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martes, 20 de noviembre de 2012

Lucy y Camilo Cienfuegos | Cubanet

Lucy y Camilo Cienfuegos | Cubanet

EL MOVIMIENTO BLOGGER, ESTA LLAMADO A SER EL CATALIZADOR MORAL DE LOS GOBIERNOS, ANTE LOS OJOS DEL MUNDO

¿Por qué lo Asesinaron? Solo Castro lo sabe

Lucy y Camilo Cienfuegos

| Por Tania Díaz Castro
 


LA HABANA, Cuba, noviembre, www.cubanet.oeg -Le gusta nombrarse simplemente Lucy. Tiene ochenta años de edad, la piel del color del café con leche claro y los ojos verdes más lindos que he visto en mi vida. No parece que se refiere a un amor tan lejano cuando nos cuenta de su romance con el comandante Camilo Cienfuegos, aquel legendario guerrillero de la Sierra Maestra que hizo historia en Cuba.

“Lo de nosotros fue un flechazo a primera vista –cuenta Lucy-, me quedé como boba cuando lo vi, no por el traje del Ejército Rebelde, ni por sus grados de comandante. Aquel muchacho alto, delgado, de sonrisa contagiosa y porte muy viril, tenía un gran poder de seducción”.

Esta anciana, vecina del municipio Playa, en La Habana, comenzó a recordar su relación con Camilo, como si todo hubiera ocurrido ayer por la tarde:

“¿A qué hora terminas de trabajar?, me preguntó Camilo, sonriente, sin que antes mediara palabra alguna entre nosotros. Me gustó su forma. No sé si porque tenía voz de mando o porque lo hizo con la mayor naturalidad del mundo. Casi sin aliento, como una subordinada, le respondí que a las seis de la tarde. Y entonces le escuché decir, seguro de sí mismo: Espérame, que vengo a buscarte”.

Por entonces Lucy trabajaba en un bar muy concurrido del corazón habanero, situado en la esquina de San Rafael e Industria, en los bajos de un edificio que ya no existe, porque se derrumbó. Allí, por los años cincuenta, se vendían los mejores sándwiches de jamón con queso. Ella tenía 25 años y era una mujer muy agraciada. Asegura que tenía más enamorados que pelos en la cabeza.

“Lo que me trastornó fue tu cuerpo espectacular, me dijo Camilo, cuando estuvimos por primera vez en la intimidad. Estás más rica que los sándwiches que vendes”.

Según Lucy, Camilo era un joven muy fogoso, muy ardiente. Dice que hacía el amor como si fuera a morir al día siguiente: “En una ocasión, bien que lo recuerdo, ni tiempo tuvo para quitarse las botas. Me hizo reír aquella noche, porque me dijo: Hacer el amor es como morirse, y quiero abandonar este mundo con las botas puestas”.

Fue un romance breve, pero intenso. Lucy no puede precisar la fecha exacta en que tuvo lugar. Pero recuerda otros detalles mucho más importantes para ella: “En varias ocasiones estuvimos en apartamentos prestados por amigos suyos. Camilo era tremendo, un típico jodedor cubano, y yo una muchacha que se enamoraba como una tonta. No creo que yo haya sido la única mujer que tuvo por aquellos meses, en el torbellino que se vivió durante el primer año de la Revolución. Todos lo admiraban; y su faceta de seductor, su mirada pícara y limpia, como si no ocultara nada malo en la vida, atraía sobre todo a las mujeres”.

¨Llegaba por las noches al bar –sigue rememorando Lucy-, se sentaba, ponía una pierna sobre la otra, y, con su particular manera de sonreír, disfrutaba del espectáculo de las mujeres que se le acercaban casi histéricas, a besarlo, a tocarle los cabellos y a insinuárseles. Camilo no paraba de sonreír a todas y yo me moría de celos”.

Hace una pausa. Se quita los espejuelos, pasa los dedos por sus ojos húmedos y vuelve con sus recuerdos:

¨Su muerte, en octubre de ese mismo año, sorprendió a todos. Pero creo que a mí no, porque lo vi vivir con un frenesí poco común, como si presintiera el final, como si quisiera aprovechar cada minuto de la vida que le quedaba”.

Y concluye:

¨Sí, he oído decir que su muerte ocurrió en circunstancias aún no claras. Sobre eso no podría opinar. Quién soy yo para opinar. Pero sinceramente, me gustaría que descubrieran los restos de su avión en el fondo del mar. Así, todo se aclararía para siempre. No creo que sea más difícil que encontrar la Atlántida, y muy cerca de Cuba, como me dijeron que ocurrió hace poco”.


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