<< NOVIEMBRE / 2009 No.190 | ECONOMÍA |
| por Orlando Freire Santana | |||
A diferencia de la mayoría de los galardones que anualmente otorga la Fundación Nobel , y que han sido concedidos desde 1901, el Premio Nobel de Economía es relativamente joven, pues su existencia data del año 1969. Otra desemejanza con el resto de los reconocimientos es que el Nobel de Economía no se concede por la referida Fundación que rinde homenaje al químico e inventor sueco Alfred Nobel, sino por el Banco de Suecia, uno de los bancos centrales más antiguos del mundo, y que en el año en que nació el lauro celebraba el tricentenario de su fundación. Un total de 62 economistas han sido galardonados con el Nobel –en ocasiones hasta más de uno por año–, y su distribución geográfica es la siguiente: 43 proceden de Estados Unidos, 6 de Gran Bretaña, 3 de Noruega, 2 de Canadá, 2 de Suecia, y 1, respectivamente, de la India , Alemania, Francia, Austria, Holanda y la antigua Unión Soviética. Como puede apreciarse, hasta el momento, el Premio es casi un coto del Primer Mundo, y en particular de Estados Unidos, aunque 9 de los agraciados obtuvieron la ciudadanía de ese país por naturalización, entre los que resaltan Wassily Leontief, de origen ruso, y el hebreo Daniel Kahneman. Cualquiera podría pensar en el tan manido “robo de cerebros”, mas no hay que olvidar el indudable ambiente de libertad que siempre ha existido en la sociedad norteamericana, y que resulta propicio para la creación y la investigación científica. La tendencia más premiada ha resultado ser la economía clásica o de tintes liberales, la que parte de Adam Smith y David Ricardo, y llega hasta los actuales defensores de la denominada Escuela de Chicago. Entre estos galardonados sobresalen el austriaco Friedrich Von Hayek, el canadiense Robert Mundell, y los estadounidenses Milton Friedman, George Stigler y Gary Becker. La vertiente opuesta, los keynesianos, está representada por los norteamericanos Franco Modigliani (de origen italiano), James Tobin y Paul Samuelson. De los economistas mencionados anteriormente descuellan, de acuerdo con mi parecer, Friedman y Samuelson. El primero obtuvo el Premio Nobel en 1976 por sus investigaciones en el campo del análisis del consumo, la historia y la teoría monetaria, y por su demostración de la complejidad de las políticas estabilizadoras. Constituyó la principal figura de la Escuela de Chicago, y fue el fundador de la teoría monetarista, según la cual las fuerzas del libre mercado son más eficientes que la intervención estatal a la hora de fomentar un crecimiento económico estable sin tensiones inflacionistas. Todas las políticas neoliberales aplicadas en los años ochenta y noventa en América Latina –especialmente la primera de ellas en el tiempo, las reformas de Pinochet en Chile– son deudoras de las ideas de Friedman. Sin dudas, fue uno de los economistas más influyentes del siglo XX. Paul Samuelson, por su parte, fue galardonado en 1970 por contribuir activamente a elevar el nivel del análisis en las ciencias económicas. Se formó en la Facultad de Economía del Instituto de Tecnología de Massachussets (MIT), del cual pasó a ser catedrático en 1966, la más alta categoría profesional de esa prestigiosa institución. Además, se desempeñó como consejero de los presidentes John Kennedy y Lyndon Jonson. Pero lo que más destaca en el historial de Samuelson es el haber escrito uno de los textos económicos más importantes de la pasada centuria: Economía, un análisis introductorio , en el cual expone, mediante términos matemáticos y cuantitativos, su filosofía económica basada en las teorías de su maestro John Maynard Keynes. Dicho libro ha sido traducido a 12 idiomas, y se han vendido alrededor de cuatro millones de ejemplares. | Robert Merton | |
Leonid Hurwicz | ||
Paul Krugman | ||
En 1998, el pergamino recayó en el indio Amartya Sen –nacido en 1933 en Bengala– debido a sus análisis en torno al bienestar económico, en concreto sobre el hambre. Sen es el único economista del Tercer Mundo que ha recibido el Premio Nobel de Economía, y su formación ha transitado por las universidades de Calcuta, Cambridge, Oxford y Harvard. Sen aduce que las hambrunas pueden producirse en momentos en que la oferta no es limitada, como por ejemplo cuando los individuos no son libres para procurarse el acceso a los bienes materiales y sociales. En este sentido, sus ideas concuerdan con las de su compatriota y también Premio Nobel –pero de la Paz –, Muhammad Yunus, conocido como el Banquero de los Pobres. La única ocasión en que el Nobel de Economía traspasó la Cortina de Hierro fue en 1975, para premiar al soviético Leonid Kantorovich, por sus teorías sobre la asignación óptima de recursos escasos. Este economista y matemático recibió íntegramente su formación en la Unión Soviética. Fue director del Instituto de Matemáticas de Novosibirsk, del laboratorio de econometría del Instituto de Planificación Económica de Moscú, y miembro de la distinguida Academia de Ciencias de la Unión Soviética. En 1965 recibió el Premio Lenin y falleció en 1986. En años recientes se han alzado voces que cuestionan el otorgamiento anual del Premio Nobel de Economía. Esgrimen que no siempre existen economistas con méritos suficientes para justificar la concesión. En esta especialidad, los académicos suecos no han adoptado la costumbre que, al parecer, practican los encargados de conferir el Nobel de Literatura. Por ejemplo, después de que fuera reconocido en 1991 el mexicano Octavio Paz, el Nobel ha sido distribuido de un modo más o menos equitativo por todas las regiones del mundo, mientras que muchos lectores latinoamericanos nos preguntamos cuándo se va a hacer justicia con Mario Vargas Llosa o Carlos Fuentes. Pero bueno, volvamos a la Economía. De los economistas premiados en el último decenio, vale la pena detenernos en los estadounidenses Joseph Stiglitz y Paul Krugman. Stiglitz obtuvo el Nobel compartido en el 2001 por sus análisis de los mercados con información asimétrica. Se ha desempeñado como profesor en las universidades de Yale, Princeton, Oxford, Stanford y Columbia. Fue asesor económico del presidente Bill Clinton, y en la segunda mitad de los años noventa simultaneó esta última responsabilidad con la de economista jefe y vicepresidente del Banco Mundial. Sin embargo, lo que más ha distinguido a Stiglitz es su oposición a la manera en que los principales organismos financieros internacionales han gestionado el proceso globalizador. Por supuesto que él es un firme partidario de la economía de mercado y el libre comercio, y considera que los elementos primordiales de la globalización económica –la supresión de las barreras al libre comercio, y la mayor integración de las economías nacionales– pudieran ser benéficos para todos, incluyendo a los países pobres. Mas, critica acremente al Fondo Monetario Internacional y al Banco Mundial por las recetas únicas –a su juicio, muchas veces desacertadas– que recomiendan a las naciones. A causa de ello, en el año 2000, abandonó su cargo en el Banco Mundial. Es de destacar que su libro El malestar en la globalización , publicado en el 2002, constituye casi un clásico para hurgar en las interioridades de las políticas neoliberales. Paul Krugman es el más reciente de los galardonados con el Nobel, pues lo recibió el pasado año 2008. Se doctoró por el MIT en 1977 y, como Stiglitz, fue profesor en Yale, Stanford y Princeton. En 1991 recibió la medalla John Bates Clark que lo señalaba como el mejor economista menor de 40 años de su país; de igual modo, en el 2004 fue acreedor del Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales. De acuerdo con el criterio de los académicos del Banco Central de Suecia, Krugman fue merecedor del Nobel “por sus análisis de las pautas del comercio y la localización de la actividad económica, destacando así su contribución a la teoría económica internacional y la geografía económica”. Pero, al margen de ese punto de vista, resalta sobremanera la labor de periodismo económico llevada a cabo por Krugman desde su muy leída columna en The New York Times . Krugman se ha comportado como un crítico poco menos que implacable de los tres últimos presidentes norteamericanos. A Clinton le reprochó velar tanto por la competitividad de la economía estadounidense, pues según el catedrático, los males de su país no se deben a que China, Japón o la Unión Europea se le estén adelantando, sino a problemas internos en Estados Unidos. George Bush no halló tregua en la pluma de Krugman, en especial sus políticas que condujeron al actual déficit fiscal que afecta al país; y de Obama, el columnista del Times estima que su plan de rescate financiero no dará resultado, y hará perder un tiempo valioso, en lugar de aplicarse de inmediato estrategias más efectivas contra la crisis. Otros datos interesantes son que el economista más joven en el momento de recibir el galardón fue el norteamericano Robert Merton, quien lo mereció en 1997 a los 53 años; mientras que el más longevo fue el también estadounidense (de origen ruso) Leonid Hurwicz, quien lo alcanzó en el 2007 a los 90 años de edad. Una curiosidad, esta vez menos feliz, indica que el canadiense William Vickrey, premiado en 1996, falleció apenas dos días después de conocer la noticia de que se le adjudicaba el Premio Nobel. |
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