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La simbiosis entre Cuba y Venezuela
El “negocio” parece atrayente para ambas partes. Para Cuba, se trata de su supervivencia económica. Para Chávez, de su supervivencia política. Emili J. Cárdenas.
Es difícil que hoy hubiera Cuba sin Venezuela. Pero, curiosamente, tampoco habría Venezuela sin Cuba. Para algunos, esto significa que Venezuela es un satélite de Cuba. Para otros, lo contrario. Ocurre que ambos países tienen, en la actualidad, una relación verdaderamente simbiótica de la que, por distintos motivos, hoy dependen de modo recíproco sus respectivas supervivencias. Quizá por esto la acusación de que, desde 2005, hay una auténtica “VeneCuba”.
Cuando la salud de Fidel Castro, así como la de Hugo Chávez, están amenazadas, hay unos 50 mil cubanos que trabajan en Venezuela, fundamentalmente prestando servicios médicos, así como en el área de defensa e inteligencia. Venezuela retribuye a Cuba por sus labores como si se tratara de una importación más del rubro “servicios”.
Los expatriados cubanos, por su parte, se quejan de la escasa retribución que ellos, a su vez, reciben de su propio gobierno, que de alguna manera está entonces exportando a Venezuela una suerte de abominable trabajo esclavo. Por esto hay quien sostiene que esta es la “segunda invasión” cubana a Venezuela, disimulada de ese modo. De alguna manera, este mismo modelo opera también en Bolivia, con ciudadanos venezolanos y cubanos desplegados en el país del altiplano.
Cada día, Venezuela envía cientos de miles de barriles a Cuba con crudo y refinados, que vende a precios subsidiados. Se calcula que hasta ahora la ayuda venezolana a Cuba disfrazada de este modo asciende a unos 19.400 millones de dólares. Una verdadera fortuna, en particular para un país que aún tiene a la mitad de su población estancada en la pobreza. Esto es el 70 por ciento del total de “ayuda externa” suministrada por Chávez a los regímenes afines, fundamentalmente a los que conforman esa institución comercial amorfa a la que llaman el “Alba”. De ese enorme importe, unos 14.200 millones de dólares fueron ya “repagados” por Cuba con servicios médicos o de otra naturaleza. Con trabajo, entonces. Otros 3.400 millones son simplemente generados a través de los precios de los hidrocarburos que suministra Venezuela a Cuba, que poco y nada tienen que ver con el mercado.
Los cubanos expatriados prestan servicios precarios de salud a aproximadamente un tercio de la población venezolana. En especial en los “barrios”, donde viven los quintiles de menores ingresos, en clínicas rudimentarias. Esto consolida la popularidad de Chávez con ese segmento de su electorado y hace que el “negocio” político aparezca atrayente para ambas partes. Para Cuba, se trata de su supervivencia económica. Para Chávez, de su supervivencia política.
Hablamos de unos 30 mil médicos y enfermeros cubanos, de unos mil “especialistas” que trabajan en otros sectores de la economía, como las telecomunicaciones o la industria, y de casi 20 mil cubanos que se desempeñan en las Fuerzas Armadas de Venezuela o en sus servicios de inteligencia. Algunos de estos últimos conforman la guardia pretoriana del propio Chávez. También Evo Morales tiene este tipo de guardaespaldas, aunque en su caso se trata de un grupo conformado esencialmente por expertos venezolanos.
Unos 1.800 médicos cubanos expatriados a Venezuela han escapado al comunismo aprovechando su paso por ese país y no regresaron a Cuba. Eligieron, obviamente, la libertad. Vivir, en consecuencia. Muchos de ellos desertaron en un marco de total discreción, para tratar de evitar que sus familias sean objeto de persecuciones o venganzas por parte de un régimen que es ciertamente policial, duro y autoritario.
*Ex embajador argentino ante las Naciones Unidas (1992-1997).
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