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miércoles, 20 de abril de 2011

DIFERENCIAS ENTRE PERÚ Y CUBA.

Por Zoe Valdes

Acabo de llegar de Lima, la capital del Perú, participé en el Festival EÑE de Literatura, estuve hospedada en un hotel confortable, modesto, en la barriada de Miraflores; desde el patio florido y bien cuidado donde se hallaba una fuente borboteando agua todo el tiempo subía hasta mi habitación un exquisito aroma a jazmines y madreselvas. Pude asistir a este festival porque vivo exiliada en París, y tengo pasaportes español y francés, los trámites de salida fueron mínimos, sólo comprar el billete (por parte de la parte que invitaba), y rellenar un documento simbólico mientras me hallaba cómodamente sentada en el avión que me conducía de Miami a Lima (sí, antes había viajado de París a Miami).

Si hubiera vivido en Cuba no habría podido aceptar la invitación fácilmente, puesto que primero se imponía consultar con las organizaciones de vigilancia del país, la primera: la Seguridad del Estado, a partir de ahí, escalonadamente, con todas las demás, incluido el Comité de Defensa de la Revolución Castrista de cada cuadra y en cada barrio, hubiera tenido que pedir visa de salida y visa de entrada a mi país, aparte de la visa de entrada al Perú, y de viajar a Miami de por medio ni hablar. Pero supongamos que hubiera podido alcanzar todas las visas y que me hubieran dado el permiso verbal -que es el requisito primero- del oficial de la contrainteligencia y del de la inteligencia que se ocupa del caso, y que hubiese conseguido el dichoso viaje, entonces los oficiales me habrían pedido que les hiciera un informe de todo lo que ocurriese en el viaje, y un retrato detallado de cada una de las personas a las que encontraría en el mismo, para sus archivos, y sobre todo, para saber si podrían trabajarlos a su favor en un futuro. Yo jamás hice un informe de nadie, lo que me trajo varios problemas, es una de las razones por las que me encuentro en el exilio.

En el hotel Antigua Miraflores, donde me albergaba, podían entrar periodistas peruanos y ciudadanos peruanos de todo tipo, quienes además se encontraban instalados en habitaciones del hotel. Si yo hubiera sido peruana y en el Perú dominara un régimen como el castrista, no hubiera tenido derecho a instalarme en un hotel como ese, ni siquiera hubiera podido ser periodista

free lance, o sea independiente (está comprobado que los periodistas cubanos van a la cárcel de tiempo en tiempo), y tampoco hubiera podido entrevistarme con quien yo quisiera, y mucho menos moverme libremente como vi yo que se movían los peruanos por el

lobby del hotel. Mucho menos pensar en dictar una conferencia sobre las libertades en la poesía de César Vallejo y el recuerdo de mi juventud leyéndolo como la que di en la Casa de la Cultura Peruana.

Para colmo de males, la fuente del patio, en el caso de que la ubicáramos imaginariamente en La Habana, se encontraría reseca, porque en La Habana hace meses que no gotea más que ardor y fogaje de las pilas o grifos de agua potable, la sequía se debe a que durante 52 años no se ha hecho nada por arreglar los acueductos, ni siquiera por renovarlos. Ni soñar con los jazmines y madreselvas, ni siquiera existen los mar-pacíficos, esas flores que se daban satas o salvajes en Cuba; por cierto, en Lima las vi de color blanco, de pétalos carnosos, inmensos, con corolas que parecía que palpitaban.

Pero sobre todo, la gran diferencia entre Perú y Cuba, es que mientras el pueblo peruano vive la resaca de haber quedado entre dos extremos en las últimas elecciones libres: entre un militar comunista hijo directo de Hugo Chávez y una hija de ex dictador de extrema derecha; mientras que el pueblo peruano se da a la tarea de reflexionar durante un mes sobre sus decisiones, Cuba ha iniciado otro aburrido Congreso del Partido Comunista, el mismo partido único que ha regido el país durante 52 años, aportándonos estruendosos fracasos, uno tras de otro, con una cantidad numerosa de victimas de todo tipo y de exiliados, dirigido ahora el Congreso por el hermano del dictador, dictador también él mismo, que tomó el poder después de una sucesión dinásticocomunista hace más de tres años en los que no ha hecho absolutamente nada (porque antes fusilaba, ahora quiere pasar por humanista).

52 años después el PCC aprueba que los cubanos puedan vender y comprar autos y casas, sabiendo, claro está, que todo tipo de casa se compra obligatoriamente al 50 por ciento con el gobierno, puesto que el Estado es absolutamente dueño de todo en Aquella Isla, hasta de los ciudadanos, y de sus propiedades, por supuesto. Un congreso que pide que los gobernantes duren y perduren diez años en el poder, ¡qué descarado es este Raúl Castro! Sabe que tanto a él como a su hermano le quedan menos de diez años de vida, por ley natural, digamos, si navegamos con suerte…

Por eso, le recomiendo al Perú, que se mire en el espejo de Cuba, y de Venezuela, pero sobre todo en el de Cuba, que es de donde salió el horrendo modelo original, y que no cometan el error de votar por un comunista, tapiñado ahora, que dará luego la mala sorpresa. ¿Por qué ese consejo? Porque de las dictaduras de derecha se sale, pero no se sale fácilmente de las de izquierdas; entre otras cosas porque a las dictaduras de derechas el mundo las condena, pero a las de izquierda, el mundo las aplaude, las apoya, y las eterniza en el poder.

Entiendo a Mario Vargas Llosa cuando decide apoyar al candidato Ollanta Humala, lo entiendo en el plano humano (comparto su asco por la mafia Fujimori), pero no en el político. Y claro que defiendo su libertad de elegir democráticamente a quién votar. No creo que toque a los cubanos despotricar contra Vargas Llosa cuando ha sido uno de los más grandes aliados que hemos tenido en contra de la dictadura castrista, no nos toca juzgar a nadie tan a la ligera, no tenemos ese derecho. Entre otras cosas porque los cubanos que así se expresan no juzgan a los escritores castristas que todavía apoyan e impulsan al régimen dictatorial de la isla, y cuando estos se aparecen tan campantes en las ferias de libros internacionales a hacer su labor de proselitistas del régimen, allí van los cometrapos del exilio a olerles el trasero, así que deberían dejar a MVLL tranquilo y ponerse para lo suyo.

En cuanto al Perú, ojalá oigan el consejo de los cubanos que hemos sufrido y seguimos sufriendo la maldad comunista de los hermanos Castro: Yo no votaría jamás a un militar comunista, no creería jamás en ninguna de sus promesas.


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