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miércoles, 11 de mayo de 2011

De la Constitución sus Fallas

Lic. Wilfredo Vallín Almeida

Un amigo, maestro de Física es su profesión, nos preguntaba hace apenas unos días, sobre la frase martiana que aparece en el preámbulo constitucional y que reza así: "Yo quiero que la ley primera de nuestra república sea el culto de los cubanos a la dignidad plena del hombre". Su pregunta en concreto fue ésta: ¿Qué quiso decir el Apóstol con el término "DIGNIDAD" y como debe entenderse esto en la Carta Magna de la nación?

La respuesta no me fue fácil porque esa misma interrogante la había tenido muchas veces: Cómo una expresión de esa naturaleza se recoge al inicio de la constitución socialista. Me pareció lo más sensato acudir a la fuente, es decir, al propio Martí para entender como éste concibió ese concepto y por qué lo recomendaba como la "ley primera de la nación".

Busqué en mis tomos de Obras Escogidas de José Martí, Editora Política, La Habana, 1981, su famoso discurso "Con Todos y para el Bien de Todos" y le mostré a mi amigo este párrafo que casi me había aprendido de memoria de tanto leerlo:

"Ni misterios, ni calumnias, ni tesón en desacreditar, ni largas y astutas preparaciones para el día funesto de la ambición.

O la república tiene por base el carácter entero de cada uno de sus hijos, el hábito de trabajar con sus manos

Y PENSAR POR SI PROPIO, el ejercicio íntegro de sí y el respeto, como de honor de familia, al ejercicio íntegro de los demás, la pasión, en fin, por el decoro del hombre – o la república no vale una lágrima de nuestras mujeres ni una sola gota de sangre de nuestros bravos.

Para libertar a los cubanos trabajamos, y no para sueños. Para libertar a los cubanos trabajamos, y no para acorralarlos".

Es decir, que de sus propias palabras se desprende que Martí entendía por DIGNIDAD DEL HOMBRE el derecho de cada ser humano a PENSAR POR SI PROPIO, es decir, a utilizar la capacidad racional que el Creador le había dado y formarse así sus propias opiniones, sus propios criterios que, por supuesto, no podía desligarse de la otra capacidad, es decir, de la de expresar esas ideas y esos pensamientos en voz alta, pues como el propio Apóstol había dicha en otra ocasión y lugar, "Libertad es el derecho de cada hombre a ser honrado, y a pensar y a hablar sin hipocresía".

Para nosotros, hay un garrafal divorcio entre esta concepción martiana y la aplicación práctica de este principio por el actual gobierno


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