EL MOVIMIENTO BLOGGER, ESTA LLAMADO A SER EL CATALIZADOR MORAL DE LOS GOBIERNOS, ANTE LOS OJOS DEL MUNDO
Cómo escribir una novela…
Ahora enseguida les enseño, apronten lápices para tomar nota (La novela). Dejo que me citen en cualquier lugar (Citas y Frases por personajes conocidos de la historia); ya pronto, en pocos minutos, sabrán escribir una novela.
Lo difícil no es ni siquiera que haya que tener talento (El talento). Yo hablo de, aunque sea, escribir una mala novela. Lo importante es que diga algo chiquito en muchas, muchas páginas (Administración en una página). De que un concepto mínimo pueda estirarse hasta casi, casi, ser un sistema, una teleología -acabo de aprender que télos es traducible por objetivo, meta, sistema.
Y yo puedo enseñarles, de eso no me cabe duda (Diario trágico de una joven maestra). He escrito tantas cosas… tilingas… que han ocupado dentro de todo mucho espacio (El espacio-tiempo se curva en torno al observador). Fíjense. Lo que hago es mezclar la vida cotidiana y mis reflexiones de entrecasa con un ponerme seria como un filósofo y delirar, delirar profanaciones (Cátaros).
Es cuestión de atreverse. Otros se atreven a ganar dinero vendiendo útiles… innecesarios. Yo a tanto no me atrevería jamás. Y tampoco atraparía a nadie. No soy vendedora de objetos y cosas lindas, vendo, módicamente, palabras.
Me atrevo a hablar de la teoría de la relatividad, de los quantos y de los quepos; imagínense si no voy a atreverme a dar cátedra sobre juntar los cadáveres de muchas frases con cierta organización, y un mínimo de imaginación, para por lo menos sorprender. Una vez sorprendido, el lector sigue leyendo; una vez que sigue leyendo, y sigue las “ideas”, estas ideas son tan “imaginativas” que no muchos se atreven a refutarlas; no es una mala novela en todo caso, es apenas una novela incomprensible que cuenta algunos sabrosos chismes además, uno puede leer sólo la parte de lo cotidiano -la otra parte no existe; es una partitura pero que ningún músico adiestrado descifraría, es una partitura que sólo yo -el propio autor- descifro. Y además otros se hacen los que descifran, como me hago la que descifra a Joyce cuando no sé siquiera inglés, cómo podría…
¡Basta, ya enseñé bastante cómo estirar una idea!
Ahora a lo puntual: nuestra novela.
Principio de novela
Tómese un personaje, formado dentro de los bordes de la propia mente imaginativa, o por afuera. Dígase algo de él, o hágaselo hablar en primera persona, mas conservando la distancia. Que el lector sienta algo en común entre sí mismo y el personaje, pero que no lo vea entero, sino en un lugar de sombra donde pueda agregarle sus propios enigmas. Aunque el personaje no los tenga, aunque sea esdrújulo el personaje, basto.
Miren cómo quedó una página que arreglé de distintos escritos, poemas, cuentos y frases sueltas que se me ocurren de pronto y anoto:
A la grabación en la que Claudia confiesa el asesinato con mayor precisión, Justina no la usó nunca como materia literiaria. Está ahora aquí, sobre el escritorio, y habla de días, en especial por la mañana, en que Claudia y Urbano se reunían como en un gabinete de trabajo de la Edad media, o un laboratorio de magia negra, en la oficina de Urbano. Bajaban las cortinas…
Pero no, no me gusta; mejor les copio esta otra página, más reciente:
Novela policial
Tejo cuidadosamente las redes de la trampa donde voy a caer. Hay palas que se mueven sin hacer mucho ruido, y eso me llega en la noche, en secreto; son los que entierran como yo. Puedo ver o imaginar otros asesinatos que los míos, tengo sentidos como antenas colocadas en mi cuerpo y quizá en mi alma, pero ése no es el tema de este relato, sólo lo mencioné para nombrar de paso esa gran soledad y esa oscuridad de cuando me acuesto y trato de dormir aunque haya muchas horas, tantas y tantas que me invaden el sueño. Antes de dormirme por fin, quiero hablar con quien está a mi lado en la cama, pero mi voz se arrastra, repta, no alcanza a escucharse, yo no logro escucharme inclusive. Y ni siquiera sé con seguridad si hay alguien a mi lado en la cama cada noche, porque sospecho, pero no quiero tocar, que en la oscuridad pone bultos que simulan su cuerpo y cree engañarme; bueno, me engaña porque no quiero tocar.
Misterio es todo, pero yo quiero ser misterioso/a, especialmente para usted, Detective. Y quiero armar y desarmar el misterio, es decir revelarle algunas cosas, o tal vez todo aunque no linealmente, usted armará su juguete, sabrá quién soy o creerá (que es) (que yo soy) alguno de mis vecinos o vecinas.
“Mi mano está escribiendo sin tormento, sin amargura; vacilo de repente como una bailarina comiendo de sus pies; recojo la manzana podrida.”
Éste es mi corazón que voy a darle, usted va a saber de él, de su carne podrida; voy a confesar de algún modo…
Una advertencia: en los espejos hay niñas que me miran pero yo no soy esas niñas ni tampoco el ladrón que las roba, Comisario.
Voy a hablarle de un crimen y voy a hacerlo de un modo especial; haré para usted una novela en la que pueda descifrar ese crimen y quién soy o fui yo que asesinó.
En el silencio se siente miedo de verdad, cuando me están hablando esos recuerdos, mis manos que acarician el cuello de alguien y algo de dolor y de placer, esos recuerdos constituyen mi propia novela policial que releo: yo no habré escrito mucho pero he hecho mi propia novela con hechos tan reales, con puntadas de tanta realidad.
Nos mudados a este edificio en donde sucedieron los hechos hace 10 años (VER), y yo, sé que suena horrible, ya traía la idea de matar. Pero primero éramos un grupo de amigos; en cada departamento vivía un amigo o amiga o una pareja de ellos. A todos nos interesaba alguna forma de arte o de literatura, ¡qué gente, qué grupo atrabiliario!
Voy a tratar de descubrir la vida de cada uno de ellos, incluyéndome. Esa es la idea que se me ocurrió: que usted, Inspector –o Detective, o Comisario, no sé muy bien en realidad, pero imagino la persona a la que me dirijo-, me descubra, que este manuscrito sea una guía, llamémosle manuscrito para darle antigüedad, llamémosle novela para darle personalidad, como prefiera usted.
Ante todo quiero seguir divirtiéndome, sé que esto lo estremecerá. Pero a la vez quiero cumplir con un inexcusable deber ético: confesar. Sólo que usted deberá saber oírme.
Voy a describir, como creo que ya anticipé, cada departamento de este sector del edificio, como creo que era y se vivía allí en la época en que cometí el crimen. Cada departamento “sospechoso” tal como lo imagino y lo imaginé entonces, porque conozco y conocí muy bien a cada uno de sus moradores; ya le he dicho, todos somos o fuimos amigos, aun cuando las edades fueran extremadamente variadas; vinimos a vivir acá por un pacto de amistad y por ayudarnos en la soledad –aún en pareja la soledad nos ataca. Vinimos porque acá vivía alguien que era nuestro amigo, o que era un matrimonio o pareja amiga, y que a su vez había venido a vivir acá porque tenía un amigo, una amiga –o una pareja amiga.
Somos ocho personas, más la víctima.
Ocupamos entre todos tres pisos, entre los departamentos A y los B.
La víctima, usted es probable que ni siquiera tenga idea de que existe; y nadie más que yo tiene idea de que es o que fue una víctima.
Víctima de la muerte está claro que lo es, pero no suele pensarse de este modo, y aunque se piense, no es éste el modo de decirlo.
Como desde los años que estamos acá hay dos muertes entre nuestra gente, y ambas en apariencia naturales, usted deberá descifrar aparte cuál de esas muertes es el asesinato.
Acá algunos tienen –tenían, ahora ya son adolescentes- niños; no sólo las parejas “constituidas”. Hay una muchacha -que ahora es una mujer adulta- sola con un niño –que ahora es un adolescente o un joven. Tal vez usted no la descubra porque ella le habla al niño como si éste fuera un hombre, y el niño le habla a ella de un modo que tampoco es de niño.
Pero he sembrado pistas. Por ejemplo, yo una vez quise dedicarme a la pintura. Pinté un cuadro que no está nada mal. Lo tengo en mi cuarto, pero imagino que habrá muchos cuadros en cada casa, y que todavía puede haber más ahora, con el paso del tiempo.
La víctima no tenía un cuadro en su cuarto, pero ahora quizá pueda tenerlo. Digo que tal vez alguien puso ahora un cuadro en lo que era su cuarto, no lo sé.
El cuadro que yo pinté tiene nombre, pero ese nombre no está escrito en ninguna parte y sólo yo lo sé. Se llama –y ahora lo sabe usted también- “Los enamorados en el Obelisco”. Pero nada en el cuadro indica que esos que están allí estén enamorados y que ese fondo blanco que se ve sea el Obelisco, por eso no creo que lo descubra mediante esta pintura.
Si entra en mi casa, si entra en mi cuarto y ve presidiendo nuestra cama matrimonial ese cuadro, tampoco lo reconocería por el nombre, aunque, por otra parte, es el único nombre que le cabe. Lo pinté con amor, con nostalgia y hasta con odio por una tarde que me dejaron, y me dejaron allí, en el obelisco. Con ternura también.
Aunque muchos de los sospechosos o de los que están a punto de ser sospechosos tienen un cuadro en la cabecera de la cama, o lo tenían. En algunos debe estar sólo el rectángulo desteñido de la pared. FALTA TERMINAR
Instrucciones:
En los lugares donde dice Ver, o dice Falta terminar, vean y completen… En cuanto a las frases subrayadas, consideren sacarlas o arreglarlas, simplificarlas por ejemplo o bien hacerlas más elaboradas.
Envío
Lo más razonable sería consultar a gente como José Itriago, Benjadem, Vancho, Joise, etc., ¿no?
Lo más razonable quizá sería que cada uno escribiera sin ninguna instrucción.
Después de todo yo, la que les “enseña”, no terminé ninguna de estas muestras.
Ahora que lo pienso, lo mejor sería que ustedes me enseñaran a escribir, o mejor todavía, a leer una buena novela.
Citando una vez más a JLB, pero no literalmente, “no me enorgullezco de lo que he escrito, pero sí de lo que he leído”… Citando… y salvando las distancias.
Abrazos fuertes para todos. Estoy triste porque mi perra Polka está enferma.
Mora
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