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A PASITO TUN TUN PERO SIN REMOVER LA MATA!!!
Cuba aún espera las reformas 'raulistas'
Cinco años después de sustituir a su hermano, Raúl Castro no ha cumplido las grandes expectativas de cambio que generó | Los "cambios estructurales" que prometió desde su llegada aún no se notan en la calle | "Es un estilo más sutil, la represión es más silenciosa, pero no menos peligrosa", apunta Yoani Sánchez
Internacional | 31/07/2011 - 00:03h
Elisabet Sabartés | México
Ni la mata de santeros más clarividentes de la isla pudo anticiparse. La sorpresa fue total, y el tiempo, ralentizado por el anacronismo revolucionario, se detuvo entonces por completo. Cuba quedó paralizada mientras la televisión oficial, la única existente, anunciaba que Fidel Castro era una criatura mortal. El líder del régimen, que en los días previos había desplegado como de costumbre una intensa agenda, acababa de ser sometido a una intervención quirúrgica de emergencia, y su hermano menor, Raúl, asumía las riendas del poder.
Aquella noche del 31 de julio del 2006 en la que el control del país fue cedido por vía sanguínea, los cubanos se fueron a dormir con sentimientos encontrados, temerosos y a la vez ilusionados ante la posibilidad de un cambio. Cinco años después, los interrogantes sobre una futura transición siguen abiertos, Fidel Castro sigue vivo y el sistema socialista que instauró hace más de medio siglo sigue gobernando una nación al borde del precipicio.
Nunca se reveló el padecimiento del "comandante en jefe", hoy en el retiro, ejerciendo de "soldado de las ideas" desde su trinchera ideológica en Granma, el periódico del Partido Comunista de Cuba (PCC). Mientras, su sucesor se ponía al frente de un singular proceso de reformas para dar una respuesta al lapidario "o rectificamos o nos hundimos" que lanzó en diciembre pasado como última llamada para actualizar el modelo económico de planificación centralizada, a punto de colapsar, minado por la ineficiencia,corrupción y una burocracia dispuesta a combatir todo avance que amenace sus privilegios.
Considerado un hombre pragmático y realista, el actual presidente cubano, que acaba de cumplir 80 años, sembró muchas expectativas de cambio y las escenificó durante el último congreso del PCC, en abril. Raúl Castro llamó entonces a "transformar conceptos erróneos que ponen en riesgo la vida de la revolución", y aceptó su nombramiento como primer secretario con "la misión principal de defender, preservar y perfeccionar el socialismo y no permitir jamás el regreso del régimen capitalista". Con la proclama del "carácter irreversible" del socialismo en Cuba, el raulismo tomaba el testigo del fidelismo, tras un cónclave que ratificó alrededor de 300 medidas con las que el régimen busca salvar al Estado de la quiebra.
Las reformas suponen un impulso inédito al "sector no estatal de la economía" y una apertura al trabajo privado para hacer frente a la crisis, aunque los "cambios estructurales" que Raúl prometió en su primer gran discurso como presidente, el 26 de julio de 2007, no tienen todavía un efecto visible en la vida de los cubanos.
Así, el Gobierno legalizó el trabajo por cuenta propia, anticipándose a un recorte anunciado de un millón de puestos de trabajo y la eliminación de subvenciones en el sector estatal. Unos 140.000 agricultores han recibido tierras ociosas en usufructo como medida destinada a paliar la crisis agrícola, que ha llevado a Cuba a importar el 80% de los alimentos que consume, principalmente desde Estados Unidos.
Las autoridades se disponen también a liberar la compraventa de automóviles y viviendas entre particulares, iniciativas que han sido bien recibidas entre los cubanos, ansiosos de poder emprender negocios por su cuenta. No obstante, la activación de las reformas ha sido "lenta, tibia y parcial", denuncia desde La Habana la bloguera Yoani Sánchez, que sin embargo admite un nuevo estilo de gobierno, "menos personalista y más discreto, si bien ha aumentado la militarización del espacio físico y del aparato oficial".
El economista disidente en arresto domiciliario Óscar Manuel Espinosa Chepe, uno de los 75 opositores detenidos en el 2003 y liberado en el 2004, es de la misma opinión: "La sociedad cubana vive un poco más sosegada, con menos carga ideológica. Pero el inmovilismo es muy grande, y las modificaciones son insuficientes y llegan tarde. Ha habido intentos, pero no grandes avances. Quizás por las presiones del sector talibanesco y las dudas y vacilaciones del sector reformador que encabeza Raúl. El sistema no se puede actualizar. Hay que terminar con él o comenzará un proceso de caos", dice a La Vanguardia.
La transición a una "economía socialista de mercado", como la ha definido el investigador cubano-americano Arturo López-Levy, no ha tenido, sin embargo, una traducción en el ámbito político, ya que, según el académico, los cambios se están dando en un contexto "de continuidad unipartidista y escasa transición intergeneracional". De cara a la galería, el raulismo ha querido mostrar un rostro más humano. Liberó a los 75 presos políticos detenidos en el 2003, gracias a la intermediación de la Iglesia católica cubana. Pero la oposición interna no ve ningún cambio en esa concesión y sostiene que el régimen mantiene una dura persecución contra sus detractores. "La represión es ahora más silenciosa, pero no menos peligrosa", apunta Sánchez.
Días atrás, más de 40 disidentes y ex presos políticos y de consciencia de diferentes corrientes y tendencias firmaron en La Habana una plataforma política que aboga por un cambio pacífico hacia un sistema de libertades, mediante la convocatoria de un diálogo nacional que desemboque en elecciones libres para la integración de una Asamblea Constituyente.
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