EL MOVIMIENTO BLOGGER, ESTA LLAMADO A SER EL CATALIZADOR MORAL DE LOS GOBIERNOS, ANTE LOS OJOS DEL MUNDO
DE LAS IDEAS DEL COMANDANTE EN JEFE, BASA RAÚL SU PLATAFORMA DEL FRACASO CONTINUO
Los repliegues del Gobierno cubano
Los ajustes y cambios del Gobierno cubano obligarán a revisar y/o rediseñar las políticas sostenidas hasta hoy
Desde que asumió el Gobierno de Cuba el veterano general/presidente Raúl Castro, con independencia de que representa el continuismo del sistema social introducido dentro del proceso revolucionario por los Castro, no es menos cierto que se han podido apreciar nuevas maneras de conducir los acontecimientos en la Isla, incluso aún bajo la permanente vigilancia y posibles cuestionamientos o sugerencias constantes de su propio hermano Fidel Castro.
Si existen o existieron diferencias o no entre ellos, contradicciones serias al decir de otros, en cuanto a cómo manejar la situación política, económica y social del país, ése es otro asunto que para este análisis no interesa.
No obstante, recientemente Raúl acaba de decir que Fidel Castro es el inspirador de las nuevas políticas de ajustes; bueno, las palabras como el papel lo asimilan todo.
En realidad, pienso que lo acontecido en el país bajo su orientación económica en los últimos años y lo que ahora se proyecta de manera diferente no resiste el más elemental análisis histórico.
La dialéctica no da para tanto y cada quien debe asumir las responsabilidades de sus aciertos o errores, porque así procede la historia ante las decisiones que los hombres toman y nadie es infalible.
Sin embargo, lo importante ahora, lo que debe interesar a todos es la valoración seria y objetiva que se debe de realizar a partir de lo que viene sucediendo en Cuba desde que asumió las riendas de la nación el nuevo, aunque vetusto, equipo de Gobierno que se encuentra en el poder. Y mucha precaución, porque si consideramos a priori que actuarán como más de lo mismo, podemos caer en un garrafal error de subjetivismo y apreciación, aunque tampoco hay que pensar que halaran el mantel.
Sentenciar de antemano el fracaso de los proyectos de cambios que ahora se plantean en Cuba son sólo deseos o pronósticos aventurados.
La toma de conciencia de los errores cometidos, cuando se abordan con honestidad y buena fe, generalmente sirven para encausar las situaciones por caminos mejores y más seguros. Por supuesto, está por verse si sucede realmente así. Pero no nos adelantemos, pues no somos hechiceros y dejemos las cosas al tiempo.
Es por eso que existe el mundo de los optimistas y el de los pesimistas, y hace muchos años ando afiliado al primero.
La planificación o el mercado son instrumentos utilizables en cualquier economía; los tipos de propiedad y las diferentes maneras de incentivar el trabajo, también. La cuestión radica en el peso y las misiones que se les asignan dentro de una sociedad. Las experiencias exógenas no son siempre válidas en otros contextos, y aunque existan ciertas similitudes, tampoco es menester subestimarlas.
En los tiempos que corren son muy pocos los países en el mundo que no se encuentran en una situación crítica respecto a sus finanzas, sus presupuestos, sus deudas, el empleo, la producción, los recursos naturales, el deterioro social, etcétera. Es decir, existen crisis y fracasos por todos lados, dentro de un marco bastante generalizado de desequilibrios sociales y económicos muy significativos.
No abrigo dudas de que la mayoría de los países y la economía global se encuentran en una situación crítica y embarazosa.
Respecto a Cuba, es cierto que diversos han sido los fracasos relacionados con proyectos económicos específicos, lo que ha sido una realidad constante y frustrante durante medio siglo.
Pero tengo la impresión de que ahora las medidas que se apuntan son más reales y consecuentes, de una envergadura y naturaleza diferentes, y pienso que, bien conducidas, podrán despertar mayores posibilidades de éxito.
Por ello creo que sentenciar de antemano el fracaso de la reforma u otros aspectos de la situación cubana, es ubicarse rápidamente en la posición de agoreros, generar pesimismo y no querer apreciar o dar margen, desde su inicio, a la importancia y beneficios que puedan llegar a tener las nuevas medidas o políticas de ajuste que ahora se proyectan.
Tampoco creo que sea inteligente hacer como el avestruz y meter la cabeza en un hueco para no ver lo que está sucediendo a su alrededor, ni ponerse a esperar como si todo transitara igual, ante un nuevo y posible fracaso de las autoridades cubanas.
Evidentemente, aunque pierdan fuerza y vigencia muchos de los análisis y políticas anteriores que se han realizado con respecto a Cuba, como lógica consecuencia de las aperturas anunciadas, lo que sin lugar a dudas salta a la vista en esta etapa es que no hubo inmovilismo, ni más de lo mismo como muchos pensábamos ni como diversos medios comunicación también estuvieron señalando con fuerte nivel crítico y no poca reiteración.
Ser objetivos y realistas es un imperativo en política para todas las partes que se encuentran en conflicto, rectificar también es honesto y de sabios y los que no lo hagan se verán fuera de la contienda, aun sin proponérselo.
No soy de los que la pasión les nubla la razón, tampoco me dejo arrastrar por los deseos, ni soy incondicional de nada ni nadie; en todo caso soy incondicional con lo que creo; trato, sencillamente, de interpretar los hechos y considerar dialécticamente, con luz larga, sus ventajas o inconvenientes para la sociedad cubana dentro del marco específico de sus realidades contemporáneas.
Sin intención ni ánimo de beneficiar con estas líneas al Gobierno de Cuba, mucho menos de hacer la apología por nadie, sí creo que puede resultar de utilidad —por supuesto, presentado con imparcialidad de análisis—,reconstruir, aunque sea suscintamente, lo que ha estado ocurriendo en los últimos tiempos en el país de todos nosotros, los cubanos.
Por ello, revisando los discursos y hechos más recientes, vemos que el General/Presidente solicitó su tiempo, apeló a la no precipitación y a realizar un enjundioso y apropiado análisis de la situación, y a presentar las propuestas de todo lo que debiera ser cambiado. Ahí se encuentran sus intervenciones anteriores y no resulta ocioso su análisis y revisión.
Por supuesto, que me queda claro que todo lo que debiera ser cambiado parte de un previo y aferrado marco conceptual bien establecido por sus promotores y de una posición político/ideológica que no se desea modificar, al menos públicamente.
Ésas fueron, sin lugar a dudas, las reglas del juego que se establecieron y que se deben tener bien claras para evitar confusiones o interpretaciones erróneas; sobre todo, a la hora de otros ajustes de políticas que puedan hacer los opositores o los propios actores del Gobierno cubano.
Veamos fría, imparcial y brevemente el comportamiento del nuevo equipo gobernante que sustituyó al de Fidel Castro, porque su repaso nos permite apreciar, no sólo los matices distintivos de lo anterior:
Comencemos diciendo que los discursos del General/Presidente se han caracterizado, a diferencia de los de Fidel Castro, por poseer un contenido más práctico, por ser más directos y, sobre todo, más concisos; más orientados hacia los problemas domésticos y menos ofensivos hacia el tradicional “enemigo”.
Éste convocó al pueblo a brindar sus quejas, sugerencias o críticas sobre la situación existente en el país y las formas en que se venía desarrollando la sociedad cubana; estas opiniones fueron recogidas, supuesta o realmente analizadas, y ahora las devolvieron enmarcadas en una propuesta de remodelación económica y social que los dirigentes consideran conveniente o potable para no hacer “concesiones de principios ideológicos”.
También señaló y reiteró la necesidad de revisarlo todo y cambiar lo que fuera necesario ser cambiado, aunque faltan muchos otros elementos por tomar en consideración y, como consecuencia, las propuestas presentadas se quedaron cortas y mantienen aún limitaciones significativas y soluciones no siempre lógicas para la economía; pero lo cierto es que el paquete lanzado no deja de ser amplio y transformador para el actual momento que vive la nación.
Raúl dijo que trabajaría sobre la base de la dirección colectiva y de consensuar las decisiones más importantes que se tuvieran que adoptar y, en cierta medida, ello ha sido así y se aprecia cada vez más.
El proceso de análisis y discusión que se abrirá con el pueblo sobre los llamados Lineamientos, le guste a unos y a otros no, le confiere credibilidad.
En correspondencia con la forma abierta y transparente en que lo hagan y la manera en que sea asimilado por las masas populares, se podrá decir que los ajustes o la remodelación no será otra cosa que la expresión de la voluntad ciudadana del país.
El Gobernante cubano apuntó también, aguda y críticamente, contra los excesos de regulaciones y prohibiciones que se pusieron en práctica en los últimos años y manifestó su disposición a eliminarlos gradualmente.
Sobre este particular hay que decir que son muy pobres los avances y significativamente escasos los pasos dados en esa dirección en medio de una situación disparatada y asfixiante que aún perdura.
Reiteradamente también cuestionó el pobre desempeño de la producción agrícola y lo ejemplificó, críticamente, a partir de las enormes extensiones del marabú que se veían en los campos cubanos y que mostraban la improductividad e ineficiencia de dicho sector.
Aunque sin ceder la propiedad de la tierra, es conocido que se puso en marcha un amplio programa para entregar varias decenas de miles de hectáreas de suelos en usufructo a campesinos, obreros, etcétera, que se dispusieran a regresar al campo o quisieran ampliar sus esfuerzos productivos.
Pero lo cierto es que todavía el pueblo cubano no logra apreciar los efectos beneficiosos de esta medida en su mesa de comer y ello es lógico, porque parte de las limitadas y aún reguladoras formas de implementación que ha tenido.
También criticó el burocratismo administrativo del Estado en sus relaciones de intercambio y formas de convenios y pago con los productores agrícolas y fijó plazos urgentes para solucionarlo. Lo que demuestra nuestra anterior apreciación.
Inició un proceso de cierta racionalización de los organismos de la Administración del Estado y del sistema empresarial existente; en el breve lapso de apenas un par de años se sustituyeron prácticamente a todos los ministros y otros dirigentes más identificados con las políticas del anterior Gobierno.
Continuó desde el Partido y el Gobierno en la difícil y tenaz lucha contra la corrupción, ahora a todas las instancias y niveles; aunque todo indica que aún no se han producido resultados sobresalientes.
Con el tiempo, lo cierto es que el General/Presidente ha ido hablando de los negativos impactos para la economía que traen los subsidios estatales, los excesos de paternalismo del Estado, las plantillas infladas en los centros de trabajo y señaló, con crudeza, algo no dicho nunca antes: que en estos centros laborales sobraban más de un millón de personas. Luego ha utilizado tal situación para justificar e iniciar el proceso de racionalización tan sensible y complejo que ahora pretende ejecutar.
Se manifestó sin ambages sobre los inconvenientes económicos de la libreta de abastecimientos y su necesidad de abolirla; también sobre la doble moneda y la necesaria retribución al trabajador en correspondencia con la calidad y cantidad de trabajo que éste le aporte a la sociedad, y no de un igualitarismo de pobreza y desestímulo.
Señaló públicamente que no se podía seguir admitiendo una sociedad en que muchos individuos no trabajaban y otros hacían como si lo hicieran, escudados en el abultamiento de las plantillas de los centros laborales.
En varios de sus discursos llamó a frenar la impaciencia social, a sabiendas de que se encontraba quemando prestigio, pretendiendo evitar así nuevos errores en los análisis y decisiones que se debían presentar; y a pesar del panorama social y económico urgente y crítico, lleno, como se sabe, de necesidades acumuladas y urgencias de solución por parte de la población.
Se puede apreciar, muy a pesar de lo que muchos medios y analistas han divulgado desde el exterior, que el General/Presidente ha sabido capear, hasta ahora, la delicada situación que se ha producido a partir de la evidente recuperación física de su hermano mayor, sin dejar de continuar con el rumbo propio de los señalamientos que originalmente hizo, aunque en estos momentos diga que son de la inspiración de este último.
Finalmente, en las últimas semanas, se fueron dando a conocer los propósitos concretos que el actual Gobierno persigue para esta etapa.
Remodelación y ajustes, reformas en realidad, aunque no les guste la palabra, caracterizados en síntesis por una mayor descentralización de las actividades económicas. Aperturas a sectores emergentes a partir de los trabajadores por cuenta propia, los pequeños negocios privados, las cooperativas, los arrendadores de tierras y otros negocios, así como mayor empeño, promoción y facilidades a la inversión extranjera.
Lo de la entrega o no de la propiedad de la tierra u otros sectores productivos y comerciales, para evitar decir que es una reforma, es tema para otro de análisis y otro momento, pero, en principio, el argumento parece equivocado o relativamente manipulador.
De lo que se trata entonces es que surgirán espacios nuevos y nada escasos para el desempeño del sector privado y cooperativo que, junto al de los tradicionales sectores del Estado, convertirán a la economía de Cuba en una economía más mixta y, por ende, tendrán a mediano plazo, lo deseen o no los dirigentes del país, impactos significativos diferenciados de los valores políticos y morales en la sociedad cubana.
En otro orden de cosas, también es cierto que el General/Presidente les ha reiterado en varias oportunidades a las autoridades norteamericanas su disposición a negociar cualquier asunto sobre el obsoleto diferendo existente entre los dos países.
Sólo ha exigido, lógicamente, como corresponde a cualquier país independiente y soberano, que no exista ningún condicionamiento previo al respecto; y todo esto es de amplio conocimiento de la opinión pública nacional e internacional.
No hay que llamarse a engaño, o ¿acaso no sabemos que la disposición de los gobernantes de Cuba a negociar con la Iglesia católica y el Gobierno español como sus interlocutores —lo que finalmente propició la salida masiva de los presos políticos de las cárceles— ha sido valorada como un hecho positivo?
Es cierto que el proceso aún no ha concluido, pero puede terminar en una excarcelación completa de presos políticos.
Por otra parte, no es necesario ser muy sagaz para apreciar las relaciones cordiales y respetuosas que las autoridades de la Isla mantienen, a diferencia de épocas pasadas, con todas las iglesias cubanas y otras muchas de la comunidad internacional.
Igualmente importante, y para mayor relajamiento y antiestrés de los ciudadanos que viven en la Isla, fue que se pusiera fin a los constantes, reiterados, agobiantes y casi obligados discursos políticos o de otra naturaleza de los principales dirigentes del país que se escuchaban por radio y TV, para luego verlos aparecer sin racionalidad en la prensa escrita.
Con independencia de que fuera acertado o no que en la cúpula del poder se seleccionara un equipo de cuadros veteranos, incondicionales a Raúl, para realizar su nada sencilla gestión transformadora, quizás ahora, ante los nuevos anuncios ya efectuados, esto sea un poco menos cuestionable o quizás más comprensible dentro de lo incomprensible y criticado que fue y sigue siendo aquella decisión.
Sin embargo, es necesario tomar en consideración que los dirigentes de los gobiernos en las provincias, en el partido y las organizaciones de masas, en el propio sistema empresarial nacional y local, y hasta en los mandos efectivos de las fuerzas armadas, son, en su inmensa mayoría, hombres y mujeres que no participaron de la etapa de la lucha contra Batista, y son mucho más jóvenes, de generaciones que llegaron más tarde.
Objetivamente, el panorama que comienza a manifestarse en el país es bastante más diferente al vivido en los últimos años y también en décadas anteriores.
Si consideramos que muchas de las nuevas decisiones que ahora se adoptan, por su propia naturaleza, pueden llegar a obtener beneficios económicos y sociales para la población cubana a corto o medio plazo, es lógico predecir que el Gobierno cubano, en los próximos tiempos, podrá desenvolverse en un clima más propicio y de mayor respaldo político por parte de la ciudadanía y sin mayores tensiones económicas y sociales acumuladas.
Por ello sugiero que aprendamos todos a proceder sin ataduras prejuiciosas, esquemas políticos preconcebidos, o dogmas ideológicos, y dejemos resquemores y resentimientos atrás.
No hay que subir de inmediato al ring a tirar golpes sin conocer al contrario.
De lo que se trata ahora y en lo que debemos fijar la atención es en la evolución y perspectivas de la llamada remodelación cubana, de manera que podamos orientarnos y lograr establecer una posición política sabia y, sobre todo, actuar de manera más consecuente y efectiva para beneficio del pueblo cubano.
No está de más señalar, como lo demostró la última votación de la Asamblea de las Naciones Unidas sobre el controvertido y contraproducente tema del bloqueo, que el Gobierno cubano o el país como tal continúa contando con un amplio respaldo político mundial en contra de las medidas hostiles que mantiene el Gobierno norteamericano.
Asimismo, un elevado número de estas naciones continúan manifestando su tradicional simpatía y apoyo a Cuba, lo que tampoco debe subestimarse o dejar de tomarse en consideración a la hora de posibles nuevos enfoques políticos que debieran hacerse. Porque siempre es necesario conocer y situar en la balanza las potencialidades y limitaciones del contrario.
Entonces, todo ello me lleva a preguntarme, sin querer por mi parte especular ninguna respuesta a priori.
Si en la Isla no sólo soplan ahora, sino que permanecerán en los próximos años, fuertes aires de cambio, que además pudieran profundizarse; si por lógica de la biología, nos encontramos muy cerca en el tiempo en que representantes de otras generaciones asuman el Gobierno del país, ¿continuarán entonces las organizaciones opositoras cubanas —que con razones indiscutidas se oponen al Gobierno— actuando con similares argumentos y métodos como lo han hecho hasta hoy? ¿No sería conveniente para todos que también adoptaran sus ajustes y proyecciones de cara al futuro inmediato que ahora se nos presenta?
Y me surgen otras impostergables interrogantes.
¿Se mantendrán los mismos o parecidos argumentos y políticas para oponerse a las autoridades de la Isla?
¿Será acaso necesario un rediseño de tácticas y estrategia sobre el diferendo existente con las autoridades de Cuba?
¿Continuarán accionando las organizaciones de la diáspora o la disidencia y los medios masivos de comunicación como lo han hecho hasta el presente?
¿No sería más perspicaz e inteligente prepararse y presionar de otra manera, posiblemente desde dentro de la sociedad cubana para actuar de manera participativa y considerar que, en determinado momento, puedan incluso abrirse ciertos espacios políticos a aquellas personas u organizaciones que no se identifican o se oponen al actual rumbo que sigue el país?
¿No será más conveniente realizar un repaso profundo, crítico y autocrítico de las actuaciones y políticas llevadas a cabo, de los éxitos y fracasos alcanzados, tomando en consideración con mayor seriedad lo que ahora sucederá en la Isla; y sacar de todo ello conclusiones para ajustar o hacer más eficientes las políticas y métodos de acción que posibiliten enfrentar la nueva situación que se desarrollará y continuará profundizándose dentro de Cuba?
¿Seguirán actuando en la misma dirección de hoy, con argumentos y métodos de trabajo idénticos o parecidos la Radio y Televisión Martí y los canales cubanos de Miami?
¿Los editorialistas de El Nuevo Herald continuarán repitiendo ideas o argumentos, cuando el panorama en la Isla comience, quizá, a modificarse sustancialmente (económica y políticamente) y la situación social mejore, como consecuencia de los cambios y las nuevas políticas que se introduzcan?
¿O acaso predominará el facilismo o la subestimación ante los cambios próximos que llegarán al país y no se aprecie que éstos producirán modificaciones sustanciales en los comportamientos y las valoraciones políticas y sociales, tanto dentro como fuera de Cuba?
Creo que todo ello exigirá de la oposición al sistema o al Gobierno de los Castro, como también de los dirigentes y funcionarios del propio Gobierno, de nuevos análisis y enfoques políticos, diferentes de los que de manera inflexible han manifestado durante muchos años.
De lo contrario, es muy probable que el lenguaje y las acciones de ambas partes caigan en tierra de nadie, pierdan su efectividad y al final se vean en una situación difícil o insostenible.
También ambas partes pueden ser sorprendidos por un cambio de política de la Administración de USA respecto a Cuba y, por ello, creo que es mejor actuar a tiempo y curarse en salud, porque trabajar por restañar las heridas del pasado e iniciar la reintegración nacional es sencillamente algo justo, valioso e imprescindible. Será difícil, pero no imposible.
Seguro que las generaciones venideras también nos lo agradecerán.
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