero algunos de estos refugios ya no son tan factibles porque los líderes conque se contaba para la protección de los que quisieran abandonar a Cuba  no están en el poder, como Fraga en Galicia, Indira Ghandi en la India, Salinas de Gortari en México o los gobernantes socialistas en Chile.  Pero ahora sobre todo México, con la gran probabilidad de que el PRI vuelva al poder, puede ofrecer garantías, ya que el PRI tiene preparado "entendimientos" con los narcotraficantes, como los tuvo en el pasado, y sería muy fácil acomodar a los cubanos que quisieran mudarse a México sin consecuencias políticas.  De la misma manera eso se podría lograr en Chile, ya que el presidente Piñera ha sido decepcionante en su gobierno y parece más interesado en ser políticamente correcto con la izquierda chilena, que en aplicar los principios en defensa de la libertad y la justicia que contribuyeron a llevarlo al poder. Dejar el poder es muy difícil y cuando no hay tanta seguridad de recibir protección en otros lugares de posible exilio, mucho más, pero quizás con tal de disfrutar de los millones robados y evitar ser ajusticiados en Cuba, algunos decidieran huir.

Pero hay una gran diferencia entre esta segunda visión y la primera aunque la cúpula de herederos mantenga el poder.  Si esos nuevos dirigentes son realmente inteligentes como algunos creen y si deciden utilizar al capital humano de profesionales tecnócratas preparados que existen en Cuba, pero sobre todo si deciden dejar a más cubanos del Exilio Histórico participar en el futuro de Cuba, entonces se pueden lograr mejoras y cambios verdaderos, y se pueden implementar mucho más rápido que de la otra forma.  El riesgo es poco.  En primer lugar, una gran parte del Exilio Histórico, sobre todo los más recalcitrantes oponentes del régimen, son muy mayores y no les queda ni tiempo ni energías para oponerse a una verdadera cooperación.  Además ¿por qué lo harían?  En segundo lugar, no todos los cubanos del Exilio Histórico participarían si el nuevo régimen ofreciera esa cooperación.  Muchos tienen su vida hecha en Estados Unidos, incluyendo buenas posiciones políticas y no tienen razón para dejarlas atrás, y otros no están en condiciones económicas de contribuir.  Naturalmente, los nuevos dirigentes serían también selectivos, aunque ofrecieran una participación mayor, y eso tampoco incluiría una participación política de momento, aunque la posibilidad de ella se ofrezca en un futuro menos lejano.  En esta segunda visión, las oportunidades de inversión extranjera serían mayores (incluyendo la de cubanos exiliados) y también las experiencias comerciales de los cubanos más exitosos pudieran  aprovecharse mejor.  Se pudiera ofrecer, como ha sucedido en muchos países totalitarios y opresivos, la posibilidad de algún tipo de justicia y así, la reconciliación sería más real, aunque tal justicia nunca fuera completa.  También sería mucho más fácil un reconocimiento de antiguas pérdidas de propiedades (sin incluir mayormente las viviendas, aunque siempre pueden haber ajustes) y alguna compensación, como se ha hecho en Europa Oriental.  Una vez más, la reconciliación así sería más sólida y duradera.  Esta segunda visión, entonces, ofrece lo que no la primera: ofrece la restauración de la libertad y la justicia para la construcción (no reconstrucción) de una Cuba nueva, para TODOS los cubanos.

El futuro de Cuba, bajo cualquiera de las dos visiones, en estos últimos años se puede considerar algo más optimistamente que antes.  Está la gran posibilidad de poder desarrollar la industria petrolera en las aguas del Golfo de México que pertenecen a Cuba, al igual que se pueden realizar muchos proyectos con el azúcar y el etanol de caña.  Esas dos posibilidades pudieran convertir a Cuba en un país energéticamente autosuficiente y hasta en un exportador neto de energía en un futuro.  El turismo, a pesar de haberse mejorado quizás más que nada en Cuba—en el caso de Varadero, Cayo Largo y Cayo Coco lo que se ha construido es impresionante—tiene muchas posibilidades, ya que en Cuba todavía escasean las habitaciones de hoteles para poder alojar a la enorme cantidad de turistas que pudieran visitar la isla en años próximos. Las industrias informáticas y biomédicas han sido creadas de la nada y tienen amplias posibilidades de seguir adelante. La pesca puede ser otra área de grandes logros, incluyendo el buceo comercial.  Por supuesto, industrias tradicionales (las que en mejor estado se mantienen) como el tabaco y el níquel que son y seguirán siendo puntales de la economía cubana, gozarían de una mayor expansión. Y la agricultura en general igualmente puede volver a ser lo que fue hace medio siglo. Si, es verdad que hasta la tierra ha sido arruinada bajo el nefasto sistema implantado por los Castro desde 1959.  Pero Cuba ahora no está ni remotamente en las condiciones de devastación casi total en que se encontraba en 1898, cuando terminó la Guerra Hispano-Americana que resultó en la independencia en 1902.  Pero en solo cuatro años, el país se levantó milagrosamente como el Ave Fénix, y en solo 55 años, Cuba se convirtió en la nación más próspera de Hispanoamérica.  Así puede ser otra vez, pero obviamente, bajo la segunda visión propuesta, esa recuperación y esas posibilidades de desarrollo se producirían mucho más rápido y bajo mejores condiciones.  Hasta el único logro real de la revolución, crear al hombre (y a la mujer) nuevo que soñó el Ché Guevara, puede ser revertido en no tan largo tiempo.  Los cubanos pueden ser una vez más trabajadores industriosos y pueden colocar a Cuba a la cabeza de Hispanoamérica como era en 1958. La población educada ya existe, ahora solo falta hacerla bien educada, sobre todo en moralidad y conocimientos históricos.

Naturalmente que los defensores de la libertad y la justicia preferiríamos una república constitucional con una economía de mercado libre y la menor intervención posible del gobierno en esa nueva sociedad.  Pero eso no es factible, sobre todo al principio.  Inclusive es hasta preferible un gobierno relativamente autoritario al principio para poder implementar las medidas económicas necesarias lo antes posible.  Una sociedad cerrada y una economía centralizada, como ha padecido Cuba por más de cincuenta años, no se pueden eliminar en corto tiempo y un gobierno de economía mixta con una buena intervención estatal es inevitable.  Pero eso no importa tanto, pues en definitiva hasta aquí en Estados Unidos existe una economía mixta.  Mientras cualquier gobierno que surja sea capaz de garantizar las inversiones privadas, de resolver la situación de reclamaciones por pérdidas y confiscaciones ilegales, de proteger la propiedad privada y de establecer lo antes posible un poder judicial independiente, una mayor o menor intervención del gobierno en la economía y en la sociedad futura son tolerables y muchos de los que queremos más libertad y justicia que esas condiciones óptimas ofrecerían, estaríamos dispuestos a contribuir a la construcción de una nueva república cubana.  Si hay voluntad política entre los nuevos dirigentes, la segunda visión, aunque menos probable, es posible.  Casi seguro la primera visión será la prevalente, pero no hay razón para no luchar por la otra, la más libre.  Solo así puede haber reconciliación, solo así Cuba puede tener un mejor futuro.


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