Hablamos de Cuba, no de Haití
http://joanantoniguerrero.blogspot.com/2010/03/hablamos-de-cuba-no-de-haiti.html7.3.10
Cuba es hoy más que nunca tema de acalorado debate. En los últimos días, quien más quien menos se ha encontrado en medio de una discusión sobre la Isla. No es para menos: uno de los sistemas de gobierno más desastroso de la historia de la humanidad, el comunista, sigue secuestrando a todo un país a base de un régimen de censuras y atropellos múltiples y diversos sin que nadie tenga la posibilidad de exigir justicia ni reclamar nada de nada a los responsables.
Los casos de Orlando Zapata Tamayo, Guillermo 'Coco' Fariñas, los sucesivos informes internacionales sobre el acoso a la prensa y a los blogueros independientes, la negativa a aceptar la realidad del acelerado desabastecimiento de productos de primera necesidad para su consumo en la Isla (algo que tampoco es una novedad, claro está), la ineficiencia gubernamental en todos los campos de la vida cotidiana de los cubanos, y así seguiríamos hasta conseguir una larga lista, son cuestiones suficientemente preocupantes como para que centren la atención de los medios de comunicación, para que generen inquietud y provoquen el despertar de la solidaridad internacional.
Toda esta falta de aceptación de la realidad por parte del régimen se adereza con la complicidad y ayuda, también a varios niveles, de personas, organizaciones y gobiernos que son parte de sistemas totalmente opuestos al castrista, sistemas que son ejemplo de paz social y económica en general, a pesar de la infinidad de problemas que padecen -claro está-, y todavía más en la actualidad por culpa de las lamentables consecuencias de la crisis económica. Crisis por la que algunos ya han empezado a pagar. Pero son sistemas, al fin y al cabo, que disponen de los mecanismos suficientes para que sus ciudadanos denuncien, se movilicen y promuevan cambios en sus gobiernos y logren abrir otros campos de exploración alternativos, para que se plantee otra manera de hacer las cosas, siempre con el ánimo de mejorar en conjunto y promoviendo el respeto mutuo. Son sistemas que tienen la capacidad de reconocer sus problemas y buscar alternativas para atacarlos, acabar con ellos si se puede o aminorar por lo menos sus efectos.
En Cuba, todo esto, resulta imposible, el Gobierno no acepta los problemas y mucho menos que estos problemas sean la consecuencia de una organización política y social ruinosa, la misma que ha llevado el país a la más cruda a la vez que absurda de las miserias, provocada ante todo por la cerrazón de un líder único e indiscutible, Fidel Castro, culpable de la pringosa mancha negra instalada hoy en medio del mar Caribe, culpable de la imposibilidad de crecimiento de uno de los países de América que más rico y desarrollado fue en el pasado, muy por encima de países europeos como la misma España.
Pero así como los que siempre defienden el castrismo están decididos a atacar directamente a sus gobiernos, a los que nunca ofrecen el mínimo respiro (y está bien que así sea, el poder ejercer presión sobre los Ejecutivos demandando el principio de eficiencia me parece estupendo) vetan cualquier posibilidad de exigir responsabilidades a Raúl Castro y al Consejo de Estado que rige por medio siglo los destinos de Cuba y millones de cubanos. Como dije en otro lado, cuando se trata de hablar de Cuba, se van rápidamente a desviar la atención hacia México o Colombia. Cuando se trata de hablar de los derechos humanos en la Isla que controlan los Castro, cambian de tema y nos empiezan a hablar de la (para ellos) delicada situación de los derechos humanos en España (¡sic!). Cuando se trata de denunciar la falta de libertad de expresión, de movimiento, de libre asociación, de libre pensamiento político, de recibir un salario digno, de contar con una atención médica correcta, es entonces que deciden que se hable no de eso, sino de Palestina o Marruecos. La cuestión es sobretodo no tocar el castrismo, al que adoran con un ímpetu enfermizo. Y lo curioso es eso que, cuando hablan de España, sí hablan de España, y nadie redirige la discusión hacia Portugal, Grecia o Rumanía. ¡Qué cosa, ¿no?!
Propongo entonces que cuando estemos hablando de lo mal que lo hace el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero traslademos la atención hacia los problemas de Portugal y su presidente, Cavaco Silva, o hacia Grecia, un país europeo también en apuros, en una situación mucho más desastrosa que la que tiene actualmente España. No critiquemos a Zapatero porque fíjense la desorganización y el caos que hay en Grecia por culpa del desgobierno de Karolos Papoulias. Los españoles tenemos que empezar a valorar lo que tenemos, hacer piña con nuestro Gobierno porque bien podría ser que fuéramos una Rumanía o una Albania y el PSOE de Zapatero es el que nos ha salvado de serlo. Hay que bendecir entonces a Zapatero y todos los gobiernos anteriores que han hecho posible que no fuéramos países de desarrollo dudoso. ¿No sería esta la misma propuesta que los progres dan a los cubanos que exigen responsabilidades a su Gobierno? ¿No han escuchado nunca esa Gran Tontería del "pero mira Haití; pero mira la República Dominicana"?
La justificación geográfica del desastre cubano es la más absurda e imbécil que he oído jamás, pues no entiendo qué razonamiento lógico, qué argumento mínimamente inteligente puede hacer que esa idea se sustente para defender el castrismo y sus supuestos logros. Por eso digo que si vamos a comparar Cuba con Haití, hagamos lo propio entre España y Albania. De verdad, no entiendo qué tiene que ver Haití en el debate sobre las libertades en Cuba, me resulta incomprensible ese "argumento" y demasiado tontín como para seguir dejando que se instale en culaquier debate sobre la política cubana.
El problema es que con esta gente uno se encuentra como en el mito de Sísifo. Al llegar a la cima, al presentar un argumento definitivo pensando haber cumplido con el objetivo, ellos encuentran un argumento nuevo para enviarte de retorno a la base. Es por eso que el tema cubano acaba agotando, porque en esa cima siempre encuentran una excusa para anular la razón. Por suerte, cada vez somos más para liquidar ese proceso, cada vez somos más los que sí queremos hablar de Cuba cuando toca hablar de Cuba sin más cortapisas.
Imagen: Obra de Tiziano sobre el mito de Sísfo
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