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Cuánta sabrosura en Cuba Robolucionaria

Recomiendo viajar a Cuba antes de que a la isla la hundan del todo o de que los vientos de cambio barran a toda esa traca de revolucionarios que siguen en posesión de las verdades absolutas de lahistoria. De esta forma, el viajero podrá comprobar los 'logros' de la mítica revolución y la panorámica que ofrece el cortijo particular regentado con bota de hierro por los hermanos Castro, Fidel y Raúl. El otro día, el comandante hizo su rentrée política para avisar de que sigue al pie del cañón, y que más leña al mono hasta que hable inglés.

Anduve por La Habana, que no por Varadero, hace años sin saber dónde me metía. Si uno está protegido por el salvoconducto de turista y maneja unos dólares no tiene de qué preocuparse, salvo de no irse de la lengua delante del chivato o del agente de paisano que le endosarán nada más pisar el aeropuerto. Cien ojos de confidentes del régimen serán su sombra: el camarero, el taxista o el inesperado personaje que le da conversación en el hall del hotel. Y si viaja en un grupo donde hay algún norteamericano despistado, que ha saltado desde México, le dedicarán una atención especial, obsequio de la neura revolucionaria a cuenta del embargo USA.

Si no se da prisa no podrá ver a la gente guapa de Cuba, a la élite del poder -siempre ha habido clases-, disfrutando de un concierto de Pablo Milanés. Su compañero de la nueva trova y tótem del Sistema, Silvio Rodríguez, está rompiendo esquemas reclamando ahora más evolución y menos revolución. Por algo se empieza. La bohemia guevarista es pasto del 'merchandising'.

En edificios que se caen a pedazos -fue lo que vi- duermen los cubanos que no necesitan elecciones ni libertad, sino la protección del manto revolucionario que decide por sus vidas. Las madres no pueden comprar ni jabón, mientras que a cincuenta metros los turistas y la sabrosura se ponen hasta el culo de mojitos en La bodeguita de enmedio. Estos cubanos desposeídos y desangelados serán quienes tomen las calles cuando cese la actitud genuflexa de España y otros países que se pliegan a una especie de chantaje del régimen con los presos políticos. Películas como 'Antes de que anochezca' del americanizado Javier Bardem, o 'La ciudad perdida' de Andy García, espléndidas, son un botón de muestra de una pesadilla que dura 50 años.

Se dice pronto.