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sábado, 28 de noviembre de 2009

Márquez Sterling y el síndrome del poder

Márquez Sterling
y el síndrome del poder
Márquez Sterling.
por Perla Cartaya Cotta
Cuando pienso en todo lo que está ocurriendo en una gran parte del mundo, me salta a la vista la presencia de un mal que bien pudiéramos llamar síndrome del poder. Causa –junto a otros males– de conflictos y guerras entre los pueblos a través del tiempo; es, de acuerdo con mi apreciación, ajeno a la aspiración justa de un hombre, o de un partido político, de llevar a cabo, desde el poder, un proyecto político, económico, cultural y social favorable a las urgencias de la patria y a las necesidades de su pueblo.
Su presencia se observa, sobre todo, en países donde se rechaza la cultura de la vida para optar por la cultura de la muerte. Puede ser perceptible, por ejemplo, desde los hombres que ejercen de alguna manera el control económico, político, militar y social de un país; las figuras políticas que se les oponen; los dueños de los grandes capitales e industrias; los funcionarios de cierta jerarquía (o los que aspiran a tenerla), hasta los narcotraficantes inclusive. Aunque varíen sus manifestaciones en correspondencia con la época, la cultura y las circunstancias coyunturales concretas del ámbito nacional e internacional.

I
Al reflexionar sobre la historia de esta Isla –tan amada y herida– durante el siglo XIX : período de formación y desarrollo de nuestra nacionalidad, es posible hallar, como en cualquier país de nuestra América, síntomas de ese dañino mal, por ejemplo, en no pocos de los criollos integristas, y en algunos de los que desoyeron la llamada de la Patria. Pero su existencia es aún más dolorosa entre los hombres –valientes, decididos– que por patriotismo dejaron atrás comodidades y amores para luchar por la independencia; o marcharon con sus familias a enfrentar los peligros de la vida en la manigua.
Creo que el síndrome del poder indica por lo general una ambición personal –o grupal– más allá de lo razonable y justa. Aparece en Cuba vinculado con frecuencia al regionalismo (o localismo), a la indisciplina, o a rasgos de la personalidad tan deleznables en cualquier hombre y mujer del orbe como son, por ejemplo, la envidia, la intriga y la traición. Me pregunto si su origen puede hallarse en rencillas personales que no quedaron atrás, o en un afán obsesivo de ser centro, o en un problema que todavía puede existir en cualquier rincón del planeta: la incapacidad de oír y situarnos en lugar del otro; o tal vez en la unión de varias de esas razones. ¡Qué pena que no siempre la humanidad tenga en cuenta el consejo del prócer mexicano don Benito Juárez, cuando dijo para cualquier tiempo: “El respeto al derecho ajeno es la paz”!
Me detengo brevemente en la epopeya iniciada en La Demajagua. Las manifestaciones de tal síndrome fueron lesionando la imprescindible unidad revolucionaria de los hombres en armas durante los diez años de lucha. Parece elocuente el caso del valiente general Vicente García, muy respetado por sus hombres. El caudillo que dos veces se situó en posición de rebeldía frente a los poderes civiles de la República en Armas: le recuerdo la sedición de Lagunas de Varona (1875) y la de Santa Rita (mayo de 1877), valorada la última como “[…] el inicio del golpe de gracia definitivo para la Guerra de los Diez Años”. (1) Pese a esos hechos, en momentos en que la lucha agonizaba, la Cámara de Representantes acuerda nombrarlo presidente de la República (1877-1878), como “un último esfuerzo para ver si se unificaba el país”. (2)
Si bien es cierto que a esas alturas el Pacto del Zanjón no demoró en llegar, también lo es que llegó rauda la expresión simbólica de la cubanía en la Protesta de Baraguá, aspiración apasionada e irrealizable entonces para proseguir la lucha, por parte del general Antonio, otros oficiales, y las fuerzas que los acompañaban.

II
El 20 de mayo de 1902, don Tomás Estrada Palma toma posesión como primer presidente de la República de Cuba. Y aunque hizo cosas positivas que no suelen decirse como, por ejemplo, la probidad de su gobierno y su obra en el campo de la educación del pueblo, también es cierto que desde su gobierno aparece la expresión más genuina del síndrome del poder : la reelección o prórroga de poderes, una epidemia que reaparece una y otra vez, de funestas consecuencias para el país por su agresión a la constitución y su secuela de violencia. Tales males fueron fustigados cívicamente por hombres que honran la historia de esos tiempos, algunos de ellos ya evocados en esta sección.
En esta ocasión me acerco a un nombre ahora perdido de la memoria del país: Carlos Márquez Sterling. Nació en Camagüey en 1898, es decir, en momentos en que, ya finalizada la guerra hispano-cubana-norteamericana y firmado el Tratado de París entre España y los Estados Unidos, se iniciaba la ocupación militar norteamericana de la Isla.
Perteneciente a una familia de gran prestigio, era sobrino e hijo adoptivo del doctor Manuel Márquez Sterling, quien le mostró el camino de la cultura. De modo que llegó a ser un hombre de éxito como abogado y profesor de Economía Política y Hacienda Pública en la Universidad de La Habana. Se afirma que tuvo una acertada vida pública que le llevó, entre otras responsabilidades, a ser el segundo presidente de la Asamblea Constituyente que redactó la Carta Magna de 1940. Presidió dos veces la Cámara de Representantes, y fue ministro de Educación y Trabajo durante el gobierno constitucional de Fulgencio Batista.
En 1951, de acuerdo con los titulares de Alerta (22 de febrero), de hecho se decretó estado de violencia en el país debido a que el Plan Mordaza (así llamado popularmente el decreto presidencial fechado el 3 de agosto de 1950), había provocado incidentes alarmantes. De ellos, el más grave fue el hecho sangriento ocurrido el domingo 18 de febrero: agresión armada de la policía –dirigida personalmente por el general Uría– al nutrido grupo de hombres y mujeres del pueblo que, como era usual, acompañaba a Eduardo Chibás desde el edificio López Serrano, donde vivía, hasta Radiocentro para hablar en su espacio radial en la CMQ. Esta violencia provocó la muerte del joven José Otero Ben, a consecuencia de un balazo que le destrozó el ojo derecho cuando se interponía ante Chibás para preservar su vida… Se supo que fue el teniente Salas, de la sección de Radio de la Policía Nacional , el autor de esa felonía, pero quedó sin castigo.

Ante hecho tan grave, el doctor Carlos Márquez Sterling
En el centro del grupo, Márquez Sterling.
En el centro del grupo, Márquez Sterling.
se pronuncia en el espacio Charlas del periódico radial La Palabra en la CMCF , Unión Radio . Y dice, refiriéndose a la violencia desatada antes en el país debido a los afanes de reelección: “[…] Los ‘moderados' de 1906 provocaron la revolución por retener indebidamente el Poder. Los ‘conservadores' de 1917 determinaron el alzamiento frente a la reacción y a la vela de sebo […] Los ‘cooperativistas' que en 1933 fueron arrojados del Poder por la furia de una multitud enardecida, aspiraban a eternizarse en el Gobierno sin contar en lo absoluto con las aspiraciones del pueblo y con sus deseos de ser dirigidos prudente y honestamente”.
Y refiriéndose al llamado gobierno de la cordialidad expresa: “Nos faltaba ver a Prío pidiéndole al Congreso una Ley contra el gangsterismo, y una vez en la vigencia de ella, caer al lado de los pistoleros más connotados.
”¿Qué cosa es eso de los Nuevos Rumbos entonces?
”El gobierno del estudiante apóstata que es Carlos Prío, es una fiel reproducción de todos los males que han venido combatiéndose desde los días nefastos de la colonia. Como cualquiera de los peores gobernantes que hemos sufrido.”
Y aludiendo al abuso de poder –característico del síndrome del poder – denuncia que “Prío ha hipotecado a la República , se ha enriquecido a su costa, ha perturbado el orden y la ley, ha hecho uso de los más escandalosos privilegios y ahora sumerge al país en la sangre derramada sólo para garantizar a los que viven fuera de la legalidad, amparados en su fuerza, la sin sanción de lo que justamente tiene horrorizada hace años a la República ”. (3)
La dirección del Partido del Pueblo Cubano (Ortodoxo), debido a los graves hechos del domingo 18 de febrero, anteriormente evocados, presenta el 19 de julio de 1951, ante el doctor Márquez Sterling, en su condición de notario de esta capital, Recurso de Apelación dirigido al Tribunal de Garantías Constitucionales –tramitado por el doctor Francisco Carone–, por tener las facultades suficientes para establecer ese recurso de inconstitucionalidad. (4)
El doctor Carlos Márquez Sterling funda en 1958 el Partido del Pueblo Libre y, de acuerdo con Néstor Carbonell Cortina, trata previsoramente, como candidato presidencial en las elecciones convocadas por Batista en noviembre del mismo año, de buscarle una salida electoral a la crisis cubana para evitar la caída de la República en manos que lo preocupaban. (5)
III
El doctor Carlos Márquez Sterling lega una obra como escritor digna de tener en cuenta cuando se trata de la cultura cubana. Es destacable su interés por la historia nacional, lo cual se manifiesta en las biografías que escribe: Antonio Maceo, el Titán de Bronce (1933); Ignacio Agramonte, el Bayardo de la Revolución Cubana (1936); Don Tomás Estrada Palma; así como en algunos trabajos que antecedieron a su obra José Martí, síntesis de una vida extraordinaria. Continuó y publicó, de acuerdo con Beatriz Bernal, la obra póstuma de su tío Manuel Márquez Sterling: Proceso histórico de la Enmienda Platt , que no he logrado leer.
Interesado en los problemas más severos que agobiaban a Cuba, publica ensayos de carácter económico y político, recogidos en Problemas económicos. Estudios y conferencias ( La Habana , 1937). Muy interesante, sobre todo para los estudiosos de los problemas de la Economía , puede ser el debate “El proteccionismo y el libre-cambio” , contenido en la obra antes señalada.
Me despido ofreciéndole, amigo lector, algunas reflexiones de este intelectual cubano –ya fallecido (Miami, 1991)–, publicadas en La Habana en 1937 y reeditadas en Miami, por considerarlas interesantes:
“[…] No soy partidario del control por el Estado ni de las dictaduras colectivas, falseadas siempre en la práctica. Pero al cubano no va quedándole más que el Estado; alguien dijo que nuestras industrias eran el azúcar y la política. No es cierto, pero si así fuera, del Estado hacia el horizonte, del Estado hacia la iniciativa privada, y de la iniciativa privada hacia el Estado, como dos fuerzas que al encontrarse no chocaran sino que engendraren la felicidad, debe salir la nueva nación cubana, sin trabas, con plenas y absolutas garantías, libre de prejuicios en el orden político y económico; pensando que precisamente su posición geográfica privilegiada, a cuyas costas se abren los mares del universo entero, deben recibir como una bendición las iniciativas todas que beneficien al comercio, fomenten la industria, labren la tierra, robustezcan la moneda y los transportes, sin más cuidado y más medida que el sujetar y conservar siempre a la Economía Nacional los tres factores de la producción, de los cuales hoy no nos queda en amplio margen más que uno solo, el trabajo; pero fijando por escudo a esa nueva República económica este lema de hondas raíces en nuestros corazones: mientras más pobres más patriotas; mientras más ricos más precavidos y previsores. Que así podremos vivir para el futuro.” (6)
Referencias
(1) Eduardo Torres-Cuevas: Historia de Cuba (1492-1898, Editorial Pueblo y Educación, La Habana , 2001, p. 275.
(2) Fernando Portuondo: Historia de Cuba (1492-1898) , Editorial Nacional de Cuba, La Habana , 1965, pp. 464-465.
(3) A. N. C. Fondo 176. Eduardo Chibás. Expediente 272, legajo 9.
(4) Ibídem.
(5) Néstor Carbonell Cortina: Grandes debates de la Constituyente Cubana de 1940, Ediciones Universal (1ra. edición), Miami, p. 343.
(6) Carlos Márquez Sterling: “Soluciones”, en Fundamentos de la democracia. Antología del pensamiento liberal cubano desde fines del siglo xviii hasta fines del siglo XIX . Compilación y estudio introductorio de Beatriz Bernal, p. 263.

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