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CubaStation... sin ficción
Habanastation es hoy el suceso cultural, del mundo cinematográfico, más comentado y buscado por estos días; una película que vino como anillo al dedo a las opciones de recreación para el verano y el período vacacional de la mayoría en Cuba, sobre todo en localidades menos citadinas, donde casi siempre se vincula la distracción a la música, el baile y las fiestas.
Habanastation, como película cubana, atrajo la atención del público diverso, suerte que corre por generalidad la producción nacional de filmes cuya constante es una crítica singular y abierta a las limitaciones y dificultades de la vida de los cubanos y el desarrollo del país. Sin embargo es éste un cine diferente, más reflexivo, más tolerante con algunas verdades inevitables y más, diría yo, preciso en aceptar lo diverso, lo heterogéneo que para nada significa antagónico o ajeno.
El haber escogido el primero de mayo como fecha, contexto y hasta Leiv Motiv en la progresión dramática de la historia, me parece interesantísimo: un momento único y nacional que trasciende de la clase obrera para constatar esa unidad que nos sostiene; un momento que se parece como ningún otro a la nación cubana, donde los tambores, los ritmos, la alegría, las consignas y las creencias conviven y disfrutan por igual. Donde muchas Cubas, como bien el Dúo “Buena fe” desentrañó de la enseñanza de este filme, nos muestra una única y real Cuba.
Otra tesis que no puede pasar inadvertida es que los dos protagonistas adolescentes escogen el camino del trabajo y el esfuerzo para solventar el arreglo del PlayStation; decisión que surgió de un niño de un hogar marginal, bueno, en verdad la marginalidad no la expresó el hogar, sino la casa y el barrio, a Carlitos le habían enseñado los valores más ricos que establece los márgenes del ser humano.
Si Habanastation no fuera nuestra verdad, nada nos quedaría por hacer. Por eso sostengo, con buena fe, que Cubastation debió ser el nombre de este filme que al decir de Michael Moore es una película dedicada a los valores en el mundo, sin ciencia ficción.
Habanastation, como película cubana, atrajo la atención del público diverso, suerte que corre por generalidad la producción nacional de filmes cuya constante es una crítica singular y abierta a las limitaciones y dificultades de la vida de los cubanos y el desarrollo del país. Sin embargo es éste un cine diferente, más reflexivo, más tolerante con algunas verdades inevitables y más, diría yo, preciso en aceptar lo diverso, lo heterogéneo que para nada significa antagónico o ajeno.
El haber escogido el primero de mayo como fecha, contexto y hasta Leiv Motiv en la progresión dramática de la historia, me parece interesantísimo: un momento único y nacional que trasciende de la clase obrera para constatar esa unidad que nos sostiene; un momento que se parece como ningún otro a la nación cubana, donde los tambores, los ritmos, la alegría, las consignas y las creencias conviven y disfrutan por igual. Donde muchas Cubas, como bien el Dúo “Buena fe” desentrañó de la enseñanza de este filme, nos muestra una única y real Cuba.
Habanastation es la película de los valores que forja La Educación y La Familia cubanas, esos que han de aflorar aun cuando el hombre tenga una vida que lo haga pensar diferente, porque si la escuela es una, desde el oriente hasta el occidente del país, familias si son muchas…
Que nadie dude de que un exitoso artista, en Cuba, consagrado al progreso de su carrera, o un talentoso médico colaborador en diversos países, o un deportista conquistador de preseas mundiales puedan darle a su hijo los avances más avanzados de la tecnología moderna. El dialogo entre Blanca Rosa Blanco y Luís Alberto García, en un punto clímax de la historia, es revelador de que Habanastation nos está llamando a entender y aceptar estas verdades como nuestras sin que ello tenga una interpretación necesariamente contraria al socialismo de Cuba.
Otra tesis que no puede pasar inadvertida es que los dos protagonistas adolescentes escogen el camino del trabajo y el esfuerzo para solventar el arreglo del PlayStation; decisión que surgió de un niño de un hogar marginal, bueno, en verdad la marginalidad no la expresó el hogar, sino la casa y el barrio, a Carlitos le habían enseñado los valores más ricos que establece los márgenes del ser humano.
Si Habanastation no fuera nuestra verdad, nada nos quedaría por hacer. Por eso sostengo, con buena fe, que Cubastation debió ser el nombre de este filme que al decir de Michael Moore es una película dedicada a los valores en el mundo, sin ciencia ficción.
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