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Un “té de hojas” como desayuno en los hospitales cubanos
Una nueva estadística de salud enorgullece al gobierno cubano, pero la realidad vivida denuncia la malnutricion y las pobres condiciones hospitalarias.
Foto: Reuters
Un “té de hojas” como desayuno en los hospitales cubanos
Ante el asombro de quienes han experimentado un ingreso en un hospital cubano, Cuba ha sido registrada recientemente como uno de los países con más bajo nivel de desnutrición intra-hospitalaria en Latinoamérica.
La información anunciada en un diplomado sobre sustentación clínica en la provincia de Sancti Spíritus, asegura además, que el nivel nutricional de los cubanos que ingresan en centros de atención secundaria es mayor que el de los pacientes de naciones industrializadas, publicó el diario oficialista Granma.
Para Guillermo Espinosa, enfermero santiaguero con años de experiencia, el menú diario de los pacientes ingresados, habla por sí solo.
“Diariamente en los hospitales infantiles se les da un pan de 40 gramos, que no está acompañado una proteína fuerte, y un vaso de leche. En los hospitales de adultos no se les puede dar leche, solo la dan para los que tienen dieta en su tratamiento. El desayuno de adultos es un té de hojas con un pan de 40 gramos, hasta la merienda que le pueden dar un refresco o un dulce.”
“En el almuerzo es arroz, un potaje de chícharos, un huevo hervido y no hay ensalada. Tienen que aportar más de 630 gramos de calorías a un individuo, pero no alcanza. La carne roja no se da en los hospitales, solo en algunos casos críticos. En la comida dan sopa, que hacen con la misma sustancia donde hierven la carne o huesos de cerdo o de res, arroz blanco y una proteína, puede ser huevo frito o hervido.”
Espinosa explica que según lo establecido los pacientes ingresados deben consumir dos veces por semana proteína vegetal, el huevo deben garantizarlo tres veces por semana y el pollo: una vez a la semana, “principalmente lo dan los fines de semana que es cuando vienen los acompañantes”.
“O sea le dan 90 gramos de pollo a la semana, o sea un muslito chiquitico. Si usted va a estar ahí un mes ingresado, come 4 veces un pedazo de pollo para poder satisfacer sus necesidades nutricionales.”
La doctora venezolana Monserrat Rodríguez, especialista en Nutrición Integral y Holística, comenta sobre la dieta promedio en los hospitales cubanos: “No está balanceada, a menos que el paciente haya decidido ser un vegetariano extremo, y de todas maneras no está balanceada”.
“Eso va a conducir a una recuperación lenta del cuerpo y probablemente la persona va a seguir teniendo secuelas por una desnutrición crónica. Lo que pasa es que nuestro cuerpo tiene mecanismos de adaptación incluso para las condiciones más hostiles.”
Sopa, carne y jugo son alimentos que de antemano el familiar sabe que tendrá que proveer al enfermo bajo su cuidado. “La mayoría de los pacientes llevan sus alimentos a los hospitales, además de las sábanas, el ventilador y todas las cosas que les hacen falta para tener aceptables condiciones de ingreso,” cuenta Espinosa.
El Doctor en Medicina, Julio A. Monet, precisa que “muchas personas temen ingresarse o llevar un riguroso tratamiento médico en un hospital por temor a la mala alimentación, pues eso empeora a los pacientes ya sean niños o adultos. Los mismo nutriólogos les dicen a los familiares que traten de traerles algo de sus casas para compensar un poco más la dieta”.
Espinosa apunta que muchas veces los ingresos son de 72 horas, necesarias para definir el estado del paciente y “los mandan a su casa a recuperarse, precisamente porque no hay medios para sostener eso”.
La pobre alimentación se hace extensiva hasta el personal médico, “durante la guardia de casi 24 horas de un médico, les ponen un pescado hervido con una sopa de pescado y así viven, salvo que un paciente les lleve algo de cariño o ellos salgan un momento a comprar algo”, asegura Espinosa.
Por cada área de salud en los centros hospitalarios existe un dietista o licenciado en alimentos, encargados de evaluar a los pacientes según su enfermedad y orientar el tipo de dieta requerida. Pero el menú de los pacientes depende de muchos otros factores, como la disponibilidad de alimentos en el almacén y la elaboración.
“Muchas veces llegan los productos al almacén y nos son llevados a los pacientes, se quedan por ahí. Ahí es donde existe la corrupción, por las necesidades creadas por este mismo gobierno. Todo el mundo se coge un pedacito en el almacén y todo el mundo cuadra la documentación para su salida y no llega arriba al que está esperando,” señaló Espinosa.
Monet indica además que alimentos como la carne roja se desvía al mercado negro, en los almacenes solo quedan productos básicos y escasos para suplir las necesidades nutricionales de los pacientes.
En el mencionado artículo de la prensa cubana, los expertos se salvan de la culpa al aclarar que “la mayoría de los problemas con la dieta en la Isla responde a perjudiciales hábitos alimentarios arraigados en amplios sectores de la población”.
“La primera educación te la da la familia y si la familia no tiene los medios para darte un hábito alimenticio adecuado desde que tú eres pequeño, cómo vas a tenerlo al crecer,” se pregunta Espinosa.
“Las personas ahora mismo de desayuno te comen un pan tostado y no tienen leche, tiene que tomarse un buchito de café para proveer de un poco de energía al cuerpo y poder seguir adelante el día.”
Los padecimientos que más afectan a los cubanos están estrechamente relacionados con la alimentación, tal es el caso de la diabetes mellitus, los infartos del miocardio y la hipertensión arterial.
Espinosa apunta que “el tratamiento fundamental de un diabético, que no sea insulinodependiente, es la dieta. En los centros para diabéticos enseñan cómo se pone la insulina, cuál es la dieta, pero no existe un lugar donde vayan a buscarla.”
Las dietas médicas constituyen una de las alternativas para reforzar la alimentación de las personas aquejadas por enfermedades crónicas. La documentación firmada por doctores permite a los enfermos comprar la famosa “carne de niño” o el “pollo de diabético” según la cartilla de racionamiento.
“Esas dietas son como un cumplido con el paciente, te dan toda la información necesaria, te hacen todos los exámenes complementarios, pero depende de la distribución del MINCIN que tú seas beneficiados con ella”, aclara Guillermo Espinosa.
Esta deficiente alimentación ha incidido negativamente por años en el desarrollo físico de las nuevas generaciones de cubanos.
“Ahora (a los adolescentes) en la secundaria básica le dan esa merienda, o sea 345 gramos de proteína con 40 gramos de pan y un vaso de yogurt para un almuerzo y están desde las 8 de la mañana hasta las 4 y media de la tarde en la escuela. Los padres tienen que ir a llevarles algo, los que puedan, los que están trabajando no pueden hacerlo. Y si vas el preuniversitario es la misma situación,” comenta el enfermero.
“Antes existían muchachos muy altos, ahora para encontrar un muchacho alto hay que buscarlo con lupa. La población cubana no es alta y no es por las características genéticas, es por la alimentación.”
Acerca de las consecuencias de una nutrición deficiente durante años, la nutrióloga Rodríguez explica que “lo primero que pasa es que el sistema inmunológico está deprimido como si estuviéramos enfrente de un paciente con enfermedad autoinmune. Esa condición puede hacer que la persona tenga más tendencia a desarrollar enfermedades crónicas, por ejemplo diabetes, porque les están dando carbohidratos complejos y alimentos que los llenan pero realmente no los nutren.
Agrega que “si la mujer embarazada no tiene los requerimientos que necesita, el producto de ese embarazo va a ser un niño que ya viene con una deficiencia y una desventaja muy grande”.
“Los verdaderos números nunca se saben pero sería interesantísimo ver cuáles son las verdaderas estadísticas de enfermedades crónicas y como se han ido aumentando a medida de que este deterioro de la persona que viven en Cuba ha ido pasando por falta de alimentación y por abusos de muchos otros tipos,” concluye Rodríguez.
El doctor Monet recuerda el temor del gobierno cubano a revelar los problemas relacionados con la salud y desprestigiar así una de las llamadas “conquistas de la revolución” y reafirman que no hay desnutridos pero “sí los hay”.
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